El Bayern viaja del sextete a la crisis
El entrenador Hansi Flick reconoce tras la eliminación en Champions que se plantea abandonar el club tras llevarlo a la mayor cosecha de títulos de su historia en una temporada
El éxito nunca es suficiente. Al Bayern no le bastó con ganar todos los títulos posibles en 2020, la racha más prolífica de su historia en una temporada, para evitar un conflicto institucional generalizado que sacude al club desde la presidencia hasta el vestuario. Tampoco le bastó a Hans-Dieter Flick con ser el héroe que sacó al equipo de la crisis para elevarlo a la cumbre del fútbol europeo. Tras ...
El éxito nunca es suficiente. Al Bayern no le bastó con ganar todos los títulos posibles en 2020, la racha más prolífica de su historia en una temporada, para evitar un conflicto institucional generalizado que sacude al club desde la presidencia hasta el vestuario. Tampoco le bastó a Hans-Dieter Flick con ser el héroe que sacó al equipo de la crisis para elevarlo a la cumbre del fútbol europeo. Tras caer eliminado ante el PSG, este martes en París, el entrenador más laureado de la última temporada reconoció públicamente que se plantea abandonar el club un año después de su nombramiento.
A sus 56 años, Flick habló con lágrimas en los ojos ante la cámara, cuando desde el plató de Sky su amigo y excompañero Lothar Matthäus le preguntó si se planteaba dejar su cargo para fichar como seleccionador de Alemania una vez que Joachim Löw abandone el cargo en julio. “Tengo contrato con el Bayern”, dijo Flick, emocionado tras la victoria por 0-1 que impidió a su equipo remontar el 2-3 de la ida. “Pero siempre piensas en lo que va a pasar, lo que sigue… Aunque todo vaya maravillosamente, siempre lo piensas: ‘¿A dónde vamos, qué sigue?’. Siempre pienso en eso. Porque para mí, el éxito es un proceso continuo”.
La confesión, aunque incompleta, dejó entrever el rumor clamoroso que circula por el mundillo del fútbol alemán desde que el 9 de marzo Löw anunció que dejaba el cargo de seleccionador. En lugar de responder “siguiente pregunta”, como venía haciendo cada vez que le inquirían por su futuro, Flick hizo una reflexión de cinco minutos que más que el producto de un interrogatorio se pareció a un soliloquio. Un hecho insólito en la historia del Bayern, donde jamás un entrenador con contrato en vigor abandonó el club sin que antes lo despidan.
“Mi familia siempre me apoyaría”, dijo el técnico, “ya sea en el Bayern o en la Federación de Fútbol de Alemania [DFB]. Estoy acostumbrado a la presión de triunfar en la DFB o en el Bayern de Múnich. Pero claro que en la DFB dispondría de más tiempo libre para dedicar a mi familia. Todos entenderán que estoy preocupado por mi futuro”.
Flick era el ayudante de campo de Niko Kovac, el primer entrenador del Bayern, cuando el equipo entró en una espiral de malas relaciones y peores resultados que comenzaron a alejarle de los primeros puestos de la Bundesliga, en el otoño de 2019. Cuando la directiva del club despidió a Kovac, la solución más práctica que imaginó fue nombrar con carácter “interino” a Flick, un hombre aparentemente inofensivo que prometía discreción y que contaba con el respaldo de los veteranos, comenzando por Müller y Kimmich. Nadie imaginó el 9 de noviembre, fecha de la firma del contrato, que aquel funcionario invisible comenzaría en unos meses más a coleccionar títulos: Champions, Copa, Liga, Supercopa, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes de la FIFA. Mucho menos imaginable resultó que, tras semejante conquista, el director deportivo, Hasan Salihamidzic, intrigaría para socavar su autoridad en el marco de las banderías internas que dividen al club entre los partidarios de Karl-Heiz Rummenigge, el presidente del club de fútbol, que acaba mandato en junio y apuesta por mantener a Flick, y Uli Hoeness, el expresidente del club social del Bayern, que actualmente ejerce su poder fáctico en la sombra y respalda al director deportivo.
El disenso entre Flick y Salihamidzic afloró a comienzos de 2020 cuando ambos descubrieron que no se ponían de acuerdo en las decisiones estratégicas elementales. Flick comenzó por pedir el fichaje de un lateral derecho que sustituyera a Pavard, lesionado, pues quería que Kimmich jugara en el mediocampo. La respuesta de Salihamidzic, que no acababa de ver a Kimmich como volante, fue contratar a Odriozola en calidad de cedido, para disgusto del entrenador, que antes prefería mantener a Kimmich en el lateral que darle minutos al vasco. Más grave fue lo que sucedió cuando Flick solicitó al club que extendiera el contrato de Thiago Alcántara, Alaba y Boateng. Ninguno de los tres fue renovado. En su lugar, Salihamidzic emprendió su propia campaña de renovación de la plantilla con fichajes como el del español Marc Roca, al que designó para jugar en el mediocampo, donde quiere jugar el capitán Kimmich.
El caso Boateng fue el último en estallar. Sucedió en el momento más inoportuno, en la mañana del miércoles 7 de abril, cuando en la concentración del Bayern los jugadores realizaban ejercicios de calentamiento horas antes de enfrentarse al PSG en la ida de los cuartos de final. A Salihamidzic no se le ocurrió mejor ocasión que esa para trasladarle al jugador que el próximo verano debería buscarse club.
“¡Cierra el hocico!”
La tensión entre Flick y Salihamidzic rompió en pelea verbal cuando ambos se trasladaban junto con la plantilla en el autocar oficial. Dice el diario Bild que en un acceso de cólera, el entrenador, hombre pudoroso y sereno, comenzó a gritar: “¡Cierra el hocico!”. Abrumado, tal vez para evitar llegar a las manos, Salihamidzic abandonó la parte delantera del autobús donde se acomoda el cuerpo técnico para ir a instalarse en los asientos del fondo.
Cuando en marzo Joachim Löw anunció que dejaría el cargo de seleccionador, la noticia de que Flick no soportaba su situación en el Bayern derivó en un silogismo natural. Si Flick había sido ayudante de Löw durante el Mundial de 2014 que ambos acabaron ganando en Brasil, lo lógico sería considerar al técnico del Bayern como el primer candidato a sucederle. Hasta este martes por la noche, Flick no admitió públicamente que se planteaba seriamente esta posibilidad.
Oliver Kahn, exportero del Bayern, leyenda del fútbol germano, licenciado en administración de empresas, asumirá la presidencia del Bayern tras la salida prevista de Rummenigge, en junio próximo. Sobre su mesa se acumulan las incógnitas: ¿Debe fichar a Nagelsmann si Flick se marcha, aunque el Leipzig exija una compensación millonaria? ¿Debe destituir a Salihamidzic y respaldar a Flick y a su mano derecha, Kimmich? Mientras Kahn resuelve el enigma y se cubre el vacío de poder, el club más rico de Alemania digiere de mala manera su año más brillante.
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