El Celta golpea a un dignísimo Osasuna
El cuadro gallego llega a los 41 puntos tras un alarde de efectividad contra un rival que le puso contra las cuerdas
Ganó el Celta y llegó, con cinco jornadas todavía por disputar, a los 41 puntos que se supone que sirven para seguir en la máxima categoría por décima campaña consecutiva. Sumó tres sufridos puntos ante un rival que disfruta de una grata dinámica. Osasuna se presentó en Balaídos después de encadenar seis jornadas sin perder. Cayó, pero dejó una magnífica impresión, ambicioso, orgulloso para revolverse ante los avatares de un duelo que no le sonrió en...
Ganó el Celta y llegó, con cinco jornadas todavía por disputar, a los 41 puntos que se supone que sirven para seguir en la máxima categoría por décima campaña consecutiva. Sumó tres sufridos puntos ante un rival que disfruta de una grata dinámica. Osasuna se presentó en Balaídos después de encadenar seis jornadas sin perder. Cayó, pero dejó una magnífica impresión, ambicioso, orgulloso para revolverse ante los avatares de un duelo que no le sonrió en los momentos decisivos. Con un punto menos que el Celta en la tabla tiene pinta, también, de que salvará la temporada lejos de la zona roja. No es poco cuando unos y otros llegaron a ser colistas durante este ejercicio.
El partido fue de menos a más, comenzó plomizo hasta que apareció un tesoro, una contra de manual en la que el Celta convirtió un saque de banda que le buscaba las cosquillas en su área en una galopada que desnudó a Osasuna con cuatro pases. Nolito, Denis Suárez y Santi Mina condujeron, y Iago Aspas fue el encargado de cruzar la meta. Marcó un gol que le retrata como un futbolista de infinitos recursos porque, zurdo como es, se encontró mano a mano con Roncaglia acostado a la banda derecha. Delante tenía a un amigo, a un excompañero en el Celta, un excelente defensor que tomó la decisión más acertada: taparle la salida por su pierna buena. A Aspas no le importó, trazó un par de bicicletas, armó la diestra y puso la pelota en un resquicio imposible para el portero de Osasuna. Tampoco le importó a la estrella celeste firmar un partido gris. Cuando tuvo que aparecer lo hizo para brillar con todo su fulgor.
Tan cerrado como era, el partido se convirtió en una cuestión de detalles. Lo definió el árbitro Soto Grado con su gesto ante un gol de Nolito al que echó sifón su asistente al alzar el banderín. Juntó los dedos y marcó un espacio ínfimo. El tanto, por cierto, lo acabó de anular el VAR en un inicio frenético de la segunda parte en el que Osasuna persiguió la igualada y asedió al Celta. Iván Villar se hizo grande para negar a varios delanteros rojillos.
Arrasate, el técnico visitante, le había cambiado la cara a su equipo con tres cambios al descanso. Abrió el campo y le exigió más piernas al Celta de las que tenía. Coudet las puso. El entrenador del equipo vigués llamó a Fran Beltrán y Solari en detrimento de dos artistas, Brais Méndez y Nolito. Y antes de ponerse a correr encontró el gol a la salida de un saque de esquina que Murillo cabeceó como un coloso.
Nada detuvo a Osasuna, que siguió y siguió, que llamó a Ávila y Enric Gallego para acompañar a Budimir y jugar en el área de su oponente. Y que algo sucediese allí. Pasó que Aspas y Roberto Torres saltaron a un balón aéreo sin mayor chicha y el delantero de Moaña colocó su brazo derecho de manera que el tríceps golpeó en el cuello del rival. Pizarro Gómez, al mando del VAR, avisó a Soto Grado y todo acabó en uno de esos penaltis contemporáneos que convierten el fútbol en algo incomprensible. Torres anotó desde los 11 metros y abrió un final agónico para el Celta, bombardeado a centros, pero indemne para cantar victoria después de tres jornadas sin hacerlo.
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