Guardiola penaliza al PSG

El Manchester City anula a Mbappé a costa de ceder la iniciativa al conjunto francés, que se adelanta pero no logra defender la ventaja, penalizado por los errores de Keylor y su defensa (1-2)

De Bruyne y Marquinhos pugnan por un balón aéreo.ANNE-CHRISTINE POUJOULAT (AFP)

La semifinal de la Liga de Campeones entre PSG y Manchester City se presentó con la apariencia de final anticipada. Se medían los equipos más opulentos que le restan al torneo en un duelo de alcance geopolítico, financiados como están los clubes por monarquías del Golfo Pérsico embarcadas en una carrera febril por levantar la Copa de Europa. El cartel prometía un espectácul...

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La semifinal de la Liga de Campeones entre PSG y Manchester City se presentó con la apariencia de final anticipada. Se medían los equipos más opulentos que le restan al torneo en un duelo de alcance geopolítico, financiados como están los clubes por monarquías del Golfo Pérsico embarcadas en una carrera febril por levantar la Copa de Europa. El cartel prometía un espectáculo grandioso. El partido de ida, sin embargo, se dirimió entre el cálculo táctico, las jugadas a balón parado, y hasta la intervención del VAR para expulsar a Gueye a falta de diez minutos. Fue superior el PSG en la primera parte y replicó el City en la segunda. Remontó De Bruyne con un gol más o menos fortuito —se equivocó Keylor— y Mahrez clavó la falta del 1-2 por una brecha en la barrera. El resultado entreabre a Guardiola la puerta que conduce a su primera final de Champions fuera del Barça.

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Los primeros 45 minutos de la eliminatoria recrearon la victoria pírrica de Guardiola en el plano táctico. El City anuló a Mbappé y en el proceso se deformó. De la transformación de todo el equipo para protegerse surgieron las dudas de sus jugadores, y en la incertidumbre sobrevino la crisis. Durante media hora los visitantes buscaron su lugar en el campo sin encontrarlo, porque en primer lugar perdieron el control del balón que constituye su identidad. El PSG no necesitó de Mbappé para ocupar el campo contrario y derramar aproximaciones y córners. A la salida de un tiro de esquina Marquinhos cabeceó el 1-0.

La paradoja de un modelo que exige aplicación fanática para su pleno desarrollo convierte a Guardiola en un cautivo. El entrenador más dotado que existe para activar la bomba del 4-3-3 es víctima de una contradicción verificada desde hace cinco años en cada uno de los cruces que le han dejado fuera de la Champions. Mayor prudencia conduce a mayor riesgo. Retrasar 15 metros a Gundogan para auxiliar a Rodri casi siempre ha tenido efectos contraproducentes en la medida en que ha restado conexiones a esa sinapsis que el equipo fomenta en su máxima expresión con De Bruyne, Foden y Bernardo Silva.

En el Parque de los Príncipes se repitió la operación tantas veces frustrada. Gundogan se emparejó con Rodri en el arranque de las jugadas mientras Cancelo, seleccionado por su presencia física, permaneció en el lateral izquierdo cerrando el carril. Así Mbappé quedó aislado, y el PSG no logró completar contragolpes claros porque Verratti y Paredes no lograron enderezar los primeros pases. Pero cuando el City recobró la pelota perdió tiempo en situarse y el ritmo de las entregas nunca fue suficiente. “¡Mueve Rodri! ¡Mueve!”, gritaba Guardiola desde la banda, pidiendo pases a uno o dos toques. Pero sus jugadores, demasiado separados entre sí, no lograron atinar sus intentos o condujeron donde no debían.

Hubo una jugada sintomática antes de la media hora. Gundogan traspasó la línea del mediocampo y, sin acompañar la jugada, envió el balón a Foden para que encarara a los defensas. Cuando Foden perdió la pelota, Gundogan estaba a 30 metros de distancia, incapacitado para presionar a tiempo a los rivales que salían y se apoyaban en Di María. Fue en acciones así como el PSG comenzó a dominar todos los registros del partido, orientado con la brújula de Neymar, su contramaestre Verratti, y el siempre impredecible Di María.

