Christian Eriksen sueña con jugarse la vida
La estrella del fútbol danés, que sufrió un paro cardiaco durante la Eurocopa, genera un debate científico y jurídico al pretender volver a competir auxiliado por un desfibrilador implantado
Christian Eriksen ha vuelto a poner su corazón a prueba. Armado de un desfibrilador cardiovascular implantable como quien se aferra a un salvavidas, a sus 29 años la mayor estrella del fútbol de Dinamarca se siente tan tentado por la idea de regresar a la competición, que parece dispuesto a olvidar que el pasado 12 de junio ...
Christian Eriksen ha vuelto a poner su corazón a prueba. Armado de un desfibrilador cardiovascular implantable como quien se aferra a un salvavidas, a sus 29 años la mayor estrella del fútbol de Dinamarca se siente tan tentado por la idea de regresar a la competición, que parece dispuesto a olvidar que el pasado 12 de junio permaneció clínicamente muerto sobre la hierba del Parken de Copenhague tras sufrir un paro cardiaco cuando disputaba el Dinamarca-Finlandia de la Eurocopa de fútbol.
Cinco minutos tardaron los médicos en reanimarlo mientras yacía inerme ante la multitud horrorizada. Este jueves, seis meses después del síncope, Eriksen informó de que se entrena en el campo del Odense, el club en el que inició su carrera como juvenil. El primer mensaje público de la gran estrella del fútbol danés apunta en la dirección que señala su entorno desde hace semanas. Quiere fichar por un club que le permita reanudar su carrera profesional. El empeño ha desatado un intenso debate médico y jurídico que sitúa a los cardiólogos en el centro de la escena.
“Aunque nos duela decirlo, Eriksen no es una persona sana”, señala Araceli Boraita, jefe del servicio de cardiología del Centro de Medicina del Deporte, adscrito al CSD. “Es un enfermo. Nadie que esté sano sufre una muerte súbita y él ha tenido la suerte de que lo reanimaran. Volver a ponerse en situación de extenuación, de descarga de adrenalina, de emoción fuerte, va a producirle descargas de adrenalina que le expondrán a un riesgo”.
Aunque nos duela decirlo, Eriksen no es una persona sana. Nadie que esté sano sufre una muerte súbita y él ha tenido la suerte de que lo reanimaranAraceli Boraita, jefe del servicio de cardiología del Centro de Medicina del Deporte, adscrito al CSD
Eriksen no ha vuelto a hablar en público. Sus amigos insisten en que pretende jugar al fútbol en el máximo nivel y que el Ajax está entre sus destinos más verosímiles, dado que en Holanda no existen tantas restricciones médicas ni jurídicas para los deportistas que deciden seguir compitiendo con desfibrilador. Preguntado al respecto, el agente del jugador, Martin Schoots, no responde. Los médicos que le atendieron también callan en lo sustancial. Si existe un diagnóstico que explique la causa de su paro cardiaco, quienes le examinaron tras el accidente no lo han revelado. Oficialmente, no hay patología.
“Realmente no sabemos qué le ha sucedido a Eriksen”, dice Enrico Castellacci, presidente de la Asociación de Médicos de Clubes de Fútbol de Italia. “Una cosa es cierta: si le han puesto un desfibrilador subcutáneo el chico está en riesgo de sufrir otra crisis”.
La posición de los cardiólogos italianos fue decisiva para que el Inter de Milán, el club que le contrató en 2020, informara a Eriksen de que no le consentiría competir bajo su escudo. En la memoria de los clubes de la Serie A pesa la muerte del capitán de la Fiorentina, Davide Astori, en 2018, origen de una investigación que culminó en la condena del médico del equipo por negligencia. “Desde el punto de vista jurídico en Italia es distinto respecto a los demás países”, dice Castellacci. “Aquí la ley impone el examen agonístico para autorizar al deportista a la práctica del deporte. El protocolo es rígido. Una vez que pasas la prueba, jurídicamente es el médico quien asume toda la responsabilidad. En el norte de Europa las pruebas de idoneidad no están previstas legalmente y en ocasiones la responsabilidad la asume el propio jugador, que firma un documento liberatorio de la responsabilidad del médico. Esto en Italia no es posible. Aquí los médicos se lo piensan tanto que con frecuencia no emiten el certificado. Eso le sucede a Eriksen. Puede que en Holanda o en Dinamarca le den la idoneidad. En Italia difícilmente la podría tener”.
“El desfibrilador subcutáneo en un juego de contacto como el fútbol supone otra incógnita”, concluye Castellacci. “El futbolista siempre se expone a una patada, un golpe, un codazo. Esto puede comprometer el aparato que tienes bajo la piel y luego no desfibrile en caso de crisis cardíaca”.
