N’Kono: “La Copa de África parece una fiesta pero hay más rivalidad que en Europa”
El portero de la legendaria selección de Camerún que conquistó el torneo en 1984 reflexiona sobre la edición que comienza este domingo en su país
Hizo falta un prodigio de la elasticidad y la anticipación como Thomas N’Kono (Dizangué, 1956) para romper la barrera secular que separaba el gran fútbol de África del mejor fútbol de Europa. Fue dos veces Balón de Oro africano, en 1979 y 1982; cinco veces campeón de África con su club, el Canon Yaoundé; y campeón de la Copa de África con Camerún en 1984. Ahora trabaja para el Espanyol, que es su casa desde hace 40 años. Ayer hizo un alto en la jornada para contar algo de su vida y de la ...
Hizo falta un prodigio de la elasticidad y la anticipación como Thomas N’Kono (Dizangué, 1956) para romper la barrera secular que separaba el gran fútbol de África del mejor fútbol de Europa. Fue dos veces Balón de Oro africano, en 1979 y 1982; cinco veces campeón de África con su club, el Canon Yaoundé; y campeón de la Copa de África con Camerún en 1984. Ahora trabaja para el Espanyol, que es su casa desde hace 40 años. Ayer hizo un alto en la jornada para contar algo de su vida y de la Copa de África que comienza este domingo en su país.
Pregunta. Se cumplen cuatro décadas desde que usted dejó Camerún para fichar por el Espanyol. ¿Qué significó?
Respuesta. Pasar de África a una gran liga europea era un salto mucho más grande y más difícil hace 40 años que ahora. Entonces solo jugaban dos extranjeros por equipo. Para ocupar una plaza de extranjero y hacerlo además como portero había que marcar las diferencias.
P. La portería es un puesto extremadamente técnico. ¿Usted cómo aprendió?
R. Hasta los 17 años, en la calle. Después tuve la suerte de que me entrenara Vladimir Beara, uno de los mejores porteros de Europa en los años 50 y 60. Jugó en el Hajduk Split y en la selección de Yugoslavia. Él me pulió casi todos los gestos técnicos y me enseñó a sacrificarme.
P. Usted fue famoso por descolgar centros con una mano. ¿Eso lo aprendió con Beara?
R. Él me puso herramientas para ejecutar los pasos para atacar los balones, para blocarlos o para despejar de puños. Me fabricó un péndulo donde yo podía calcular la trayectoria del balón y medir mi salida. También hizo construir un muro donde yo me pasaba más de media hora todos los días, golpeando y blocando el balón que rebotaba. El muro estaba dividido en cuadrículas con números a los que tenía que dirigir el saque. Con esas herramientas sencillas fui mejorando mi forma de ejecutar con precisión.
P. Camerún es un país pequeño que a finales de los 70 puso sobre el terreno a la selección más competitiva de la historia de África. ¿Cómo se produjo ese progreso desde la nada?
R. Después de perder la Copa de África en 1972, la siguiente generación, que fue la mía, tuvo que cambiar de mentalidad. Hicimos una preparación militar. Jugamos el Mundial Militar en Alemania en 1975 y quedamos cuartos. Y tuvimos la suerte de contar con maestros que nos enseñaron casi todo. Sobre todo en el aspecto físico, nos convirtieron en el equipo mejor preparado de África.
P. ¿Pero cuál fue la estrategia?
R. Camerún pidió ayuda a la federación de Yugoslavia. Así llegaron cuatro técnicos yugoslavos. Eran muy científicos. El seleccionador nacional era Beara y me llamó con 17 años. Nosotros aprovechamos todos esos conocimientos que trajeron los yugoslavos, que son la base de los ejercicios de entrenamiento que hoy sirven para preparar a los mejores porteros. Son casi los mismos ejercicios de fuerza y de análisis.
P. ¿Quién es el mejor portero africano en la actualidad?
R. El senegalés Édouard Mendy [portero titular del Chelsea] es el más completo.
Los países que más han avanzado han sido los países del norte de África, que han tomado muchos jugadores nacidos en Europa
P. Usted se hizo célebre por lanzar los contragolpes. En la selección lo hacía mucho habilitando a Roger Milla. ¿Prefería la mano o el pie?