Apremiado por la necesidad de reaccionar al 1-0, Gundogan dio un paso adelante. Tímidamente, pero paso al fin. El movimiento, sumado a la sustitución de Cancelo por Zinchenko tras el descanso, ayudó al City a recuperar el pulso. Porque en el 4-3-3, y eso Guardiola lo ha sublimado como nadie, quienes desencajan las defensas rivales son los dos interiores antes que los extremos o el punta. Con Gundogan reincorporado a la función ofensiva, la cadena sumó eslabones y Bernardo Silva y De Bruyne comenzaron a intervenir más alentados por todo un pelotón que los acompañó para apoyarlos. Así, de un error en la salida de Paredes, se produjo la primera ocasión del City, cuando Silva dejó solo a Foden. Paró Keylor.

Mbappé se queda sin rematar

Mbappé dispuso de una sola ocasión de lucimiento. Fue en un mano a mano con Dias. Su desborde, por anunciado, resultó más impresionante todavía. Un rayo. El centro raso pasó a un centímetro del pie de Verratti. El 2-0 estuvo ahí.

Quizá demasiado confiado en su defensa, el PSG pareció especular replegándose. Tenía argumentos para hacerlo pero el procedimiento consintió el avance del City en masa hasta las inmediaciones del área de Keylor, con el peligro que eso conlleva. El 1-1 se desencadenó tras un córner. La jugada no iba a ninguna parte cuando De Bruyne envió un centro con rosca al segundo palo, para que cabeceara Stones. No hubo cabeceo. No hubo despeje. Keylor no leyó la trayectoria y la pelota se le fue a la caja. Ante el estupor del PSG, minutos más tarde, Mahrez puso a prueba la fiabilidad de la barrera en una falta directa frontal. La barrera se quebró.

“Son accidentes del futbol”, lamentó Pochettino, el técnico local. “Son detalles inexplicables”.

El City no generó remates en situaciones nítidas. Le bastó con recuperar el control del balón para desestabilizar a un adversario que acabó tropezando solo. El PSG provocó faltas innecesarias, como el plantillazo por detrás de Gueye a Gundogan. La expulsión del mediocentro, a instancias del VAR, fue un mazazo. Sin darse cuenta, el equipo ganador se transformó en resistente, perdió energía persiguiendo la pelota y cuando intentó contragolpear careció de respuestas. “Es difícil entender que hayamos perdido este partido”, dijo Ander Herrera, camino del vestuario. Casi tan incomprensible como la producción de Mbappé, que se fue a la cama sin haber rematado una sola vez en toda la noche.

Guardiola: “Solo pido a los jugadores que seamos nosotros mismos”

“Sentimos la presión y encajamos el 1-0”, dijo Guardiola, tras la remontada. “A veces los jugadores deben dar muchos toques al balón y otras deben dar uno solo para salir de la presión. Es normal [fallar]. Quieres conservar el balón, faltan 180 minutos y no te sientes liberado. Para la mayoría de estos jugadores estar en una semifinal era algo nuevo y querían hacerlo bien. No teníamos las posesiones adecuadas en los lugares adecuados. Estas cosas son normales. Cambiamos un poco el modo en que presionábamos y en los primeros 30 minutos estuvimos muy pasivos”.

El entrenador del Manchester City admitió que los cambios tácticos que ordenó realizar no fueron bien digeridos por sus muchachos. “En el final de la primera mitad fuimos más agresivos en la presión”, dijo; “esto no es sencillo contra Neymar, Di María y Mbappé. Mejoramos, y la segunda parte fue excelente en todos los aspectos. Marcamos dos goles fuera de casa, algo que es muy importante y muy difícil en este campo”.

“Estoy muy satisfecho con el rendimiento del equipo. En seis días tendremos un trabajo duro. Con el PSG puede pasar cualquier cosa. Estamos a mitad de camino y para sacar la eliminatoria adelante tenemos que aprender que debemos ser nosotros mismos. Es lo único que les pido a los jugadores para el partido de vuelta. Ojalá encuentre las palabras adecuadas para explicárselo a los jugadores”, concluyó.

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