Osaka y el Aquiles de la tierra
La estrella japonesa, dispuesta a acabar con su enemistado vínculo con la arcilla
Han transcurrido 699 días, casi dos años, desde que Naomi Osaka pisara por última vez la tierra batida en una competición de formato individual. Aunque hubo un paréntesis, el año pasado, cuando asistió al enfrentamiento entre España y Japón en la Copa Federación, con Cartagena como marco. Entonces recibió un zarandeo más que considerable por parte de la valenciana Sara Sorribes, en un duelo que la actual dos del mundo cerró con 50 errores no forzados y que se detuvo durante unos instantes al final, cuando la impotencia le hiz...
Han transcurrido 699 días, casi dos años, desde que Naomi Osaka pisara por última vez la tierra batida en una competición de formato individual. Aunque hubo un paréntesis, el año pasado, cuando asistió al enfrentamiento entre España y Japón en la Copa Federación, con Cartagena como marco. Entonces recibió un zarandeo más que considerable por parte de la valenciana Sara Sorribes, en un duelo que la actual dos del mundo cerró con 50 errores no forzados y que se detuvo durante unos instantes al final, cuando la impotencia le hizo romper a llorar y los aficionados le reanimaron a base de palmas.
Desde ese 1 de junio, la enemistad de Osaka (23 años) con la arcilla se hizo más profunda y su desapego hacia la superficie se hizo más evidente todavía, teniendo en cuenta que previamente, por voluntad propia, ya había encadenado nueve meses sin pisar un terreno que le produce sarpullidos desde el punto de vista anímico. Para muestra, sus cuatro desfiles por Roland Garros, donde nunca ha sido capaz de sortear la barrera de la tercera ronda y donde, dijo tras perder por última vez, ni se siente libre ni se divierte. Tampoco ha destacado en Madrid, al caer en la primera ronda en su debut (2018, contra Suhai Zhang) y en los cuartos (Belinda Bencic) al año siguiente.
Ahora, pues, la japonesa (7-5 y 6-2 a Misaki Doi, en su regreso a la Caja Mágica) afronta una circunstancia de lo más áspera: el reto de demostrar y demostrarse que puede llegar a comprender y dominar los peculiares códigos de la arena. Su Aquiles.
“Los primeros días entrenando aquí, en Madrid, estaba bastante enfadada porque estoy acostumbrada a volver y sentir la bola, en lugar de sentir que llevo mucho tiempo desconectada”, relataba este viernes, después de una puesta de largo laboriosa hasta que se adjudicó el primer parcial y desniveló ante su compatriota. “Jugar en tierra es muy distinto, porque debes ajustar tus pies y tus movimientos, tener más en cuenta los posibles malos botes de la pelota… Debo estar tranquila y ganar experiencia”, agregó la nipona, a la que no se le veía en la pista desde que cayera hace un mes en Miami, tras recibir un rosco (6-0) ante la griega Maria Sakkari.
Desde entonces, trabajo y prudencia. En Madrid, tan solo ha atendido los compromisos estrictamente necesarios, nada de entrevistas. En una nueva dimensión mediática desde que ganase su cuarto Grand Slam el pasado mes de febrero, en Australia, la deportista con mayores ingresos anuales –34,2 millones de euros, el récord histórico de una atleta femenina, según la revista Forbes– está enfocada ahora en revertir su negativa tendencia en tierra, que contrasta con su brillante recorrido sobre cemento. Nacida en Japón, emigró junto a sus padres cuando tenía tres años y, al fin y al cabo, es un producto de la escuela norteamericana. Es decir, su hábitat es la pista rápida.
“Debo jugar de manera natural, con mi estilo. Está claro que debo adaptarme, pero si practico un tenis más aguerrido quizá no sería algo del todo bueno para mí”, insistía este viernes, en una jornada en la que Sorribes no tuvo opciones contra Simona Halep (6-0 y 7-5) y en la que se despidieron tanto la más veterana, Venus Williams (40 años; 6-2 y 6-4 con Jennifer Brady), como la más joven, Cori Gauff (17 años; 5-7, 6-3 y 6-2 frente a Karolina Pliskova). Fue el día, también, en el que Rafael Nadal comenzó a pelotear en las pistas de entrenamiento, donde coincidió con su tío Toni (preparador del canadiense Félix Auger-Aliassime).
Según el sorteo efectuado por la tarde, el balear debutará el próximo miércoles contra Adrian Mannarino o Carlos Alcaraz. En un hipotético trazado hacia la final, Nadal evitaría tanto a Daniil Medvedev como a Stefanos Tstisipas, por el otro lado del cuadro. Dominic Thiem, Andrey Rublev o Yannik Sinner podrían suponer algunas piedras en el camino.
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