Delanteros secos en un campo anegado
Ni Levante ni Athletic consiguen su objetivo de ganar en un partido pésimo
En medio del aguacero, jugando sobre una laguna en la que podrían anidar las ranas que dan el apodo de granota al Levante, el equipo azulgrana siguió su penar. Continúa sin ganar un partido en el campeonato, a pesar de ese entusiasmo que frente a un Athletic tan apagado como el color de su camiseta en la noche valenciana, con la que solo cosecha empates a domicilio, no le alcanzó para sumar los tres puntos. Tampoco a los hombres de Marcelino, inofensivos en ataque, encomendados a Iñigo Martínez y Yeray, dos rocas en el centro de la defensa, y a Unai Simón, que mostró su jerarquía, sobre...
En medio del aguacero, jugando sobre una laguna en la que podrían anidar las ranas que dan el apodo de granota al Levante, el equipo azulgrana siguió su penar. Continúa sin ganar un partido en el campeonato, a pesar de ese entusiasmo que frente a un Athletic tan apagado como el color de su camiseta en la noche valenciana, con la que solo cosecha empates a domicilio, no le alcanzó para sumar los tres puntos. Tampoco a los hombres de Marcelino, inofensivos en ataque, encomendados a Iñigo Martínez y Yeray, dos rocas en el centro de la defensa, y a Unai Simón, que mostró su jerarquía, sobre todo en un remate a botepronto de De Frutos en la recta de meta del partido.
La primera parte fue un sinsentido, ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio parecían cantar los 22 del césped, voluntariosos los azulgranas, qué otra cosa se les puede pedir en su situación; premiosos los rojiblancos, de verde pálido en el Ciutat de València, pálidos también en su juego. Empezó el Athletic mejor, y a los pocos minutos pudo marcar Iñigo Martínez de cabeza después de un aclarado que le hicieron en el área, pero su remate se marchó fuera, cerca del poste. Pero luego se animó el Levante, que tuvo unos minutos vertiginosos que no se sustanciaron en ocasiones de gol. Después regresó el tedio, con algún chispazo de Morales o De Frutos y un Athletic mustio, sin Williams o Muniain enganchados al juego, y desenganchando también a sus compañeros, que no encontraban referencias en sus jugadores franquicia.
Así se fueron al descanso, con el rosco en el marcador y el baúl de las ideas repleto de telarañas; así se fueron también al 95, cuando el árbitro decidió que ya estaba bien. Tan mal lo veía Marcelino que en unos pocos minutos desde que comenzó la segunda parte, se cepilló a toda la vanguardia –Raúl García, Muniain, Williams y Berenguer–, y puso en marcha el plan B, pero para ese momento ya había llegado el vendaval a la Comunidad Valenciana y se empezó a hacer difícil controlar la pelota con tanta agua en el césped. El partido se fue haciendo difícil en la hierba y duro de digerir en la grada, que no se despobló porque con la nueva cubierta del campo era mejor quedarse a que escampara que salir a la calle.
Se quedaron muchos por eso, y pudieron ver la ocasión de De Frutos que neutralizó Unai Simón en una gran acción, y la jugada de Nico Williams, bastante más entonado que su hermano, que se fabricó una ocasión con un par de regates en el área para plantarse ante Cárdenas, que le tapó los espacios. Luego, con el campo más apto para las ranas que para los futbolistas, pudo pasar cualquier cosa, pero no pasó nada, porque los dos equipos optaron por la prudencia, aunque en el Athletic recayó Villalibre de su lesión y se tuvo que marchar llorando del campo.
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