Montoro rescata al Granada con un golazo
Chimy Ávila adelanta a Osasuna, pero el centrocampista nazarí iguala desde 40 metros en el minuto 89
Poca gente se puede encontrar en LaLiga con mas fe que los jugadores de Osasuna, pero se les cruzó Montoro en el último instante para hacer un gran gol desde 40 metros y rescatar al Granada. “Me ha retado”, apuntó el nazarí, que aceptó el desafío para empatar.
Los futbolistas rojillos no son perfectos, porque de esas tres virtudes teologales que enseñaban en la catequesis a los niños postconciliares, fe, esperanza y caridad, son generosos con las dos primeras, pero flojean en la tercera. De caridad, y no confundir con ca...
Poca gente se puede encontrar en LaLiga con mas fe que los jugadores de Osasuna, pero se les cruzó Montoro en el último instante para hacer un gran gol desde 40 metros y rescatar al Granada. “Me ha retado”, apuntó el nazarí, que aceptó el desafío para empatar.
Los futbolistas rojillos no son perfectos, porque de esas tres virtudes teologales que enseñaban en la catequesis a los niños postconciliares, fe, esperanza y caridad, son generosos con las dos primeras, pero flojean en la tercera. De caridad, y no confundir con calidad, no andan sobrados. Si pueden, no perdonan a nadie, sobre todo fuera de casa, aunque en El Sadar lo hicieran.
Pero de fe rebosan, y de vigor, que Jagoba Arrasate les tiene como motos, y van a disputar cada balón no como si fuera el último, que para el último flojean ya las fuerzas, sino como si fuera el primero. No es que al Granada le cogiera por sorpresa la actitud de Osasuna, que es la habitual; y tampoco que se lo tomara a título de inventario, porque intentó replicar con las mismas armas, pero se vio superado una y otra vez por unos hombres que se apuntan a un bombardeo, en la versión literal de la expresión, porque disfrutan de los balones que suministran Cote, Rubén García o Torres, o cualquiera que encuentre un pasillo por la bandas.
Entraba en pánico la defensa del Granada cada vez que volaba una pelota buscando a Chimy Ávila, o a los centrocampistas que se desplegaban hacia el área, entre otras cosas, porque los dos equipos obviaban a menudo el medio campo y algo tenían que hacer para entretenerse.
Sólo Rochina inquietó a Herrera en la primera parte, de manera atípica, cuando el guardameta se alejó del área para despejar de cabeza hacia la banda, y el saque rápido del Granada acabó en un disparo buscando la puerta vacía. No escarmentó el guardameta, como se pudo comprobar al final, pero entre medio, Osasuna siguió con su fe de converso, hasta que casi al filo de la pausa apareció otra vez Chimy Ávila para cazar un rebote, plantar con fuerza los pies en el césped y disparar sin caridad alguna hacia Maximiano, para hacer el primer gol del partido.
Los navarros siguieron igual durante casi toda la segunda parte, y se aproximaron con peligro una y otra vez, mientras el Granada aguantaba el chaparrón. Hasta que Cote se ganó la expulsión en una acción en la que detuvo con un agarrón a un Luis Suárez que buscaba la portería. Nada que objetar. Osasuna se pertrechó para aguantar sin apuros los últimos 20 minutos, pero cuando declinaba el partido y el Granada no acertaba, Herrera volvió a cometer la misma imprudencia que en la primera mitad, y Montoro le vio con el rabillo del ojo al recibir el balón. Su disparo desde 40 metros superó al guardameta, muy adelantado. Fue una genialidad que le dio un punto y más vida a su equipo. A Osasuna no le falló la fe, pero se le hundió la esperanza de igualar los puntos de la Real Sociedad en lo alto de la tabla.
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