Paquita, la aficionada de 90 años a la que Rodrygo quiere ver en la grada en el Real Madrid - Betis
Después de años de piques con su nieto medio culé, él la llevó al Bernabéu, tuiteó la foto, y el brasileño la ha invitado al último partido para concerla
Cuando Francisca Bernal, Paquita, de 90 años, despertó el viernes 13 de mayo, se enfrentó a un inesperado aluvión de llamadas telefónicas y saludos de vecinos. La tarde anterior había estado en el Santiago Bernabéu en la goleada del Real Madrid al Levante (6-0) y de madrugada Rodrygo Goes la había lanzado a una cierta popularidad. A Paquita la había llevado al estadio su nieto, el periodista de la SER Ignacio Marcano, que al terminar el partido publicó en Twitter unas fotos de...
Cuando Francisca Bernal, Paquita, de 90 años, despertó el viernes 13 de mayo, se enfrentó a un inesperado aluvión de llamadas telefónicas y saludos de vecinos. La tarde anterior había estado en el Santiago Bernabéu en la goleada del Real Madrid al Levante (6-0) y de madrugada Rodrygo Goes la había lanzado a una cierta popularidad. A Paquita la había llevado al estadio su nieto, el periodista de la SER Ignacio Marcano, que al terminar el partido publicó en Twitter unas fotos de su abuela en la grada. A la una y cuarto de la mañana, Rodrygo entró en la red social, vio el mensaje, y contestó: “Un fuerte abrazo para ella! Nos dio mucha suerte hoy!”.
“Estoy muy agradecida de que me dijera que le dio suerte”, recordaba ella el miércoles en el salón de su casa en el barrio de Ventas de Madrid. Lo de esa noche había sido solo el principio. La mujer, nacida en Tetuán en 1931, cuando la ciudad estaba bajo protectorado español, acababa de recibir en su casa una caja enviada por el futbolista brasileño: una camiseta con su nombre y el dorsal 90, un par de entradas para el partido de este viernes contra el Betis (21.00, Movistar LaLiga) y un vídeo en el que le decía que quería conocerla ese día en el estadio: “Nos vemos el viernes”, le dice.
Volverá al campo con Ignacio, uno de sus 14 nietos, con el que mantiene una complicidad guasona a través del fútbol. Marcano nació hace 22 años en Caracas, y cuando cumplió 17 se mudó a Madrid para estudiar Periodismo mientras sus padres arreglaban todo para regresar a vivir a España. Él se fue a vivir con su abuela, con quien las bromas futboleras contribuyeron a apuntalar el afecto. “Este me viene de Caracas y me dice que es del Barça”, dice ella. Y él lo suaviza un poco: “La picaba con eso. Y ella se quejaba: ‘Todos mis nietos son del Madrid y mira”, recuerda.
Paquita no se resignaba, y desde el principio no dejó pasar oportunidad de minar esa falla que había encontrado en su nieto, como recuerda él: “Estábamos solos en casa viendo la vuelta de la Supercopa de España de 2017, Barça-Madrid, y me quedé dormido con 1-2. Entonces marcó Asensio el 1-3 y me despertó para celebrarlo”, cuenta.
En ese jugueteo fue pasando el tiempo, hasta que Marcano comenzó a ganar su dinero y decidió invitar a su abuela al Bernabéu hace dos años. Eran los cuartos de final de la Copa del Rey, contra la Real Sociedad, el 6 de febrero de 2020, una de las últimas tardes felices antes de la pandemia y el confinamiento. Pero el Madrid perdió 3-4 y Paquita se fue disgustada: “Me sentó como un tiro, no te puedes imaginar. Mi Madrid…”, recuerda. Su nieto prometió llevarla otro día, pero la gente se recluyó en sus casas, se cerraron los estadios, y no encontraron la oportunidad hasta el 6-0 del Levante, el día en que Rodrygo provocó que la llamaran hasta viejos conocidos de Marruecos.
Antes se había enganchado ya un poco al brasileño, la noche de sus dos goles en la remontada al City, que ella vio en casa de los padres de Ignacio. Él no estaba: trabajaba en la radio. Pero en cuanto el Madrid ganó, ella cogió el teléfono: “Lo llamé, porque después siempre está metiéndose conmigo, con el Barça… Le dije: ‘¡Anda, toma!”. De Rodrygo le gustaron los goles y su celebración: “Soy muy católica, y me gustó más todavía que lo agradeciera tanto a Dios”, dice.
Este miércoles, él espera verla en el Bernabéu con la camiseta que le envió a casa. “Esta Paquita, la que ha liado”, cuenta que le repiten en el edificio.
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