Arrebato de orgullo del Real Madrid en la Euroliga
Llull lidera una remontada épica ante el Efes (80-76) y los de Laso ganan un vida extra en la eliminatoria de cuartos después de que Micic colocara a su equipo a un palmo de la Final Four
El Efes caminaba firme rumbo a la Final Four de Colonia después de un partido majestuoso de Vasilije Micic (29 puntos y 34 de valoración) en el WiZink Center, pero cometió el error de subestimar el orgullo del Real Madrid, que jugó el tramo final del tercer partido de la eliminatoria como un rebelde sin causa. Ganaba el conjunto turco por 13 puntos a falta de seis minutos (59-72) después del quinto triple del propio Micic y, justo ahí, se cruz...
El Efes caminaba firme rumbo a la Final Four de Colonia después de un partido majestuoso de Vasilije Micic (29 puntos y 34 de valoración) en el WiZink Center, pero cometió el error de subestimar el orgullo del Real Madrid, que jugó el tramo final del tercer partido de la eliminatoria como un rebelde sin causa. Ganaba el conjunto turco por 13 puntos a falta de seis minutos (59-72) después del quinto triple del propio Micic y, justo ahí, se cruzaron la autocomplacencia de los de Ataman con la insurrección de los de Laso. Un parcial de 21-4, liderado por la bravura de Llull (20 puntos, con 4 de 7 en triples, y siete asistencias), selló la inopinada remontada madridista. Una sacudida de 32-18 en el último cuarto con la que los blancos se ganaron una vida extra en la Euroliga después de vivir acorralados en un quiero y no puedo. La fe desató la épica. “Cuando vistes esta camiseta tienes que pelear hasta el final. Yo siempre he creído en este equipo”, explicó Llull tras la liberación y los golpes de pecho.
El Madrid, de nuevo sin Tavares, enfrentó a un rival tan exuberante como sólido, cargado de talento y energía. Micic jugó con la determinación del que quiere ajustar cuentas con su destino, después de que la suspensión por la pandemia dejara al Efes hambriento de gloria la temporada pasada cuando volaba hacia el título. Pero, después de una faena de puerta grande y de colocar a su equipo a un palmo de la Final Four, falló con el descabello. El Efes pecó de suficiencia y acabó desarbolado. El Madrid sigue vivo y con la autoestima restaurada tras otra de sus leyendas de pasión a la que solo le faltó el fervor de la grada.
El ejercicio de supervivencia de los blancos en la Euroliga se vivió en un Palacio a puerta cerrada mientras, de forma simultánea, los ciudadanos citados para vacunarse circulaban ajenos al evento deportivo por las galerías del pabellón convertido en centro médico. Para entonces, en la convocatoria proyectada en los videomarcadores antes de la final a cara o cruz, quedó confirmada la ausencia de Tavares para el tercer partido de la serie. El Madrid se lanzó a misión imposible achatado otra vez en sus recursos.
Laso intentó compensar la falta de centímetros en la pintura alternando de salida las defensas zonales e individuales. Con Garuba tensando la presión sobre Micic, al estilo Slaughter, y a la vez fajándose por los rebotes desde su 2,03m con Sanli (2,12m). Apostó el Madrid por el orgullo y la agitación para romper con la inercia de la eliminatoria. Pero todo lo que los blancos ganaron en intensidad lo perdieron en precisión, con cuatro pérdidas en los primeros minutos que lastraron su intento de marcar territorio. Con paciencia y un triple de Beaubois casi sobre la bocina, el Efes equilibró el marcador coincidiendo con el cierre del primer cuarto (15-15, m. 10).
Con el libro de instrucciones del partido en la cabeza, Micic fue destilando cloroformo o adrenalina según la circunstancia y el Efes comenzó a gestionar el tiempo del partido. Perdida la efervescencia inicial, el Madrid volvió a quedar abocado al papel de perseguidor, como en toda la eliminatoria. Un tres más uno de Beaubois colocó el +10 para el conjunto turco, que comenzó a coger carrerilla (17-27, m. 13). La frustración de los blancos quedó reflejada en la imagen de Llull lanzando una silla al aire mientras juraba en arameo camino al rincón de pensar. Después, escaparía de la catarsis rumbo a una heroicidad.
Los puntos de Causeur, el manejo de Laprovittola y la defensa de Rudy sirvieron al Madrid para hacer la goma durante unos instantes. Y el propio Causeur sacó la tercera falta a Sanli para rebajar un poco al Efes. Pero Micic, a esas alturas gobernador plenipotenciario del partido, no permitió el reenganche de los blancos. El base serbio, de 27 años y con contrato apalabrado con los Oklahoma City Thunder para hacer las Américas la próxima temporada, desplegó lo mejor de su catálogo, con 12 puntos, tres rebotes y cuatro asistencias antes del descanso.
Para entonces, Larkin lucía un rosco en su casillero (seis puntos al final, con un 1 de 7 en triples), pero el desenfoque madridista era mucho mayor. Los blancos se fueron apagando desde el perímetro antes de avivar la llama. Del 10 de 33 en triples del primer encuentro, al 4 de 25 en el segundo, y el 2 de 12 esta vez al descanso (11 de 30 al final). Ni la aparición de Taylor, afamado defensor, permitió apuntalar la resistencia madridista. Con un triple, un robo, una bandeja al contragolpe y otra entrada cargada de potencia, Micic se recreó en su exhibición y selló la desesperanza del Madrid (30-45, m. 22). Pero no hubo rendición anticipada de los blancos y la fe les llevó a la gesta. Del 59-72 y el 61-74 a la marabunta y el zafarrancho blanco, cuando el Efes se ajustaba el maillot para salir guapo en la foto. Una reacción memorable. Un sprint con 13 puntos de un Llull indomable en los ocho minutos finales. Con cinco triples madridistas en los últimos cinco (Llull, Abalde, Llull, Thompkins y Rudy). Con paladas de entusiasmo de Garuba y de experiencia de Rudy. Con un parcial de 16-0 a falta de 4m 34s (del 64-76 al 80-76). Una remontada cargada de bravura que permite al Madrid seguir vivo en la Euroliga. Este jueves, en el mismo sitio y a las 21.00 de la noche, cuarto partido de la eliminatoria.
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