Gundogan, goleador de repente
Autor de un doblete ante el Tottenham, el centrocampista del City suma 11 goles en 17 partidos desde diciembre y se convierte en el máximo anotador de la Premier en 2021
José Mourinho somatiza el fútbol. Su cuerpo, su mirada, los músculos de su rostro, reaccionan a cada uno de los estímulos que se producen en el terreno de juego. Especialmente cuando se trata de jugadas del equipo contrario en su propio campo. La sensación de peligro le solivianta. Si ve que sus jugadores no responden con la energía equivalente, los testigos directos aseguran que experimenta verdaderos arrebatos espasmódicos. Algo así debió ocurrirle este sábado en el Etihad, cuando Sterling atr...
José Mourinho somatiza el fútbol. Su cuerpo, su mirada, los músculos de su rostro, reaccionan a cada uno de los estímulos que se producen en el terreno de juego. Especialmente cuando se trata de jugadas del equipo contrario en su propio campo. La sensación de peligro le solivianta. Si ve que sus jugadores no responden con la energía equivalente, los testigos directos aseguran que experimenta verdaderos arrebatos espasmódicos. Algo así debió ocurrirle este sábado en el Etihad, cuando Sterling atravesó el área del Tottenham en diagonal conduciendo la pelota sin que Davies, ni Dier, ni Sánchez, ni Lloris, pudieran hacer nada por detenerle en medio del revuelo. Hecha la proeza sin perder la pelota, Sterling se la dio a Foden y esperó en la raya lateral a que se la devolviera. Cuando la volvió a tener, el tiempo se detuvo. Y con el tiempo, la montonera de futbolistas del Tottenham expectantes, aturdidos, hartos de persecuciones estériles. En medio de todos ellos, como el gato que espera inmóvil con los ojos bien abiertos, Ilkay Gundogan miró a Sterling y se compuso su propia sinfonía. Midió los tiempos, leyó las notas, y saltó. El pase de Sterling y el demarraje de Gundogan fueron armónicos. Un golpe fugaz. Cuando Hojberg quiso reaccionar ya era tarde. Lloris dio un manotazo al aire sin efecto y la pelota estaba en el fondo de la red, obra de un punterazo maléfico de Gundogan, autor de ese gol y uno más en el 3-0 que elevó al Manchester City hacia alturas prácticamente inalcanzables en esta Premier.
A sus 30 años, este alemán madurado en el Nüremberg en 2009 y lanzado por Jürgen Klopp en el Dortmund en 2011, un volante interior de toda la vida, demuestra que además de saber dictar los tiempos del pase llevaba incorporado en su naturaleza el sentido del desmarque. No todos los jugadores lo tienen y muy pocos lo tienen tan fino. Si lo conocía, Guardiola decidió explotarlo en algún punto entre el verano y el invierno de 2020. En diciembre, le relevó de algunas tareas administrativas vinculadas al mediocampo para dejarle que viva de la fabricación de emboscadas.
“Cuando decía que Ilkay podía jugar de nueve la gente se reía”, dijo Guardiola en la conferencia de prensa, tras el 3-0; “él sabe leer el gol. Sabe medir los tiempos para entrar al área de penalti a recibir y rematar. Lo vimos en los goles y en el penalti que le hizo Hojberg [Rodri metió el 1-0]. Ahora está haciendo goles porque no juega como centrocampista defensivo sino cerca del área. Y ahí sabe hacer las dos cosas que necesita un goleador: desmarcarse con un sentido increíble y finalizar. Está en forma y tenemos que aprovecharlo”.
En cuatro temporadas y media en el City, entre agosto de 2016 y diciembre de 2020, Gundogan metió 23 goles en 173 partidos. Desde el 15 de diciembre pasado, día en que le marcó al West Brom, suma 11 goles en 17 partidos. En este periodo nadie en Inglaterra ha marcado más goles que él. Su actuación ante el Tottenham fue presenciada en vivo por la figura encapuchada del Kun Agüero, que sigue sin jugar. El argentino, máximo goleador histórico del club, nunca dio la impresión de formar parte del plan maestro de Guardiola. Esta temporada menos que nunca.
Gundogan fue la figura más visible del equipo que desactivó al Tottenham y que brindó al City su 16ª victoria sucesiva en todos los torneos. La cifra es un récord absoluto del fútbol británico y consolida la racha de 22 partidos sin perder del equipo desde que cayera precisamente contra el Tottenham en la ida, en White Hart Lane (2-0). Fue hace menos de tres meses. Pero parece mucho más, después de los hundimientos del Liverpool y el Chelsea y, especialmente, después del cambio que operó Guardiola en su modo de estructurar al equipo. Si a la ida acudió con Cancelo emparejado junto a Rodri para amortiguar los temidos contragolpes de Son y Kane, este sábado Rodri jugó mucho más solo en el vértice de las maniobras mientras que Cancelo apareció en el mediocampo de forma puntual y generalmente en planos más avanzados. Bastó el despliegue de los dos interiores, Gundogan y Silva, para desmadejar al Tottenham.
Sin recuperación no hay contragolpe
El Tottenham no logró contragolpear en la medida en que no consiguió robar una pelota sin hacer falta o sin perderla inmediatamente. Kane y Son vagaron por el campo progresivamente agotados ante la impresión de que acometían una empresa imposible. Si hay jugadores preparados para bascular sin desánimo durante dos horas seguidas, que los hay, no son Kane, ni Son, ni tampoco Ndombelé, ni mucho menos Delle Ali o Bale.
Corría el minuto 66 y se deshacía desmoralizado el Tottenham, sin presionar ni marcar ni cubrir con el énfasis característico de los equipos de Mourinho, cuando Ederson sacó de portería con un envío de 70 metros. Cualquier defensa mínimamente profesional debería neutralizar fácilmente este tipo de pelotas. A la defensa del Tottenham, para desesperación de Mourinho, le resultó imposible. Acompasando su carrera para interceptar el pase sin dar tiempo de respuesta a sus marcadores, Gundogan arrancó, controló con un toque, se acomodó el balón con otro para irse de Davinson Sánchez, y definió con la zurda. Su celebración fue la fiesta del líder. El City manda en la clasificación con 53 puntos y un partido menos, seguido de lejos por el Leicester (46), el United (45), el Liverpool (40) y el Chelsea (39).