El Celta sufre ante un Getafe lleno de urgencias

Un gol de Nolito decide un partido que acerca a los gallegos a Europa y complica el futuro de los madrileños en la pelea por el descenso (1-0)

Carlos Domínguez pelea un balón con el delantero del Getafe, ÁngelSalvador Sas (EFE)

Apretó los dientes el Celta para llegar al triunfo (1-0) ante el Getafe y engranar cuatro triunfos consecutivos en la Liga. Le superó en un partido sufrido, nada vistoso por parte del cuadro local y disputado entre urgencias por el madrileño, que apenas ha vencido en uno de sus últimos once duelos. Claro que lo hizo en Huesca y puede ser decisivo.

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Apretó los dientes el Celta para llegar al triunfo (1-0) ante el Getafe y engranar cuatro triunfos consecutivos en la Liga. Le superó en un partido sufrido, nada vistoso por parte del cuadro local y disputado entre urgencias por el madrileño, que apenas ha vencido en uno de sus últimos once duelos. Claro que lo hizo en Huesca y puede ser decisivo.

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El Getafe jugó con la urgencia que se le supone a un equipo que busca puntos para llegar a la meta de la permanencia. Y no acaba de atravesarla. Mereció más en Balaídos, pero se fue de vacío, incapaz de hacerse valer ante un rival que hizo lo mínimo para ganar y encontró el acierto de su portero para defender un botín que le sitúa a dos puntos del puesto europeo que detenta el Villarreal. Ahora debe atender a lo que haga el cuadro amarillo en su visita a Valladolid, cita de la que también estará muy pendiente el Getafe, tres puntos por encima de los pucelanos, que marcan los puestos de descenso.

El Celta se encontró con un sudoku para hacer su fútbol, apretado por un rival que le fue a encimar a su área. Tuvo la lucidez de mezclar, de buscar y encontrar escapatorias. No terminó de acomodarse, siempre perseguido por una pegajosa sombra azulada, pero encontró espacios y, sobre todo, llegó al gol. Marcó Nolito, hábil para encontrar un centro al área en el segundo palo y colocarlo en la red. Ese fue el punto culminante de una primera parte de pico y pala que castigó al Getafe.

“Fuerte, fuerte”, gritaba Bordalás desde la banda para dirigir la presión de sus chicos. Fuerte fueron, sobre todo en el tramo final de la primer parte cuando Angel puso a examen a Iván Villar, excelente y felino, Enes Ünal tuvo el empate en un testarazo que cruzó demasiado y hasta el lateral Olivera oteó la igualada. Debió de lograrlas el Getafe, pero le faltó puntería, atribulado como estaba y más cuando a la hora de partido llegaron noticias de que el Huesca, rival directo en la pugna por huir de la quema, le había marcado contra el Athletic.

El dominio visitante se redobló. Una chilena de Ángel explicó la codicia del Getafe, que se aprestó a rematar de todas las maneras posibles, que generó fútbol con el talento de Aleñá y que se apuntó al catálogo de quejas y lamentos por una mano en el área, una acción de Aidoo en la que no se señaló penalti. Ocurrió tras un centro de Cucurella en el que el balón golpeó en la bota derecha del central del Celta y luego se dirigió al brazo, totalmente despegado del cuerpo. La decisión pareció lógica en tiempos irracionales. Más ilógico fue que el partido no acabase en empate.

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