R. El reglamento ha cambiado bastante. Entonces teníamos la ventaja de que si nos pasaban el balón atrás lo podíamos coger con la mano, y si jugábamos rápido generábamos jugadas de peligro. En este momento el de portero es el puesto al que más se le exige en todos los aspectos. Primero, porque el portero debe percibir muy bien el juego, defender bien y saber jugar con una defensa muy adelantada. Hace 30 años los porteros se dedicaban más a defender. No era tan importante conservar el balón o tener una buena salida. Hoy eso es fundamental.
P. En 1990 Camerún se convirtió en la primera selección africana en llegar a cuartos de final de un Mundial. ¿Cómo ha evolucionado el fútbol africano desde entonces?
R. Hemos aprovechado la formación en los clubes europeos. Ahí han empezado a competir casi todos nuestros jugadores. Los países que más han avanzado han sido los países del norte de África, que han tomado muchos jugadores nacidos en Europa. Los demás países trabajan desde la base y eso hace que tarden muchos más años en armar equipos exitosos. Donde creo que África debería incidir mucho más es en el aspecto organizativo. El día que lo consigan crecerán más rápido.
P. ¿Qué espera de esta Copa de África?
R. Tenemos la responsabilidad de organizar la mejor Copa de África de la historia, la primera con 24 naciones. Solo espero que el Covid no castigue tanto. ¡Es una enfermedad tan rara!
P. ¿Hay algo que distinga a este torneo de la Copa América o de la Eurocopa?
R. Parece una fiesta pero las exigencias son bastante grandes. Hay una forma de entender los partidos muy particular. El aspecto ambiental, la aclimatación a la atmósfera y a la temperatura, a todo tipo de campos, puede ser clave. Es un torneo corto y muy complicado en el que la adaptación rápida brinda un margen muy alto para ganar. Las selecciones rivalizan más que en otros continentes y los arbitrajes también son más difíciles. El juego es mucho más físico que en Europa.
Mané y Salah son los mejores jugadores africanos. Pero una cosa es lo que demuestran en el Liverpool y otra lo que tendrán que demostrar en África. Son dos mundos totalmente opuestos
P. ¿Cuáles son los mejores futbolistas de África?
R. Sadio Mané y Mohamed Salah. Sin duda. Son unos fenómenos. Dignos representantes del fútbol africano. Pero una cosa es lo que demuestran en el Liverpool y otra lo que tendrán que demostrar en África. Son dos mundos totalmente opuestos. El Liverpool es un equipo muy bien organizado. Senegal y Egipto no tienen nada que ver.
P. Se suele distinguir entre el fútbol creativo del Magreb y el fútbol físico del trópico. ¿Esta división es acertada?
R. Una cosa es cierta: cada país tiene su manera de jugar.
P. ¿Quiénes son los favoritos?
R. Argelia lleva 27 partidos sin perder. Es el primer candidato. Después hay un grupo en el que pondría a Senegal, a Marruecos, y también a Camerún. Los cameruneses tenemos un gen competitivo que no tiene precio. En una competición tan corta esto es muy importante.
P. Roger Milla tenía pies ligeros y piernas potentes, como Samuel Eto’o, y también como Mbappé. Gracias a esa morfología cambiaba de ritmo y dirección a una velocidad inalcanzable. ¿Usted diría que esto es un rasgo genético del jugador de Camerún?
R. El padre de Mbappé nació en Camerún. Todos estos jugadores tienen estas cualidades innatas. Han nacido rápidos. Es un don. Luego hay que pulirlo a base de trabajo.
P. ¿En qué se parecían Milla y Eto’o cuando pisaban el área?
R. Tuve la suerte de conocerlos a los dos. Con Roger competimos en el mismo equipo y a Samuel lo entrené en la selección. Los dos se parecían en las ganas. Querían ser los mejores. Los dos tenían este mismo deseo. Técnicamente eran iguales. Solo se diferencian en la edad.
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