Lucas Eguibar, el vasco que vuela en la nieve
Aficionado al esquí desde los dos años pese a haber nacido junto a la playa de La Concha, es el primer español campeón del mundo de ‘snow’
¿Cómo es que un vasco es campeón del mundo de snow?
“Los vascos hacemos lo que queremos”, ríe, tímido, Lucas Eguibar (San Sebastián, 27 años), campeón del mundo de snowboard cross (una competición de velocidad en nieve sobre una tabla) al imponerse en la misma línea de meta el pasado jueves en Idre Fjäll, Suecia. Atiende la llamada de EL PAÍS desde una camilla. “Ahora mismo me ...
¿Cómo es que un vasco es campeón del mundo de snow?
“Los vascos hacemos lo que queremos”, ríe, tímido, Lucas Eguibar (San Sebastián, 27 años), campeón del mundo de snowboard cross (una competición de velocidad en nieve sobre una tabla) al imponerse en la misma línea de meta el pasado jueves en Idre Fjäll, Suecia. Atiende la llamada de EL PAÍS desde una camilla. “Ahora mismo me están haciendo un masaje”, se explica. En su persecución de la medalla de oro, en cuartos, recibió un fuerte impacto al realizar uno de los saltos, numerosos en su disciplina, y anda tocado: “La espalda es la que más sufre”. Pero no la única.
Hace unos días, al terminar las semifinales, Eguibar confesó no sentir las piernas. “La bajada es exigente. Sueles acabar bastante cansado. Y eso que los circuitos acostumbran a ser de un minuto”. En Idre Fjäll, el circuito, un descenso en línea recta aunque con muchas ondulaciones y por el que llegó a desfilar a más de 90 km/h, era de un minuto y 20 segundos, lo que explica su agotamiento. “Era muchísimo, no estamos acostumbrados”, confiesa. Y eso que él, que nació junto a la playa de La Concha y que habitualmente tiene que salir de España para entrenarse, tira tanto como puede de su físico, su fuerte.
En septiembre, octubre y noviembre, su pretemporada, se va a países como Austria o Suiza para poder entrenarse con la tabla: Hubo un tiempo en que creyó que tendría que dejar el País Vasco para poder prepararse en igualdad de condiciones, pero al final optó por quedarse. Es consciente de que compite con ese hándicap.
El austríaco Alessandro Häm-merle, plata en el Mundial tras una final de fotofinish, tiene la estación más cercana a 30 metros. “Es uno de mis mejores amigos en el circuito y he estado en su casa. Doy fe. Yo, en cambio, la tengo a 300 kilómetros”, cuenta Eguibar, que añade: “Después de tantos años, me he acostumbrado. Casi me viene bien; por cómo soy eso de tener que ir moviéndome me va bien. Necesito un poco de playa, no solo montaña”.
La nieve estuvo siempre presente en sus rutinas. Cosas de familia. Empezó a esquiar a los dos años y a competir con cinco antes de cambiarse a la tabla: “Me cansé. Quería probar algo diferente”.
El éxito de Eguibar en los últimos mundiales de snowboard es excepcional. No solo por ser el único español participante en una prueba que dominan austríacos y canadienses, sino porque la medalla de oro que logró es una de las pocas con sello español en una pista de esquí. Hasta su irrupción en el campeonato del mundo de 2017, en Sierra Nevada, donde logró dos platas (una individual y una por equipos), España solo contaba con cuatro medallistas en mundiales de deportes de nieve: Paquito Fernández Ochoa (bronce en el Mundial de Esquí Alpino de 1974); Martí Rafel (bronce en esquí acrobático en 1989); Juanito Mühlegg (oro en 50km y plata en persecución en el Mundial de esquí nórdico de 2001) y Queralt Castellet (plata en half-pipe en 2015, la primera medalla española en snow).
La clave del triunfo de Eguibar en Suecia fue mantener la calma en los metros iniciales: “Mi objetivo era estar tranquilo arriba, colocarme en segunda o tercera posición y luego intentar acelerar y adelantarlos”. Bordó el plan. Al tratarse de una pista en línea recta aprovechó todos los huecos y, también, el increíble rebufo final.
Pero no siempre los planes salen así de bien en una disciplina en la que hay mucho contacto y tantísimas caídas. “Es normal caerse o que te tiren. Y eso es difícil de asimilar: puedes llegar a una competición muy importante y caerte a la primera”, dice. Fue lo que lo ocurrió en los Juegos de Invierno, en Pieonchang (Corea del Sur), en 2018, donde fue el abanderado español.
Pero a Eguibar estas cosas le afectan lo justo. Aprender de cómo ve la vida su hermano Nico después de pasar 45 días en coma tras un accidente de moto le hizo entender que “no todo es bonito”. El oro de Suecia es también el primero que se pone al cuello desde que perdió a su entrenador Israel Planas en 2017. Falleció a los 41 años por un infarto cerebral. “Él tiene mucho que ver en quién me he convertido. Muchísimo”.