Miguel Oliveira triunfa en un GP de Indonesia de MotoGP amenazado por una fuerte tormenta
El piloto de KTM gana en Mandalika una carrera que tuvo que retrasarse más de una hora por la lluvia y en la que no participó Marc Márquez por una caída
Una chamán, armada de un cuenco y un par de utensilios, se paseaba por el pit lane del circuito de Mandalika, convencida de que podría influir en el viento y las nubes. Recogía el agua y practicaba un ritual a voz en grito. Quería (quería ella y querían todos) que dejara de diluviar sobre la isla de Lombok. Quería (quería ella y querían todos) que pudiera celebrarse el GP de Indonesia 25 años después. Y se celebró.
Lo hizo, eso sí, con una ausencia notable, la de ...
Una chamán, armada de un cuenco y un par de utensilios, se paseaba por el pit lane del circuito de Mandalika, convencida de que podría influir en el viento y las nubes. Recogía el agua y practicaba un ritual a voz en grito. Quería (quería ella y querían todos) que dejara de diluviar sobre la isla de Lombok. Quería (quería ella y querían todos) que pudiera celebrarse el GP de Indonesia 25 años después. Y se celebró.
Lo hizo, eso sí, con una ausencia notable, la de Marc Márquez, que había empezado el domingo con una caída tremenda que le provocó una fuerte conmoción. Lo hizo pese a la lluvia. Que no dejó de caer. Aunque con menos intensidad a partir de las cuatro de la tarde (hora local), cuando finalmente se abrió el acceso a la pista para que los pilotos de MotoGP pudieran competir aunque fuera una hora y 15 minutos después de lo previsto.
Se celebró el segundo gran premio de la temporada y el ganador tampoco fue ninguno de los favoritos al título. Venció un magnífico Miguel Oliveira, siempre delicado al manillar de su KTM, cualidad especialmente valiosa si el asfalto se presenta empapado y el peligro de caída acecha en cada curva. Se impuso el portugués en una carrera que pedía calma y necesitaba de una muñeca delicada con el gas. La tiene Miguel, el odontólogo de Almada, de 27 años, vida tranquila y nervios de acero. Una paciencia necesaria para triunfar en una prueba por la que se temió en las primeras vueltas, cuando volvió a arreciar la lluvia con fuerza.
De 27 a 20 vueltas
La carrera se había reducido ya de 27 a 20 vueltas cuando empezaron a caer (literalmente) rayos y truenos sobre el circuito indonesio. El motivo no tenía entonces nada que ver con la lluvia. Sino con el asfalto. Cuando los pilotos fueron a entrenarse por vez primera a este nuevo trazado unas semanas atrás las quejas fueron múltiples. El estado de la pista era tan deficiente que hasta se desprendían pequeñas piezas que impactaban sobre los pilotos en plena vuelta rápida.
Dio buena cuenta de ello el brazo de Pecco Bagnaia, que volvió para casa con un gran hematoma en el hombro. Reasfaltada la pista a última hora para la celebración del gran premio este fin de semana, tampoco la solución pareció convencer a los responsables de seguridad. Seguían desprendiéndose partículas del asfalto y dañando los neumáticos. Visto el peligro tras la carrera de Moto3, se decidió acortar las de Moto2 y MotoGP.
Así, en una carrera a 20 giros, con el cielo tan encapotado que se contemplaba la suspensión de la prueba en cualquier momento, los pilotos dejaron la estrategia a un lado y se lanzaron a por el podio. Lo hizo Oliveira desde el minuto uno. Salía desde la séptima posición. Pero arrancó tan bien que ya rodaba tras Quartararo (Yamaha), el hombre de la pole, en unas pocas curvas. Le adelantó. Pero entró en juego también Jack Miller (Ducati), otro de los pilotos que se desenvuelve en estas carreras como pez en el agua. Se disputaron la primera plaza durante las cuatro primeras vueltas. Hasta que el de KTM se afianzó en cabeza. Más convencido. Más fino su pilotaje. Más regular su ritmo. Tanto que tras diez giros ya le sacaba tres segundos y medio al australiano.
Oliveira siguió ampliando su ventaja. Y se confirmó como un piloto magnífico en condiciones extremas como las de este domingo, cuando sumó su cuarta victoria en MotoGP.
Mientras tanto, unos pocos metros por detrás, Miller, Johann Zarco (Ducati) y Alex Rins (Suzuki) se peleaban por entrar en el podio; Jorge Martín (Ducati), que también se movía en el grupo de cabeza, acababa por los suelos y tipos como Bagnaia (Ducati) o Pol Espargaró, más retrasados, sobrevivían a sendas sacudidas de sus motos, incontrolables por momentos sobre los pianos mojados de Mandalika.
De entre todo el pelotón, sacó la cabeza el campeón del mundo, Fabio Quartararo, que logró colarse finalmente en la segunda posición tras vérselas con Rins, con Miller y Zarco, con quien se tocó en plena curva instantes antes de adelantarle. Demostró este domingo el francés que no teme jugarse el tipo por mucho que pese la corona. Y también que no tiene por qué ser un problema la lluvia para la Yamaha, al menos no mientras el asfalto se presente bien mojado como esta vez. “Nunca había sido tan rápido en estas condiciones. Me costó un tiempo darme cuenta de lo bien que estaba rodando”, confesó tras la carrera. Cuando se percató de lo veloz y consistente que era, lo apostó todo a ese segundo puesto que le sabe a gloria.
Tercer clasificado fue Zarco, hombre peculiar donde los haya, que mató el tiempo muerto antes de salir a la pista con una partida de ajedrez. “Hice jaque mate”, contaba, orgulloso, al bajarse del podio. Tras él, Miller y las dos Suzuki de Rins y Mir, de quienes se espera mucho más este curso que el pasado.
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