Otro frenazo del Madrid

El Betis, firme y ambicioso tras el descanso, deja seco al equipo de Zidane, de nuevo sin respuestas ofensivas y tan de fogueo como en Getafe

Hazard controla el balón ante Guido Rodriguez este sábado en Valdebebas.Denis Doyle (Getty Images)

El Betis obligó al Madrid a dar marcha atrás en la Liga. Con el liderato a tiro, al menos por una noche, el Real se quedó tan seco como en la jornada precedente con el Getafe. De nuevo le faltó metralla, pese a contar esta vez con las baterías de Benzema, Rodrygo, Asensio, Vinicius... Y hasta un rato final de Hazard. Fogueo ante un Betis tan firme como en sus tres visitas anteriores al Madrid, al que ha dejado a cero en las cuatro ocasiones.

En Valdebe...

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El Betis obligó al Madrid a dar marcha atrás en la Liga. Con el liderato a tiro, al menos por una noche, el Real se quedó tan seco como en la jornada precedente con el Getafe. De nuevo le faltó metralla, pese a contar esta vez con las baterías de Benzema, Rodrygo, Asensio, Vinicius... Y hasta un rato final de Hazard. Fogueo ante un Betis tan firme como en sus tres visitas anteriores al Madrid, al que ha dejado a cero en las cuatro ocasiones.

En Valdebebas se cruzaron dos partidos. Uno calmoso al comienzo y con otro volumen después. El maratoniano fútbol de estos desgraciados tiempos fuerza encuentros de aire cachazudo en algunos tramos. Lo tuvo el Madrid y lo tuvo el Betis en un primer tiempo en el que todos regularon. Nada que ver con el toma y daca tras el intermedio.

Antes de subir el volumen, los de Pellegrini salieron decididos al trasteo con la pelota. Tan pulcro con Canales al frente de su gabinete de medio campo como poco mordaz en el perímetro de Courtois. La cháchara con el balón permitía a los verdiblancos poner el encuentro en punto muerto. Contemplativo del palique ajeno, tardó el conjunto local en pedir hora. Lo hizo, sin grandes estridencias, a partir del frenesí de Carvajal —al que los frecuentes pasos por la enfermería no rebajan— y un par de bailes de Benzema. Suficiente para que el Betis perdiera el hilo, reculara y se alejara aún más de Courtois, espectador de la contienda en el primer periodo. No mucha más atención requirió Claudio Bravo, solo alterado antes del descanso por una maniobra de Benzema.

El portero chileno tuvo mayor incidencia con los pies, como primera estación bética al articular el juego, que con los guantes. Si el meta lograba enchufar a los suyos a ras de suelo, el Betis al menos flotaba con la pelota. Si la decisión era poner la pelota en vuelo, Militão y Varane, con Casemiro al quite, ganaban cada asalto. Con Pellegrini, el equipo ha ganado mucha consistencia en una trinchera con fugas en las últimas temporadas. Mandi y Víctor Ruiz han cerrado filas, con Guido como ancla eficaz. Otra cosa es el Betis de ataque. La maldita manta corta del fútbol.

En un duelo sin muchos fregados, nadie era categórico. No pujaba Rodrygo, apenas Asensio. Y en el otro bando se enredaba más de la cuenta Lainez, no pesaba Joaquín y Borja Iglesias resultaba un forastero para sus presuntos camaradas. El Betis suspiraba por Canales, el Madrid por Benzema. Había otras alternativas. Por ejemplo el disparo lejano, con el Alfredo di Stéfano tan regado por las mangueras de campo como por la lluvia sobre la capital. Pero al duelo le faltaba osadía. El Real a la espera de un chispazo, de tirar los dados. El Betis, tan pancho ante un adversario con poco hueso esta vez. Como prueba: un remate a puerta de los de Zidane antes del intermedio y uno, pero fuera, de los de Pellegrini.

Hubo otro ánimo tras el descanso. Más dispuesto el Madrid, el Betis encontró rendijas que antes de que se descamisara algo su rival apenas había. Con horizontes, Lainez, siempre socorrido por el potente Emerson, tuvo revuelos. Una aventura del mexicano la secundó de maravilla Canales, que citó a Borja Iglesias con Courtois. El ariete gallego, con el portero belga en los morros, no reaccionó con pericia. Poco antes, Rodrygo estrelló un centro en el larguero de Bravo. El partido tenía ida y vuelta. Otro ritmo, otra chicha. El medio campo, tan querido por todos en el primer acto, ya no era ni un simple apeadero.

Bloqueado el Real ante Bravo y con otra soltura el Betis, Zidane se abrigó con tres centrales y ventiló los costados con Odriozola y Marcelo. Para entonces el Madrid ya contaba con el turbo de Vinicius. El partido, tan parsimonioso de entrada, cogió altura, sin nadie que se arrugara. Por supuesto, ningún madridista. Pero tampoco ningún bético, con el equipo dispuesto a negociar la victoria, nada de un simple empate. Tan ofensivos eran los relevos ordenados por Zidane como los ejecutados por Pellegrini. Entre los primeros, el resucitado Hazard tuvo recorrido algo más de un cuarto de hora. Lo mismo que Casemiro como atacante, ya sin amarras con la irrupción en el choque de Blanco. Hazard dejó algún sello, pero esta vez Vinicius no fue un actor principal. Hay ocasiones en las que pretende jugar a más velocidad de la posible.

Sin remedios el Madrid, el Betis finalmente aceptó las tablas, como en los cuatro encuentros anteriores. Un revés para los blancos, a dos puntos del Atlético con un partido más. La Liga la tiene dos puntos más lejos.

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