El Madrid desarma al Getafe
El equipo de Ancelotti, que dio descanso a Kroos y Modric, descifra la sólida defensa de cinco del rival con un clarividente Vinicius, que amenazó y asistió, y mantiene su posición en cabeza antes de recibir al Chelsea
El Madrid ha entrado en modo gobernador, dueño de los tiempos como en sus mejores primaveras, contra un campeón de Europa como el Chelsea, o contra un equipo armado desde la resistencia, como el Getafe. Desde que Quique Sánchez Flores sustituyó a Míchel en el banquillo es el tercero que menos goles recibe, amparado en una defensa de cinco y líneas prietas que reducen el aire. Pero Ancelotti cuenta con la ganzúa afinada de Vinicius y el acierto al otro lado de Rodrygo. Guardó gente para la vuelta el martes contra el Chelsea y, sin sentirse amenazado, mantuvo la ventaja en la cabeza de la Liga....
El Madrid ha entrado en modo gobernador, dueño de los tiempos como en sus mejores primaveras, contra un campeón de Europa como el Chelsea, o contra un equipo armado desde la resistencia, como el Getafe. Desde que Quique Sánchez Flores sustituyó a Míchel en el banquillo es el tercero que menos goles recibe, amparado en una defensa de cinco y líneas prietas que reducen el aire. Pero Ancelotti cuenta con la ganzúa afinada de Vinicius y el acierto al otro lado de Rodrygo. Guardó gente para la vuelta el martes contra el Chelsea y, sin sentirse amenazado, mantuvo la ventaja en la cabeza de la Liga.
El Getafe dispuso una intrincada red atrás que entorpecía de banda a banda, tupida y contundente, y Vini Jr. se propuso destejerla paso a paso, desplegando un nuevo catálogo de registros que ha ido mostrando esta temporada. El brasileño se pasó buena parte de sus tres primeros años comportándose como si lo manejara un mando de videoconsola con un solo botón, el que lo impulsaba hacia delante. Pero ya es mucho más, con una riqueza de recursos que asombra no tanto por su efectividad como por lo repentino de su aparición. Contra el Getafe usó la carrera supersónica, siguió con las combinaciones en formato espacio de ascensor con Marcelo y Camavinga, recurrió al baile de rivales al dribling con caño incluido a Djené, y terminó de matarlos con un pase robado a Modric.
El centro tuvo mucho que ver con el anterior despliegue del muestrario. A fuerza de amenazar en el cuerpo a cuerpo, el tipo que más rivales ha sentado en la Liga provoca un pánico que empuja hacia atrás a los defensas con solo pisar el balón. Así apareció un vacío a su alrededor cuando le llegó la pelota cerca de su esquina del área. Tuvo tiempo para otear los movimientos hacia la portería y de fijarse de nuevo en el balón antes de golpearlo con el exterior de la bota derecha, lo que no habría sorprendido en Modric si Modric hubiera estado en el campo. La trayectoria barrió la zona de pánico del área de izquierda a derecha, a la altura precisa de la cabeza de Benzema, que casi la alcanzó con el flequillo. Se le escapó, pero se trataba de un pase de doble oportunidad, y cuando ya caía, apareció Casemiro para cabecear en plancha.
El brasileño, que en Stamford Bridge remontó el vuelo de una temporada de tono bajo, tomó tierra con su primer gol en el Bernabéu a ras de suelo. Aunque después sufrió un pequeño percance: una amarilla por una protesta y no podrá jugar la próxima jornada contra el Sevilla.
Casemiro gobernaba el centro del campo rodeado de dos poco habituales, Camavinga y Valverde, que dieron descanso a Modric y Kroos. Al llevar ahí al uruguayo, en lugar de donde apareció en Londres, entró Rodrygo para completar el trío de ataque. También habían variado los laterales, con Marcelo y Lucas Vázquez en lugar de Mendy y Carvajal. Mucho movimiento para preparar el segundo asalto contra el Chelsea que sin embargo no rebajó la capacidad de dominar el partido.
Aleñá y Villar asistían a la línea de cinco y el Getafe conseguía salidas bastante nítidas, pero la amenaza se desvanecía en los dominios de Casemiro. Apenas conseguían conectar con Ünal y Mayoral, y Quique retiró al canterano del Madrid en el descanso para introducir a Sandro.
No se notó. El equipo de Ancelotti mantuvo el mando con el mismo manual. Mecía al Getafe enviando el balón de un lado al otro, y de vez en cuando atacaba las alas, la izquierda con Vinicius y la derecha con Lucas, Valverde y Rodrygo. Este brasileño maneja unas cadencias distintas de las de su compatriota del otro costado. Rodrygo elimina rivales con una especie de deslizarse y una contención en los gestos contracultural. Parece alemán, o tremendamente maduro, por cómo se mueve y por su comprensión del espacio, de cómo aparece, desaparece y cómo se crea. El suyo y el de quienes le rodean. En una de esas maniobras se juntó con Valverde y Lucas: vio dónde escabullirse y, en su trayecto hacia el balón, abrió un páramo para el gallego, al que asistió en el segundo gol.
Faltó quizá el tanto o la jugada clarividente de Benzema, que ha fomentado estos meses la expectativa del asombro cotidiano. Participó, sin embargo, en la cocina de casi todo, y con el 2-0 Ancelotti le procuró algo más de un cuarto de hora de descanso para la Champions del martes. Su salida sí dio lugar a algo extraordinario: Gareth Bale volvió a jugar en el Bernabéu, que no le veía desde otro cuarto de hora en febrero de 2020, cuando entró por Vinicius contra el Manchester City. La pitada fue intensa, con ganas, y él la recibió con una sonrisilla al trote.
Pero el partido ya iba cuesta abajo, y el Madrid tenía bien aferrados los mandos, rumbo ya hacia el Chelsea.
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