Esperpento en Sevilla

El equipo de Lopetegui gana al Granada en un final surrealista, con el árbitro pitando el final antes de tiempo y luego ordenando volver a los jugadores para jugar un minuto

De Burgos Bengoechea pita el final del partido antes de tiempo ante el asombro de los jugadores del Granada.Jose Manuel Vidal. (EFE)

“No había visto esto en mi vida. Siempre se aprende algo nuevo”, afirmaba Lucas Ocampos justo después del surrealista final del quinto triunfo consecutivo del Sevilla, ahora ante el Granada. El motivo, el despiste del colegiado De Burgos Bengoechea. El árbitro dio cuatro minutos de alargue y pitó el final cuando se habían cumplido tres. “Ha dicho que se le paró el reloj”, aclaró Víctor Díaz, defensa del Granada. Los futbolistas visitantes, que perdían por 2-1, le recriminaron entonces que no cumpliera con los cuatro minutos an...

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“No había visto esto en mi vida. Siempre se aprende algo nuevo”, afirmaba Lucas Ocampos justo después del surrealista final del quinto triunfo consecutivo del Sevilla, ahora ante el Granada. El motivo, el despiste del colegiado De Burgos Bengoechea. El árbitro dio cuatro minutos de alargue y pitó el final cuando se habían cumplido tres. “Ha dicho que se le paró el reloj”, aclaró Víctor Díaz, defensa del Granada. Los futbolistas visitantes, que perdían por 2-1, le recriminaron entonces que no cumpliera con los cuatro minutos anunciados. Y los asistentes le avisaron de que, en efecto, se había tragado ese minuto. Había pitado el final y, en medio de las protestas, los jugadores de los dos equipos se habían abrazado, habían intercambiado las camisetas y se habían despojado de las vendas y de las espinilleras. Hasta Monchi, el director deportivo, había bajado al terreno de juego para saludar a los suyos. Hasta que, con caras de estupefacción, los jugadores volvieron de los vestuarios para jugar el minuto que quedaba y poner el final a la delirante situación que se vivió en el Sánchez Pizjuán.

Poco antes del increíble final, el Sevilla había labrado un triunfo para encadenar una racha de 22 de los últimos 24 puntos y certificar su clasificación para la Liga de Campeones por segundo año consecutivo. Con jugadores como Koundé, el Sevilla se siente capaz de pelear por cualquier guerra. La Liga incluida. Ya están a un punto del segundo puesto del Madrid y del Barcelona (este con un partido menos). Koundé representa como pocos el descaro y la fortaleza del equipo andaluz, una roca compitiendo, un grupo que también destila mucho fútbol cuando toca y que, ante un Granada que nunca se rinde, descubrió la nueva y cada vez más convincente versión del Papu. El mediapunta argentino, más fino y adaptado al exigente sistema de Julen Lopetegui, fue objeto del penalti que abrió el marcador por mediación de Ocampos. Luego, fue el más listo de la clase para desmarcarse en un saque de banda de Acuña y poner un centro atrás fantástico que remachó Ocampos. El Granada peleó hasta el final y logró reducir la distancia en el último minuto de penalti por mediación de Soldado. No le dio tiempo a más a pesar de la surrealista situación final.

El Sevilla no tiene inconveniente en sortear los lógicos obstáculos que tratan de alterar su imperial marcha en la Liga. Problemas lógicos que plantean buenos técnicos, como Diego Martínez, y buenos equipos como este Granada que todavía tiene posibilidades europeas después de un curso tan exigente. Un Granada que se plantó en el Sánchez Pizjuán con una defensa de tres centrales para aliviar las bajas de Vallejo y Domingos Duarte y que intentó ponérselo difícil al Sevilla con una fuerte presión adelantada. Sin Soldado ni Machís, pero con Luis Suárez y Puertas y seis cambios en su once inicial, el Granada intimidó al Sevilla en un inicio fulgurante. Si Herrera no hubiera ido demasiado fuerte en el salto sobre Acuña, el gol de Puertas hubiera subido al marcador. Ocurre, sin embargo, que el equipo de Lopetegui tiene recursos de sobra para alterar el sino de los partidos.

El nerviosismo de un primer cuarto de hora muy bien trabajado por el Granada se disipó pronto. El recurso para solventar la presión visitante no fue un voleón. Se trató de un preciso pase de Acuña al hueco que Ocampos aprovechó para burlar a Nehuén y ponerla atrás en el área, donde irrumpió el Papu Gómez, que fue arrollado por Gonalons. El penalti lo transformó Rakitic, especialista por delante de Ocampos tras sus errores contra el Barcelona y el Atlético. El partido entró en otra dimensión, con un Sevilla que se hizo con el control del balón para comenzar una sinfonía de pases que encontraba en el propio Papu el vértice perfecto para encontrar profundidad. Suso y Ocampos se activaron, Navas y Acuña tomaron protagonismo en las bandas y el Granada sintió en sus carnes el peso de un gran equipo de fútbol, dominador del balón y del juego. Fue De Jong, titular sorprendente por delante del goleador En-Nesyri, el que gozó de la mejor ocasión en un remate de cabeza que rozó el palo de Rui Silva, seguro luego en un disparo de Suso.

El Granada volvió a salir mandón en la segunda mitad, pero el Sevilla volvió a golpear cuando mejor estaba el equipo de Diego Martínez. Una pillería del Papu fue muy bien aprovechada por Ocampos para hacer el 2-0. El Sevilla bajó un poco el acelerador y se dedicó a dominar el partido. El Granada, impulsado por los cambios, buscó con fe al menos un gol que le metiera miedo al Sevilla. Lo encontró después de una mano de Acuña y el gol de penalti de Soldado. Con Germán de delantero centro, el Granada colgó balones en busca del empate, hasta que De Burgos Bengoechea pitó el final antes de tiempo. No hubo partido por más que se jugara un minuto más para sonrojo de jugadores, técnicos y espectadores televisivos.

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