El Celta emerge y Loren marca desde 50 metros

El Celta marcó el paso, vio puerta al inicio de la primera y de la segunda parte y todo le fue rodado, justo lo que necesitaba un equipo que apenas había ganado un partido de los nueve que había disputado en su casa. Necesitaba sensaciones el equipo que dirige Chacho Coudet, pero sobre todo lo que precisaba era cantar victoria en Balaídos, sentir el afecto y la alegría de su hinchada. Lo consiguió porque además de golpear en los com...

El Celta marcó el paso, vio puerta al inicio de la primera y de la segunda parte y todo le fue rodado, justo lo que necesitaba un equipo que apenas había ganado un partido de los nueve que había disputado en su casa. Necesitaba sensaciones el equipo que dirige Chacho Coudet, pero sobre todo lo que precisaba era cantar victoria en Balaídos, sentir el afecto y la alegría de su hinchada. Lo consiguió porque además de golpear en los comienzos fue constante y trabajador en todo lo que siguió. Consciente el equipo de lo que le penalizan sus desatenciones defensivas, se aplicó en esa faceta, se juntó y apenas le dio opciones al Espanyol, que pocas cosquillas le hizo.

Los pericos también cargan con su cruz. No ganan a domicilio. En Vigo se mostraron romos, ni siquiera avivados por encajar un gol en el segundo minuto de partido, tras sacar de centro y ser incapaces de hilvanar más de dos toques seguidos al balón. El Celta le propinó un sopapo, una pared en el balcón del área entre Santi Mina y Iago Aspas que el primero pasaportó a la red. Pareció tan fácil como grosero para la zaga españolista.

La batalla de la intensidad la perdió el Espanyol, gélido, como desapasionado, incapaz de descifrar los espacios entre las dos líneas traseras de cuatro hombres que dispuso en esta ocasión Coudet para articular el repliegue. Denis Suárez, en el banquillo, no tuvo de inicio espacio en esa ecuación. El caso es que el Celta cerró caminos, sobre todo hacia Raúl de Tomás, que apenas apareció en una descarga a la que acudió al círculo central para activar una contra en la que Melendo, y Aleix Vidal se engranaron para dejar a Puado en solitario ante Dituro, solvente con la mano izquierda fuerte para sacar un remate raso.

Ese puñal llegó al filo del descanso. No hubo más y esa es una gran noticia para el Celta, la mejor seguramente. Porque todo lo demás lo tiene. A Aspas, por ejemplo, que apareció nada más regresar del descanso para desde su posición favorita, en el pico del área y acostado al flanco derecho, sacar la mirilla de su zurda para colocar un remate en el palo más lejano. La pelota golpeó la cepa, se fue a la red y todo se le aclaró aún más al Celta, que ya tenía a Denis Suárez en el campo tras salir dolorido Fran Beltrán. Además, siempre disponía del talento de Brais Méndez, que pudo marcar el tercero tras exhibir una de esas delicatessen que guarda en su despensa.

Tuvo hambre el Celta. Fue ambicioso porque además entendió que, si no quería problemas atrás, lo más aconsejable era ir al frente. Lo padeció el Espanyol, con problemas para salir con la pelota jugada y sin talla para articular una opción que conllevase atajos. Su técnico, Vicente Moreno, movió el banquillo antes de la hora de juego, relevó a tres hombres, buscó un nuevo aire por los flancos con Puado y Melamed en la misión de abastecer a dos puntas, Loren y RDT.

Pero no hubo caso. El Celta movió la pelota entra la inacción rival y se permitió un festival en el que Denis Suárez disfrutó de un final feliz con un el gol que sentenció el triunfo para su equipo antes de que el Espanyol se redimiese antes de los tres pitidos finales con un gol de bandera de Loren, que en una posición lateral y a 50 metros de la portería dejó un regalo para la vista, pero irrelevante en la suma final. Ahora en Vigo pueden darle la vuelta a la estadística y colegir que en las últimas siete jornadas apenas en una dejaron de sumar.

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