Muniain ya no es Bart Simpson
El atacante del Athletic vive su madurez futbolística a los 28 años
Iker Muniain (Pamplona, 28 años) parece que lleve toda la vida jugando en Primera aunque todavía no ha llegado a la treintena. Son 12 temporadas en la élite desde que Joaquín Caparrós le dio la alternativa el 30 de julio de 2009 en un partido de la Liga Europa frente al Young Boys. Una semana después marcó su primer gol con la camiseta rojiblanca, en el partido de vuelta, con sólo 16 años. Este jueves frente al Levante busca su tercera final de Copa.
Muniain era el jugador más prometedor de una generación, y el más pr...
Iker Muniain (Pamplona, 28 años) parece que lleve toda la vida jugando en Primera aunque todavía no ha llegado a la treintena. Son 12 temporadas en la élite desde que Joaquín Caparrós le dio la alternativa el 30 de julio de 2009 en un partido de la Liga Europa frente al Young Boys. Una semana después marcó su primer gol con la camiseta rojiblanca, en el partido de vuelta, con sólo 16 años. Este jueves frente al Levante busca su tercera final de Copa.
Muniain era el jugador más prometedor de una generación, y el más precoz. Cuando tenía 14 años, Caparrós ya le había incluido en una concentración de pretemporada. Poco a poco se asentó en el primer equipo, fue imprescindible para Bielsa y también para Valverde; consiguió jugar con la selección española, pero dos graves lesiones de rodilla frenaron su progresión. La primera, en 2015, con sólo 22 años, le mantuvo 203 días de baja y le obligó a perderse 32 partidos; con la segunda, en 2018, otros 33 encuentros. Pese a todo, es ya el octavo jugador con más duelos en la historia del Athletic.
La primera operación de rodilla fue un antes y un después para Muniain. Pasó de “rebelde y pícaro a madurar”, según dijo. Le llamaban Bart Simpson, por su parecido con el personaje de la serie televisiva, y llevaba su dibujo en las espinilleras. Ya no: “Es una época de mi vida que estuvo bien, pero ya no me siento identificado”. Pese a los inconvenientes, cada vez que regresaba, recuperaba la titularidad. Sin embargo, sus números de los últimos años no habían sido demasiado esperanzadores. Berizzo le dio la manija, pero el experimento del entrenador argentino se hundió antes de tiempo; con Garitano siguió siendo uno de los fijos, pero el fútbol del Athletic se hizo muy espeso. Hasta que ha llegado Marcelino y vuelve a ser fundamental para el juego de su equipo. En los nueve primeros partidos a las órdenes del técnico asturiano, Muniain dio ocho pases de gol y su forma de jugar revitaliza el medio campo del Athletic. A pesar de que él se encuentra más cómodo en el medio, el entrenador del Athletic no se ha apeado de su sistema habitual, el 4-4-2, y coloca al jugador navarro en la izquierda, pero con una salvedad: le da libertad de movimientos, lo que aprovecha el futbolista para circular por muchas zonas del campo.
Su aportación resultó fundamental en la final de la Supercopa frente al Barcelona. Convertido en un preciso lanzador de faltas, fue quien puso la pelota a Villalibre para el empate sobre la bocina, y quien asistió a Williams para el gol que dio la victoria a su equipo en la prórroga. En la última victoria a domicilio del Athletic, 0-4 ante el Cádiz, su actuación resultó sublime. Manejó el partido a su antojo y movió a sus compañeros en el camino hacia el gol. En los últimos tiempos, además, está sometido a la vigilancia estrecha de los defensas rivales. Es el sexto jugador que más faltas recibe en la Liga (55), sólo dos menos que Leo Messi.
Iker Muniain tiene pendiente su segunda final de la Copa del Rey —se perdió la de 2015 por lesión—, que se jugará el próximo 3 de abril frente a la Real Sociedad y puede llegar, frente al Levante, a una tercera. “Quizás he renunciado a conseguir un montón de títulos, pero es que siempre he preferido ganar una Copa aquí que cinco Champions con cualquier otro equipo. Tú ganas una Copa aquí y eres capitán general. Si la ganara en otro sitio sería un número más”, comenta.