Liberación europea para Vinicius
El brasileño, que se lesionó ante el Ajax y no jugó ante el City en las últimas eliminaciones, se desquita: “Fallo una y voy otra vez”
De sus primeras dos veces en octavos de final de la Champions, Vinicius Jr tenía recuerdos amargos. En 2019, la noche que el Real Madrid cayó contra el Ajax, cuando todo se derrumbó después de las tres orejonas seguidas, el brasileño había salido del campo llorando, con los ligamentos del tobillo derecho destrozados. El año pasado, a la salida del confinamiento, Zidane no le concedió ni minutos de c...
De sus primeras dos veces en octavos de final de la Champions, Vinicius Jr tenía recuerdos amargos. En 2019, la noche que el Real Madrid cayó contra el Ajax, cuando todo se derrumbó después de las tres orejonas seguidas, el brasileño había salido del campo llorando, con los ligamentos del tobillo derecho destrozados. El año pasado, a la salida del confinamiento, Zidane no le concedió ni minutos de calentamiento mientras el equipo perdía en Mánchester. Cuando Vinicius supo que no sería titular, la decepción le llevó a desconectar del grupo y enchufarse al móvil. El entrenador no se lo perdonó. Contra el Atalanta dispuso de la noche que le había esquivado ya dos veces. Y la exprimió.
El brasileño recordó a aquel prodigio de febrero y marzo de 2019, justo antes de la lesión, cuando su inconsciencia al ataque espantaba las dudas. Agitaba como nadie, aunque sin terminar de recoger fruto. Pero eran días chatos, depresivos, en los que su chispa alumbraba al equipo y encendía al Bernabéu. Contra el Atalanta, sus carreras fueron las pruebas de vida del equipo. Cuando más apretaban, su galope estiraba a los blancos y recordaba al rival que seguían ahí.
La primera ración de peligro la sirvió al cuarto de hora, cuando persiguió una pelota que Kroos le envió a correr sobre la línea de banda. Alcanzó el final y el centro estuvo a punto de cabecearlo Benzema. Con el Atalanta volcado, Vinicius se lanzaba con voracidad incansable a por cada espacio. La siguiente todavía se movió más cerca del gol. Volaba entre rivales mientras desde la grada Casemiro le gritaba: “¡A Lucas, a Lucas!”. El gallego entraba por la otra banda. Pero Vinicius bailó un poco más, encontró una pared con Benzema y terminó rematando contra un defensa. “¡Bien, Vini, bien!”, le animó desde la defensa Ramos, el otro ausente de los dos últimos hundimientos.
Fallo tras una gran jugada
El brasileño, como en los primeros tiempos, no se cansaba de intentarlo, pero además parecía haber un empeño especial en el equipo por arroparlo en ese martilleo constante y a menudo infructuoso. Y siguió, y siguió, cada vez más cerca de marcar. Como a la vuelta del descanso cuando arrancó en su campo a partir de una pared con Mendy que le envió a correr luego a campo abierto. Y corrió, y corrió, mientras Casemiro se agitaba en la grada: “Gol, gol, gol, gol...”, iba diciendo al paso que Vinicius se abría camino, conquistaba el área, en uno de sus movimientos soñados, quedaba cara a cara con el guardameta, Sportiello, la tocaba con el exterior buscando la base del palo, y veía cómo se iba fuera. “Por muy poquito. Tengo que seguir mejorando. Seguro que la próxima la voy a marcar”, dijo que Vinicius se quedó enganchado a la red, mientras Benzema se tapaba la cara y en centro del campo Sergio Ramos se derrumbaba sobre la hierba. “Uno se lamenta porque es triste que después de hacer lo más difícil que esa jugada no acabe en gol. Me hubiese ido contento si Vini hubiera hecho ese gol”, dijo luego el central.
El brasileño no abandonó. También corrió en la siguiente. “¡Voa, Vini, voa!”, le gritaba Casemiro. Esta vez al aproximarse al área recortó hacia fuera. “Soy un jugador que entra con personalidad, que fallo y en la próxima voy a ir siempre. Él pensó [el defensa] que no iba pero yo voy siempre, es lo mejor que hago, que fallo una y la próxima voy otra vez”, explicó Vinicius. Penalti. Lo celebró como un gol. Desde que llegó al Madrid ningún jugador del equipo ha provocado más que él (4). Bromeó con Militão, que calentaba en la banda. Bromeó con Benzema mientras esperaban a que Ramos tirara. Y recibió el abrazo del capitán, que olvidó su desesperación anterior cuando marcó el 2-0.
De regreso a su campo, antes de que sacara de centro el Atalanta, en su camino por la banda Vinicius abrazó a Bettoni, y abrazó también a Zidane. Liberado.
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