El desfibrilador subcutáneo en un juego de contacto como el fútbol supone otra incógnita. El futbolista siempre se expone a una patada, un golpe, un codazo...Enrico Castellucci, presidente de la Asociación de Médicos de Clubes de Fútbol de Italia
Araceli Boraita es igual de escéptica: “Aunque él piense que tiene un aparato que le va a salvar la vida si tiene una arritmia... Puedes tener una arritmia tras otra y el aparato dar descargas y descargas, y se puede uno morir, incluso tratándose. El desfibrilador no es un mecanismo que exista para volver a jugar sino para protegerte en tu vida cotidiana”.
Miembro de la Sociedad Europea de Cardiología y experto español de referencia en fisiología del corazón en el mundo del fútbol, Luis Serratosa alumbra un resquicio esperanzador cuando indica que la última generación de desfibriladores son más adaptables a los deportistas de elite. “Depende del tipo de desfibrilador”, observa. “Hoy se pueden encontrar soluciones. Se puede poner a la derecha, debajo de la axila, en una zona menos expuesta. Y se pueden poner protectores del desfibrilador. Pero es cierto que no deja de ser un cacharro que tienes en el pecho. Hay gente que lo lleva bien y gente que no”.
Serratosa recuerda que desde 2015 en Estados Unidos los cardiólogos deportivos comenzaron a ponderar favorablemente la seguridad de los desfibriladores implantados en deportistas, siempre que se cumplieran unas condiciones mínimas. “Hay que descartar que Eriksen tenga alguna enfermedad del músculo del corazón”, dice, “alguna miocardiopatía, como la que padecía Antonio Puerta. Le habrán hecho pruebas de imagen. Él venía del Tottenham, donde le había monitorizado Sanjey Sharma, uno de los mayores expertos del mundo en cardiología del deporte. Si le vio Sanjey no tenía nada hasta 2020 cuando ficha por el Inter. Eso puede hacer pensar que lo que le ha producido la arritmia puede ser algo muy oculto que le pudo producir algún tipo de trastorno eléctrico”.
”Si se trata de una enfermedad eléctrica, puedes ponerle un desfibrilador y podemos discutir si puede seguir compitiendo. Pero no creo que en España quede claro que el médico quede eximido de responsabilidad en caso de muerte. Aunque el deportista lo firmeLuis Serratosa, fisiólogo especializado en el corazón con 20 años de experiencia en el fútbol de elite
”Si se trata de una enfermedad eléctrica, puedes ponerle un desfibrilador y podemos discutir si puede seguir compitiendo”, señala Serratosa. “Pero no creo que en España quede claro que el médico quede eximido de responsabilidad en caso de muerte. Aunque el deportista lo firme. En Estados Unidos esto es corriente, e incluso algunos deportistas a los que se les ha prohibido competir han demandado al médico apelando a la constitución. En Europa conozco los casos de Daley Blind en el Ajax y Anthony van Loo en la Liga Belga, que han jugado con desfibriladores. Van Loo tiene una cardiopatía, y de repente sufría una arritmia, el desfibrilador le daba un choque, se retiraba, descansaba un tiempo... Y así siguió jugando varios años”.
La evolución tecnológica opera en favor de los osados. En 2017 la Universidad de Yale publicó la primera parte del estudio realizado en 393 deportistas portadores de un desfibrilador, la mayoría competidores en las ligas universitarias. El 30% habían sufrido una arritmia grave o una desfibrilación antes del implante, y el informe demostró que entre 2010 y 2017 no se produjeron muertes, ni fallos en la desfibrilación, o lesiones derivadas de arritmia o shocks durante la práctica del deporte. “Hubo 46 casos de deportistas que recibieron un shock del desfibrilador durante la competición o el entrenamiento, un 3% por año”, señaló el estudio. “El número de shocks registrados durante la competición no fueron superiores a los registrados durante otras actividades”.
Rafael Ramos, que fue presidente de la Asociación Española de Médicos de Equipos de Fútbol, subraya la cuestión económica: “Aquí la responsabilidad final de cualquier situación la tiene la mutua laboral. En caso de baja, solo paga el máximo que puede cobrar un trabajador del fútbol, y no son más de 3.000 euros”.
“Lo que veo difícil”, juzga Serratosa, “es que Eriksen encuentre un club que le quiera pagar lo que pide con un contrato asegurado al uso. Porque ¿cómo se establece el porcentaje del riesgo?”.
Christian Eriksen ha hecho el cálculo. Quiere ser él quien decida cuándo retirarse del fútbol aunque le cueste otro síncope.
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