Azu Muguruza, la mujer milagro del baloncesto español

La donostiarra lleva 29 años dirigiendo al Club Deportivo Ibaeta, que comenzó siendo un equipo universitario y ahora está asentado en la Liga Femenina Endesa, en la que tan solo hay dos entrenadoras en los banquillos

Azu Muguruza, en un partido del IDK Euskotren. FEB

La normalidad vista con perspectiva se vuelve extraordinaria. Azu Muguruza (San Sebastián, 53 años) se apasionó por el baloncesto jugando con sus compañeras de clase en el patio del colegio Mary Ward de Donosti y, al tiempo que crecía entre canastas, tomó contacto con el oficio de entrenadora enseñando a las niñas de la escuela que siguieron su estela. “Es clave ilusionarse en esa etapa. A mí me encantaba el básquet y también enseñar, así que me preparé para juntar esas dos pasiones y dedicarme al deporte”, relata. Así comienza la historia de un milagro: el de una entrenadora que lleva 29 años...

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La normalidad vista con perspectiva se vuelve extraordinaria. Azu Muguruza (San Sebastián, 53 años) se apasionó por el baloncesto jugando con sus compañeras de clase en el patio del colegio Mary Ward de Donosti y, al tiempo que crecía entre canastas, tomó contacto con el oficio de entrenadora enseñando a las niñas de la escuela que siguieron su estela. “Es clave ilusionarse en esa etapa. A mí me encantaba el básquet y también enseñar, así que me preparé para juntar esas dos pasiones y dedicarme al deporte”, relata. Así comienza la historia de un milagro: el de una entrenadora que lleva 29 años ejerciendo el oficio en el mismo equipo, compaginándolo además con el trabajo de profesora de Educación Física. Toda una hazaña en mitad de la grave anomalía de que haya solo dos mujeres en los 16 banquillos de la Liga Femenina española. “A los alumnos les pido respeto; a las jugadoras, trabajo y humildad… Y a las entrenadoras, les aconsejaría resiliencia, llegará el momento en el que cambien las cosas”, lanza.

Muguruza se licenció en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Ejerció como formadora de cantera y preparadora física en el Juven Saki Baloia y el Gros Loyola, actual Bera-Bera. Y, en 1993, con apenas 25 años, recibió la propuesta que le marcó la vida. La UPV necesitaba una entrenadora para el equipo femenino de la Liga Nacional Universitaria y le ofrecieron el puesto. El proyecto fue creciendo, ascendiendo categorías y profesionalizándose hasta convertirse en el IDK Euskotren, que esta tarde se mide al Perfumerías Avenida (nueve veces campeón) en el partido inaugural de la Copa de la Reina (a las 18.30, en Tdp). Casi tres décadas después, ahí sigue Muguruza, al frente del equipo donostiarra. Su historia es la historia de su club.

“Empecé con naturalidad, sin imaginar nunca que íbamos a alcanzar semejantes objetivos. Pero fuimos recorriendo el camino, cumpliendo etapas, y aquí sigo… aguantando el tirón. Las cosas han ido bien y me siguen aguantando”, explica sin ínfulas la entrenadora donostiarra. “En el día a día no piensas en ese viaje, pero es una auténtica pasada. Empezamos de la nada y mira donde estamos. Y tenemos ambición de seguir consiguiendo más cosas, como culminar la participación en competiciones europeas”, añade Muguruza en su repaso de un currículo tan concreto como intenso. La UPV jugó en categoría universitaria hasta 2001, cuando el equipo llegó a un acuerdo con el Atlético San Sebastián para participar en Primera Nacional con el nombre de UPV Atlético. Y seis temporadas después, en León, logró el ascenso a la Liga Femenina 2, la antesala de la élite y el profesionalismo.

“En ese 2007 llegó el gran salto y el gran cambio”, recuerda Muguruza. “Vimos que el proyecto exigía una dedicación mucho mayor, con mucho más trabajo fuera de pista, para prepararnos y estudiar a los rivales. Yo había hecho de todo, desde ocuparme de la preparación física, dar masajes, vendar tobillos… a todas las tareas que pueda haber en un equipo. Pero el club se dio cuenta de que ya no bastaba con que yo estuviera pululando por todos los lados”, añade Azu, que para entonces ya era madre de dos hijos, Laia (de 23 años, titulada en Administración y Dirección de Empresas) y Ander (de 20, canterano de la Real, que debutó en Primera en 2018) y se secó el Título Superior de entrenadora. La nueva estructura pasó a denominarse Club Deportivo Ibaeta y su hermana Carmen, que dirige su propia empresa y conocía de lejos el mundo de la gestión, pasó a ser la presidenta. Juntas llegaron a ser terceras en el campeonato de España con el equipo del colegio, y juntas han hecho del IDK un modelo de referencia, por estabilidad y resultados, en la Liga Femenina Endesa, categoría a la que ascendieron en 2013, en plena crisis de la competición.

Muguruza recibe el galardón a la mejor entrenadora de España en 2017. FEB

“Una mujer que trabaja, que gestiona un club, que tiene unos hijos y una familia, tiene un día a día terrorífico. Pero no nos sentimos abanderadas de nada, lo vivimos naturalmente”, contó la presidenta en declaraciones a la FEB en 2020. “La estabilidad del proyecto y la política del club no sé si tiene que ver con la manera natural de entender la ambición que tenemos las mujeres, colocando el ego siempre en segundo lugar… o con el carácter guipuzkoano, que somos de pico pala, poco a poco, trabajo duro, poco hablar y mucho hacer”, contó Carmen Muguruza. El IDK de San Sebastián y el Araski vitoriano, presidido por Iratxe Rodríguez, son los dos únicos equipos con entrenadoras en sus banquillos: Azu Muguruza y Madelén Urieta, respectivamente.

“El secreto es persistir”, prosigue Azu, profesora de Educación Física por las mañanas (de alumnos entre 11 y 17 años) y entrenadora de élite por las tardes. “Yo he crecido con muchas entrenadoras en categorías de formación y, sin embargo, cuando llegas arriba piensas ¿qué pasa, donde están las mujeres? Deberían responder los clubes. ¿Por qué no confían en nosotras? Hay muchas capacitadas para estar en esta liga”, subraya Muguruza. “Hay muchas mujeres que, al ver que no llega nunca esa oportunidad, deciden dedicarse a la vida profesional que tenga cada una… no se puede seguir esperando eternamente. Ahí se abre la brecha, por la ausencia de oportunidades”. Azu, galardonada como mejor entrenadora de España, en 2015 y 2017, sigue en la pelea después de haber transformado un equipo de formación universitaria en un club de primera categoría, “a base de alma”, con las chicas de casa al principio y con un vestuario con seis nacionalidades ahora. “Hemos ido creciendo a la vez que la liga se iba recuperando y hemos demostrado estar a la altura para no quedarnos atrás”, explica Muguruza, que no utiliza pizarra ni en sus clases ni en los tiempos muertos. Su camino de 29 años de entrenadora está trazado con indeleble.

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