Las mil vidas de Augusto Lima
El líder moral y estadístico del Murcia cierra el círculo tras el viaje infinito que emprendió a los 15 años desde Río. Este viernes se enfrenta en los cuartos al Valencia
Nadie en la familia de Augusto Lima (Río de Janeiro, Brasil, 30 años) entendió el porqué de su pasión por el baloncesto. Cuando, a los 12 años, el estirón del crío rompió todos los percentiles, primero llegó la decepción por tener que descartar el fútbol como horizonte, y, después, el empeño de sus padres por recomendarle enfocarse al voleibol. “Mi única relación con el baloncesto era un primo segundo de mi padre que era árbitro”, cuenta el pívot del UCAM Murcia, que atiende a EL PAÍS antes de medirse al Valencia en los cuartos de la ...
Nadie en la familia de Augusto Lima (Río de Janeiro, Brasil, 30 años) entendió el porqué de su pasión por el baloncesto. Cuando, a los 12 años, el estirón del crío rompió todos los percentiles, primero llegó la decepción por tener que descartar el fútbol como horizonte, y, después, el empeño de sus padres por recomendarle enfocarse al voleibol. “Mi única relación con el baloncesto era un primo segundo de mi padre que era árbitro”, cuenta el pívot del UCAM Murcia, que atiende a EL PAÍS antes de medirse al Valencia en los cuartos de la Copa (18.30, Movistar). El líder moral y estadístico (8,1 puntos, 7,1 rebotes y 14,6 de valoración) del equipo de Sito Alonso llega a Granada dispuesto a remangarse para poner a Murcia —”la ciudad desconocida”— “lo más alto posible”.
Su determinación y la fascinación por los vídeos de Oscar Schmidt y Michael Jordan le impulsaron a seguir la senda de la canasta y no se equivocó. “Soy hijo único y mis padres sabían que volaría pronto de casa. Siempre fui un niño inquieto, quería salir, aprender, nunca tuve miedo a los cambios… y luego lo he demostrado en mi carrera”, explica Lima rememorando un viaje que, tras un paso fugaz por el Fluminense y el São Paulo, le llevó a Europa con apenas 15 años. “Pocos lo saben, pero probé durante un mes con el Baskonia. Me ilusionaba jugar allí por seguir el camino de Tiago Splitter y Marcelinho Huertas. Pero no salió bien el plan y acabé en el Unicaja”, confiesa. “Visto en perspectiva, me vino bien porque no me hubiera adaptado a tanto frío”, valora entre bromas y veras.
“Soy quien soy gracias a Málaga y a Aíto. Te enseñan a ser personas”
Su aterrizaje en Málaga mezcló la evolución deportiva con el contraste vital. “Salí desde el último sitio de Río y llegué a Málaga, que era una ciudad grande, con instalaciones increíbles. Cada día veía Mercedes y BMW’s por las calles, a obreros que tenían Audis, y yo decía ¿pero dónde estoy? Llegué antes de la crisis y había mucho dinero. Me sentía muy pequeño en ese mundo, pero sabía lo que quería”, rememora Lima antes de abrir la lista de agradecimientos. “Soy quien soy gracias a Málaga y gracias a Aíto (García Reneses). Es una cantera donde más que a jugar al baloncesto nos enseñaron a ser personas”, recalca. Una lesión de Printezis le abrió la puerta del primer equipo para debutar en la ACB en 2010, con apenas 19 años.
En ese momento, sus padres, que viajaban a verle en navidades, asimilaron por fin que su hijo iba a hacer carrera en el baloncesto. Un camino sin tregua cuyo siguiente paso fue hacer la mili precisamente en Granada, donde estuvo cedido en 2011. “Ese año descendimos, pero fue un punto de inflexión en mi carrera. Rompí el contrato con Unicaja, que ya no contaba conmigo, y me relancé definitivamente en Murcia. Pude hacer grandes números y vivir grandes momentos”. Una pujanza que llevó al cuadro murciano a competir con el Madrid en el playoff de cuartos de la Liga 2015-2016.
“Jasikevicius te pide el cien por cien. Nos gritaba de manera salvaje”
Para entonces, el nombre de Lima ya estaba en la lista del Madrid que, al año siguiente, le incorporó a sus filas. “El sueño de cualquier niño de mi país era jugar en la NBA y si no en el Real Madrid o el Barça. Es lo más alto que puede llegar un deportista. Fue un periodo corto, pero tengo los dos títulos en la estantería (Copa y Liga) y cada día me acuerdo de ellos”. Al acabar la temporada, el club blanco le propuso salir cedido al Zalgiris y pasó de las manos de Laso a las de Jasikevicius. “Pablo es un gran entrenador, sobre todo porque sabe gestionar muy bien sus armas, sabe gestionar el vestuario. Y Saras es un entrenador nuevo, que viene de una brillante carrera de jugador, y que impulsa al jugador a que dé el cien por cien cada día. Nos gritaba en los entrenamientos y en los partidos de manera salvaje. Se ponía que parecía que iba a morir. Vive así el baloncesto. Es su adn. Así morirá y así ganará”, analiza Lima.
En mitad de la lucha por el título de la Liga lituana, Jasikevicius concedió permiso a Lima para viajar a Murcia y asistir al nacimiento de su hija Alba, que en mayo cumplirá cinco años. ”¿Tienes hijos? Cuando los tengas, lo entenderás. Cuando seas padre entenderás que es lo más importante en la vida. Es la mejor experiencia del ser humano”, espetó Saras al periodista que cuestionó la ausencia de Lima.
”Me arrepiento de haberme ido de Kaunas, pero he tenido mucha suerte y me han querido en todos los sitios en los que he estado”, confiesa Lima, que pasó por Estambul y Xinjiang (China) antes de regresar a España para hacer historia con el Burgos y cerrar el círculo en Murcia. “Cada uno tiene su camino. Tengo 30 años, pero he vivido muchas vidas. Esto es como en el baloncesto, vas a fallar mucho, pero cuando menos te equivoques mejor”, cierra.
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