Guedes dispara al Valencia a la final de Copa
Un latigazo del portugués liquida al Athletic y hace buena la apuesta de Bordalás de jugarse todo el año a este torneo
En un partido de barro y ceniza, de trinchera y bayoneta calada, el pelotón del murciélago capturó el pendón del Athletic y fijó su rumbo hacia la final de La Cartuja del 23 de abril. Tres años después de la conquista de su octavo trofeo frente al Barça de Leo Messi, con el incendio llamando a su puerta, el Valencia rebobinó un recuerdo de días pasados que pensaba que no iba a repetir por su momento complicado como sociedad. Valencia y Athletic igualaron en hambre y deseo, pero un latigazo de Gonçalo Guedes condujo a los blanquinegros a Sevilla, mismo escenario donde se coronó en 2019.
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En un partido de barro y ceniza, de trinchera y bayoneta calada, el pelotón del murciélago capturó el pendón del Athletic y fijó su rumbo hacia la final de La Cartuja del 23 de abril. Tres años después de la conquista de su octavo trofeo frente al Barça de Leo Messi, con el incendio llamando a su puerta, el Valencia rebobinó un recuerdo de días pasados que pensaba que no iba a repetir por su momento complicado como sociedad. Valencia y Athletic igualaron en hambre y deseo, pero un latigazo de Gonçalo Guedes condujo a los blanquinegros a Sevilla, mismo escenario donde se coronó en 2019.
Instalado en el sillón de finalista de Copa, el Valencia ha salvado el curso. La apuesta arriesgada de Bordalás de jugarse su suerte al rojo o al negro en la ruleta de la Copa ha tenido premio. Con el impulso de la clasificación, la temporada, decepcionante en Liga, gana en valor, suaviza las tensiones entre Meriton y el entrenador, y puede permitirle al colectivo, subido a esa ola de confianza, ponerse de puntillas a ver si le alcanza para llegar a Europa. Un soplo de optimismo en otra temporada en la que se presagiaba una nueva tormenta.
El grupo de Bordalás accionó el interruptor del neón de Mestalla y el viejo templo de la avenida de Suecia, una de las cajas de resonancia más potentes de la Liga, recuperó su luminosidad y la sonoridad con la que vibra su cemento y atemoriza a sus rivales. Unidas ante la cercanía de un título, también por el discurso de un enemigo íntimo como Marcelino García Toral, las diferentes tribus de la hinchada del murciélago olvidaron sus rencillas y acudieron a ver la caza del gran león de San Mamés.
El Athletic no pudo agigantar su condición de clásico copero en la caldera de Mestalla. El once de Marcelino, en un partido de alto voltaje, se quedó en la orilla de disputar su sexta final de Copa desde 2009, la tercera seguida. Los de Marcelino, una estructura sólida, comprometida y solidaria, no dieron con un jugador con el desequilibrio de Guedes o Bryan Gil.
Bordalás y Marcelino se parecen tanto tácticamente como se distancian en sala de prensa; no obstante, el técnico del Valencia sorprendió al del Athletic con una tripleta de centrales y dos laterales largos. Finalmente, José Luis Gayà entró en el once, aunque lesionado y mermado en su potencial. El capitán quiso sumar, pero apenas duró media hora, víctima del elevado ritmo de juego. Del once rojiblanco se cayó De Marcos a última hora por problemas estomacales.
La salida de Gayà provocó la entrada de Lato, su recambio natural, que pareció lesionarse en su primera acción. Marcelino vio la brecha y tocó carga sobre ese costado para castigar al valenciano, pero fue Iñaki Williams, en el lado contrario, el que se plantó delante de Mamardashvili para hacer el primero. Lo evitó el meta georgiano. Vestido de negro, como Iribar, Mama desbarató todos los lanzamientos del Athletic. En la acción siguiente, Guedes cazó un despeje corto y frontal de Yeray, y soltó su característico latigazo con la derecha para golear cuando el equipo, muy precipitado, estaba sometido. En el tiempo añadido del primer acto, Bryan Gil no estuvo preciso en un pase sobre Hugo Duro y Soler, escorado, no pudo superar a Agirrezabala. Más sereno, el Athletic, con Williams rompiendo al espacio, desperdició dos mano a mano ante Mamardashvili que recordarían los rojiblancos al final del duelo.
En la segunda mitad, el sistema defensivo del Valencia y su portero frenaron las transiciones del bloque rojiblanco. El Valencia también transitó con velocidad, con Gonçalo Guedes, el jugador diferencial que desniveló el duelo, veloz e inteligente para acelerar o administrar las contras. Soler remató de chilena y Mama neutralizó, con tranquilidad, el balón parado del Athletic. Agirrezabala en la prolongación mantuvo al Athletic hasta el final en el partido obstruyendo una acción de Soler. La noche fue valencianista.
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