El Atlético más antinatural
Simeone renunció ante el Chelsea a las virtudes con las que su equipo lidera la Liga y mermó a sus jugadores de más talento
En los días previos al enfrentamiento con el Chelsea, sobrevolaba en el vestuario del Atlético que Diego Pablo Simeone meditaba cambiar el sistema ante las grietas que se acentuaban en la defensa de tres centrales y dos carrileros. La secuencia de siete partidos de Liga consecutivos encajando goles, la mayor en la etapa del técnico argentino desde que aterrizó en 2012, l...
En los días previos al enfrentamiento con el Chelsea, sobrevolaba en el vestuario del Atlético que Diego Pablo Simeone meditaba cambiar el sistema ante las grietas que se acentuaban en la defensa de tres centrales y dos carrileros. La secuencia de siete partidos de Liga consecutivos encajando goles, la mayor en la etapa del técnico argentino desde que aterrizó en 2012, le empujaba a una modificación del dibujo para frenar esa inusual debilidad defensiva. Siempre, en los tramos de las temporadas en los que los resultados no acompañan o percibe fragilidades, Simeone ha tendido a refugiarse en el 4-4-2 y en el repliegue en campo propio. Lo que nadie esperaba con la alineación que eligió para jugar un partido de ida de la Copa de Europa como local fue que acabara por diseñar un 6-3-1, con Correa y Lemar, ejerciendo de laterales para acompañar a Llorente, Savic, Felipe y Hermoso. Por delante, Koke, Saúl, João Félix y Luis Suárez como punta de lanza a 70 metros de la portería del Chelsea.
En uno de los partidos más trascendentes de la temporada, Simeone renunció de pleno a todo aquello que le otorgó a su equipo el liderato holgado de la Liga. El resultado de esa alineación plagada de talento forzado a jugar encogido fue el Atlético más antinatural y desequilibrado de la temporada. Defendió mucho y atacó muy poco porque la abundancia de jugadores ofensivos no casaba con esa propuesta tan conservadora.
Parte del plan de Simeone pasaba por que João Félix condujera las salidas al contragolpe desde campo propio, pero casi siempre o recibió de espaldas y rodeado de contrarios o los pases que le llegaban fueron defectuosos. Al luso se le vio frustrado en medio de uno de esos partidos que le invitan a pensar que su agente, Jorge Mendes, se equivocó de club y de entrenador cuando decidió sacarlo del Benfica. La otra vía para contragolpear era que Luis Suárez bajara los balones largos y jugara para los jugadores que se pudieran ofrecer de cara. No funcionó ninguna de las dos salidas.
El Atlético quiso ser vertical. Y lo fue, pero sin pasar del medio del campo. Le costó progresar más de 40 metros. La mayoría de los intentos de salida fueron abortados o por la presión del Chelsea o por las malas entregas. Un 74% de acierto en el pase está por debajo del 80% que los analistas consideran como aceptable al calificar el manejo del balón de un equipo. El número de pases dados por Koke (50), por debajo de su promedio de la temporada (65), fue muy significativo.
Solo cuando presionó arriba y forzó al Chelsea a cometer errores, los rojiblancos pudieron generar peligro. La orden dada por Simeone era presionar cuando Mendy sacara en corto o en los saques de banda cercanos al área del meta francés. Como el Atlético apenas progresó a campo contrario y disparó poco, solo seis remates, todos fuera, apenas pudo presionar arriba.
Al término del partido el sentir general de los jugadores del Chelsea fue que se les concedió un encuentro más cómodo en defensa del que esperaban. Cuando Tuchel comprobó qué tipo de choque quería jugar Simeone azuzó a sus futbolistas a no renunciar al mando que le había entregado su rival.
Por el contrario, el inmovilismo de Simeone también sorprendió. Cuando detecta que el rival es superior o que a su equipo le cuesta ejecutar el plan previsto suele modificar posiciones individuales o el dibujo. La alineación le permitía haber utilizado la flexibilidad táctica durante los partidos que esgrimen el entrenador y sus jugadores cuando explican el liderato en LaLiga. El Cholo dio por bueno su planteamiento de defender por acumulación de efectivos en las inmediaciones del área de Oblak porque el Chelsea le generaba pocas ocasiones. Sin embargo, el partido transmitía que si un equipo podía marcar ese era el inglés. No modificó el dibujo y solo se dispuso a hacer el primer cambio pasada la hora de juego. Lodi, el único lateral natural, se disponía a entrar cuando Giroud marcó.
Simeone pagó el regresó a sus planteamientos más conservadores con una nómina de jugadores que no han nacido para jugar ese tipo de fútbol. Fueron sacrificados en defensa y anulados para el juego ofensivo por una propuesta que se saldó con el sonrojante saldo de cero disparos a portería. El mismo registro que dos años atrás en Turín, cuando la Juventus remontó el 2-0 de la ida desmontando otra propuesta que también condenó la tenencia de la pelota y a sus mejores jugadores.