Joselu sostiene a un Alavés mediocre ante el Rayo
El gol del delantero gallego, después de siete jornadas sin marcar, complica al equipo de Iraola
Las santiaguinas tuvieron valor en su época, cuando Santiago Bernabéu bajaba al vestuario de Chamartín y arengaba a los suyos en la intimidad. Pero en aquellos tiempos el presidente mandaba mucho, y podía prohibir a sus jugadores comprarse un coche ostentoso, por ejemplo. Nadie contaba lo que pasaba en aquellos cónclaves, pero había futbolistas que salían temblando. Ahora los presidentes no intimidan tanto, aunque se apelliden Querejeta, que m...
Las santiaguinas tuvieron valor en su época, cuando Santiago Bernabéu bajaba al vestuario de Chamartín y arengaba a los suyos en la intimidad. Pero en aquellos tiempos el presidente mandaba mucho, y podía prohibir a sus jugadores comprarse un coche ostentoso, por ejemplo. Nadie contaba lo que pasaba en aquellos cónclaves, pero había futbolistas que salían temblando. Ahora los presidentes no intimidan tanto, aunque se apelliden Querejeta, que manda mucho, por cierto.
Así que la santiaguina entre semana, que no fue privada, sino pública, ni animó a parte de la afición, que desertó de Mendizorroza, ni intimidó a los jugadores, a los que no se vio ni más ni menos motivados que en otras citas. La del Rayo era determinante, ya lo sabían ellos sin que tuvieran que recordárselo desde los despachos y acabó bien como podía haber acabado en desastre, porque el Alavés, al que la entrega se le supone como a los militares el valor, sigue siendo un desastre como equipo.
Tuvo la fortuna de enfrentarse a un Rayo que no levanta cabeza y es incapaz de ganar partidos pese a que lo intenta con desesperación, y que a los diez minutos ya había lanzado seis saques de esquina y encadenado dos claras ocasiones para marcar por medio de Maras y Fran García.
Es un Rayo romo, sin duende goleador, que muchas veces juega mejor que su oponente, pero que no acaba de imponerse a ninguno. Vive de las rentas de la primera vuelta, donde todo le iba de cara, pero se arrastra en la fase definitiva del campeonato y puede meterse en problemas si alguno de los colistas arranca.
Ante un Alavés mediocre, sin ideas, sin profundidad, el Rayo pudo resolver antes del descanso. Guardiola gozó de otra oportunidad casi en el 45, pero Pacheco le sacó un disparo violento y cercano. En la réplica, Joselu tuvo la primera del Alavés en una pelota que le cayó a los pies. Esta vez fue Dimitrievski el que anduvo inspirado.
En la segunda parte bajaron el pistón los dos equipos, aunque el Alavés ya estaba bajo mínimos, y entonces podía pasar cualquier cosa, como que el portero rayista se tragara un disparo de Joselu desde el borde del área. Línea y bingo. El gallego, después de siete jornadas volvía a marcar; las mismas fechas que su equipo llevaba sin ganar un partido. La santiaguina de Querejeta había cuestionado al delantero, tal vez sin razón, porque 13 de los 25 goles del Alavés llevan su firma; el futbolista respondió en el campo y los 10.000 fieles que acudieron a Mendizorroza se lo agradecieron. Mientras, el Rayo se tumba en el diván. Su depresión empeora según pasan las jornadas.
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