El Real Madrid gana y gana
El conjunto blanco, sin poder jugar a la contra, tira de oficio y levanta su 12ª Supercopa a hombros de Modric, el jugadorazo del torneo, frente a un Athletic con orgullo hasta el final (0-2)
El Real Madrid no discute. Y poco le discutió el Athletic, salvo en los últimos parpadeos. En el Real solo se debate sobre el resultado, la vía poco importa. Nada de monsergas sobre el estilo y otras gaitas, defienden intramuros los madridistas. Lo mismo da que desde algunos sectores se le afee el juego a la contra, como si fuera cuestión menor de equipos pedestres. Pero al conjunto de Ancelotti no le faltan recursos. Gana de mil maneras. Si no le dejan vol...
El Real Madrid no discute. Y poco le discutió el Athletic, salvo en los últimos parpadeos. En el Real solo se debate sobre el resultado, la vía poco importa. Nada de monsergas sobre el estilo y otras gaitas, defienden intramuros los madridistas. Lo mismo da que desde algunos sectores se le afee el juego a la contra, como si fuera cuestión menor de equipos pedestres. Pero al conjunto de Ancelotti no le faltan recursos. Gana de mil maneras. Si no le dejan volar, como hizo el Athletic mientras mantuvo el pulso, tira de oficio. Del oficio de futbolistas enciclopédicos como Modric, Kroos, Benzema... Con más solvencia que otra cosa mandó al garete al conjunto de Marcelino. Fue una actuación coral, esta vez sin el sonajero de Vinicius, pero a hombros de Modric y con el sostén de Courtois.
Una alerta tuvo el belga, con un penalti de última hora a favor de Raúl García tras una clara mano de Militão, y lo resolvió con un rechace de puntera con la bota izquierda. Courtois, aunque sea por un segundo, siempre está. Su parada despejó cualquier sueño final de los rojiblancos.
Por más que apretó el Athletic hasta el final, la Supercopa de España fue blanca. Los leones se quedaron a un paso, lo que no rebaja la pujanza de este club dinástico y tan universalmente singular. Compitió bien el Athletic, con gente cuajada y otros con buena pinta que están por llegar. Pero no es un equipo categórico, sobre todo cuando debe envidar en ataque. Tiene sus vetas, pero le separan escalones de este Madrid en el que la mayoría suma y suma sea cual sea el formato del partido.
¡Aquí no corre ni dios! En Riad, nadie disimuló la consigna. La misma para el Athletic que para el Real Madrid. Dos equipos a los que les gusta abreviar sus ataques. Por algo no hubo testamentos de Vinicius y Williams, cometas de ambos equipos. No son conjuntos a los que les guste cantar una nana con la pelota, les va la mecha para armar el taco. No en esta final, neutralizados unos y otros durante buena parte del encuentro. Todos obligados a expresarse en ataques más estáticos, a descerrajar habitaciones cerradas. No se destapaba el cuadro de Marcelino, siempre con varios antidisturbios por detrás de la pelota. Un calco de su rival. Un partido macizo, alterado por acción de Alaba, al que rebotó la pelota en el brazo de apoyo sobre el suelo. Sostienen los rectores arbitrales de turno que eso ya no es penalti. Que así sea... salvo que algún prócer cambie de idea sobre la marcha. Que nadie lo descarte.
Nadie tenía opciones de jugar al solitario. Apagado Vinicius, sin pista, solo Rodrygo tenía horizontes. Sin calle libre Williams, el Athletic gravitaba sobre Sancet, jugador con repertorio y muy sagaz para buscarse el espacio donde no enhebra un alfiler. Todo parejo, sin muchos avisos para Unai Simón y mucho menos para Courtois. El Real Madrid, a merced de la visión cenital de Kroos y el infinito observatorio de Modric. Pocas veces se ha visto a un futbolista que corra tanto como piensa. Con el croata sobre el césped siempre cabe pensar que hay más de un Modric, muchos Modric. El Modric Peter Pan de espíritu juvenil que trastea por todos los sectores como si a estas alturas debiera ganarse las habichuelas de cada día. Y está el Modric decano de chistera, y el que descifra el partido al dedillo. Modric es FÚTBOL. El jugadorazo del torneo.
Con el Athletic en plan convoy, abrochado en la zaga y sin aventuras, el choque discurría sin llamaradas, todo muy atado, cuando Rodrygo aceleró por el costado derecho del ataque blanco. Mucho se hundió la defensa rojiblanca. No había motivos, puesto que apenas Benzema se dejaba ver en la selvática trinchera de Unai. Consecuencia, los centinelas de Marcelino no intimidaron a Modric, que como queda dicho desde tiempo inmemorial no es un piernas precisamente. Cierto que el croata no había marcado en todo el curso, pero Modric, de pies obedientes, puede ser clínico. Lo fue. Su disparo de cirujano resultó imposible para Unai. Un tiro combado de Sancet cerró el primer acto, en el que el Madrid, ese Madrid al que había que medir sin campo abierto, tuvo más poso. Al Athletic, equipo bien estructurado, le faltan tambores en vanguardia.
Cintura y mandíbula
No se demoró el Real tras el descanso. Con aire gobernante, de nuevo manejó con soltura el partido. Sin nada sublime, pero firme. Para sellar el triunfo, una mano de Yeray, que sacó un brazo al viento en un remate de Benzema. Un vistazo al VAR y penalti. Unai se estiró como un tirachinas, pero el arreón de Benzema le superó. Media final en el zurrón blanco. A los leones les tocaba remar, pero no hubo resquicio en las filas de los de Ancelotti, formación mosquetera cuando se trata de apiñarse y dejar que el partido navegue sin sobresaltos.
De nada le sirvió al Athletic la intervención de Marcelino, con Nico Williams, Raúl García y Yuri reclutados a filas. Emergió entonces el Madrid del repliegue, ese Real que se va a las cuerdas y espera el gancho definitivo. Cargó y cargó el Athletic, pero a su adversario no le faltaron cintura, mandíbula y remangue para la resistencia. Al carajo el método. Esto va de ganar, subrayan en la casa blanca. Así gana el Madrid, al menos este Madrid de nuevo entronizado en un torneo tras una temporada de sequía. Su 12ª Supercopa.
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