El Bernabéu vuelve a ponerse nervioso
Después de desperdiciar varias ocasiones, el gol vallecano resucita algunos silbidos de la grada en un final de tiritona local
Las obras del Bernabéu han dejado a una parte importante del público a la intemperie: sin techo que le cubra y, sobre todo, sin esas potentes estufas que le protejan del frío seco de Castilla. Así que en noches tan heladas como la de este sábado contra el Rayo, el calor del personal queda a expensas del juego del equipo. Y, como ante el Shakhtar, la actuación local no fue completa. La noche apuntaba a tranquila para el cuadro blanco, incluso a goleada, ...
Las obras del Bernabéu han dejado a una parte importante del público a la intemperie: sin techo que le cubra y, sobre todo, sin esas potentes estufas que le protejan del frío seco de Castilla. Así que en noches tan heladas como la de este sábado contra el Rayo, el calor del personal queda a expensas del juego del equipo. Y, como ante el Shakhtar, la actuación local no fue completa. La noche apuntaba a tranquila para el cuadro blanco, incluso a goleada, pero terminó con angustia y, de nuevo, algunos pitos de la grada. No tan generalizados como contra los ucranianos, pero sí presentes. El equipo y la hinchada acabaron destemplados tras no ser capaces de cerrar antes el choque en alguna de las ocasiones que tuvieron.
En los últimos días, la mayor temperatura se había alcanzado en la Castellana con los silbidos del pasado miércoles en Champions. “Buenos” y “motivadores”, reaccionó al instante Carlo Ancelotti, un viejo zorro siempre atento a todos los mensajes que circulan en su periferia. El que recibió en Europa resultó inequívoco. Y la nueva advertencia en el tramo final ante el Rayo, también, con Kroos salvando el empate bajo palos en el minuto 91.
La calma contra la tropa vallecana duró 76 minutos, lo que tardó Falcao, en su efímero paso de 12 minutos por el feudo blanco, en acortar distancias y declarar el estado de nervios. No aguantó mucho la grada, que, en cuanto vio peligrar el resultado, retomó el malestar y la inquietud. Los intentos de los jugadores locales de contemporizar en los últimos minutos para administrar la ventaja y el sufrimiento bajo palos de Courtois no recibieron el favor de los suyos. Después de un buen puñado de ocasiones falladas, el miedo cayó de golpe en Chamartín. La luna de miel que dijo estar pasando hace un mes Ancelotti ha entrado en cuarentena. En un clima gélido, la gente ha dejado de calentarse con su equipo, expansivo al inicio del curso e incompleto con la llegada de los primeros fríos.
Ante la burbujeante escuadra de la barriada del sur de la capital, dirigida por un Andoni Iraola que se presentó en el campo sin más abrigo que un jersey para combatir los cuatro grados pelados que caían, la gente mantuvo la calma con el viento a favor, pero no tardó en torcer el gesto en los apuros. “Sabemos que tenemos el apoyo de la afición”, despejó Asensio cuando fue preguntado a pie de campo.
La ausencia en el ataque visitante de Falcao en el inicio —relevado por Nteka, que antes de pisar el Bernabéu ascendió en la compleja escalera del fútbol limpiando también los vestuarios del Betis San Isidro— y las numerosas ocasiones blancas ayudaron durante un buen trecho a transmitir la sensación de que el encuentro estaba bajo control blanco. Sin embargo, la aparición del colombiano a falta de 20 minutos y su posterior gol cambiaron el humor de los aficionados. Todo parecía bajo el mando del Madrid a la vuelta del descanso. El Rayo se destapó atrás obligado por la necesidad y los blancos encontraron autopistas de contragolpes, con Vinicius haciendo jugadas en eslalon, fabricando acciones de doble tacón y fallando manos a mano, pero el tanto de Falcao inquietó al personal. Razones no le faltaron porque los dos equipos acabaron con 14 tiros a puerta gracias al arreón final visitante. Un final angustioso para los muchachos de Ancelotti, que acabaron pidiendo la hora.
Una sociedad cada vez más letal
David Alaba es de esos jugadores que no necesita llegar a la línea de fondo para poner centros que son caramelos para los delanteros. A falta de siete minutos para el descanso, el austriaco se sacó un servicio combado al que acudió presto Karim Benzema para fusilar a Dimitrievski y sumar su décimo gol en Liga. El conjunto vallecano es uno de los rivales predilectos del goleador galo, que con el tanto de este sábado le ha marcado nueve en diez encuentros.
El francés también volvió a formar una sociedad muy dañina con Vinicius en varias combinaciones que rozaron el gol. El brasileño no marcó, pero dejó un buen racimo de detalles que alegraron al Bernabéu. Con un eslalon en el que se limpió a tres jugadores del Rayo pudo marcar uno de los goles del campeonato si Óscar Valentín no hubiera interceptado su disparo final con el meta rayista ya fuera de la portería. La productividad goleadora de la pareja Benzema-Vinicius acumula ya 17 tantos, diez del francés y siete del brasileño. Esta cifra solo es superada en las cinco grandes ligas europeas por la dupla del Bayern que forman Robert Lewandowski (19) y Serge Gnabry (6).
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