El cruce de caminos de Rodri

El mediocentro, que eligió a Guardiola por Simeone para crecer, escenifica como nadie el choque de estilos

Rodrigo protege el balón ante Josh Brownhill, durante el Burnley-Manchetser City (0-2) disputado el pasado sábado.Foto: EUROPA PRESS | Vídeo: AS

Las estadísticas al uso, como el tiempo de posesión o los pases que da un equipo, pueden ejemplificar el choque de paradigmas que representarán este martes en el Etihad Stadium Pep Guardiola y Diego Pablo Simeone. Entre los futbolistas que ejecutarán el duelo, ninguno como Rodrigo Hernández (Madrid, 25 años) escenifica la apasionada confrontación estilística que acontecerá. Con su decisión de abandonar en 2019 el Atlético para fichar p...

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Las estadísticas al uso, como el tiempo de posesión o los pases que da un equipo, pueden ejemplificar el choque de paradigmas que representarán este martes en el Etihad Stadium Pep Guardiola y Diego Pablo Simeone. Entre los futbolistas que ejecutarán el duelo, ninguno como Rodrigo Hernández (Madrid, 25 años) escenifica la apasionada confrontación estilística que acontecerá. Con su decisión de abandonar en 2019 el Atlético para fichar por el Manchester City, después de estar solo un año a las órdenes de Simeone, Rodrigo eligió crecer bajo las ideas de Guardiola y una manera de entender el juego con la que se siente más identificado.

Criado en la cantera atlética, con 17 años decidió marcharse al Villarreal porque los técnicos de la academia rojiblanca no terminaban de verle. Posteriormente, la decisión de su marcha al City no fue fácil desde sus sentimientos. Tampoco desde el empeño que pusieron el club y el propio Simeone por evitar su marcha. No fue un asunto de dinero, porque el Atlético le ofreció una mejora considerable, sino una mera cuestión futbolística. Pocas veces se ha encontrado Miguel Ángel Gil Marín con el caso de un jugador que le hablara del juego antes que de la chequera.

Dos años y medio después de que el City abonará los 70 millones de euros que figuraban en su cláusula de rescisión, el madrileño se ha convertido en el mediocentro más dominante de la Premier League. “Para Pep es un referente porque lo tapa todo. Desde que llegó ha mejorado un montón. Se le ha visto un cambio importante en su juego”, asegura su compañero de club y de selección, Aymeric Laporte. “Cuando uno llega a un nuevo club y a una nueva Liga, tiene que adaptarse. Ya el año pasado estuvo muy bien, pero este está en un nivel increíble”, opina Bernardo Silva.

La evolución de Rodrigo también explica la de su propio técnico hacia un fútbol de transiciones más rápidas y verticales y una permanente intención de jugar en campo contrario. Una de las primeras consignas que Guardiola le dio nada más llegar fue que se olvidara del purismo del tiki-taka. La curva ascendente de algunos de sus registros describe esa transformación. En el Atlético, su media de pases en campo rival era de 30. En el City, empujado por el cambio de estilo, en su primer año dio un salto significativo (40) que ha ido mejorando con los 42 del curso pasado y los 44 que promedia en este. Cualquiera de estos guarismos en campo rival supera el promedio de pases que ha ejecutado en terreno propio en estos dos años y medio (28, 32 y 29). “Ha mejorado, sobre todo, en la colocación y también con el balón. Cuando llegó le costaba, pero ahora está en su mejor momento”, matiza Laporte. La media de pases en el último tercio de campo también ha aumentado progresivamente. En el Atlético daba 12 y en sus dos primeros años en la Premier, 20. En lo que va de esta temporada ha elevado la cifra a 24, con un porcentaje de acierto del 90%. “Entiende lo que necesita el equipo en cada momento. Ha sido capaz de adaptarse para hacerlo en el City. Controla el juego porque juzga bien el espacio y elige el pase adecuado. Tiene esa virtud, como Jorginho o Busquets, de saber si debe participar más o menos en el juego según el partido”, le analiza Azpilicueta, capitán del Chelsea y también compañero en la selección.

Los riesgos que conllevan la atrevida propuesta de Guardiola ponen a prueba la capacidad de Rodrigo para sostener al City en cada partido por todo el espacio que queda libre a sus espaldas si el contrario rompe la presión. La mejora experimentada en la ocupación de los espacios que menciona Laporte ha tenido detrás el trabajo de Juanma Lillo. Con el ejemplo de cabecera del perro guardián que abandona su caseta para ladrar a los intrusos y descuida la entrada. “Hemos intentado ayudarle con Juanma [Lillo] a entender el juego, sobre todo, lo que tiene que hacer el centrocampista de contención. La temporada pasada se movía demasiado. El medio de contención tiene que estar, no moverse. Por ejemplo, si conduces un coche y te mueves al asiento trasero, puedes chocar. Está mejorando la lectura de las situaciones y tiene más presencia defensiva. Ya está perfectamente adaptado a la Premier. Está jugando en un nivel superior. Espero que pueda evitar una caída al final como sucedió, desafortunadamente, la temporada pasada”, explicó recientemente Guardiola en los medios del club.

Ese bajón, por querer jugarlo todo, le pasó factura. No disputó la final de la Champions y lo pagó en la Eurocopa, a la que llegó justo de fuerzas. Para evitar un desplome similar, este curso Guardiola le ha dosificado liberándole de seis partidos de la Premier, dos de la FA Cup y en duelos sin trascendencia de la Champions como el último de la fase de grupos o de la vuelta de octavos contra el Sporting de Portugal después del 0-5 de la ida.


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