Gales se lleva el derbi de los veteranos
Irlanda pelea hasta el final tras la expulsión de O’Mahony, pero cae en Cardiff ante una versión descafeinada del XV del Dragón (21-16)
Alun Wyn Jones juega este domingo su partido internacional número 153, el primero en su jardín del Millenium de Cardiff sin público. Lo hace con el ojo negro tras el puñetazo de su compañero Jake Ball, su enésima herida de guerra. El capitán irlandés, Jonathan Sexton, también tiene 35 años y quiere llegar al Mundial 2023. Son los dos jugadores de más edad del Seis Naciones y el paradigma de sus selecciones, empeñadas en retrasar el cambio generacional. Gales se llevó la contienda tras una tempranera expulsión irlandesa y gana tiempo al reloj. Una semana más como candidata, al menos hasta su vi...
Alun Wyn Jones juega este domingo su partido internacional número 153, el primero en su jardín del Millenium de Cardiff sin público. Lo hace con el ojo negro tras el puñetazo de su compañero Jake Ball, su enésima herida de guerra. El capitán irlandés, Jonathan Sexton, también tiene 35 años y quiere llegar al Mundial 2023. Son los dos jugadores de más edad del Seis Naciones y el paradigma de sus selecciones, empeñadas en retrasar el cambio generacional. Gales se llevó la contienda tras una tempranera expulsión irlandesa y gana tiempo al reloj. Una semana más como candidata, al menos hasta su visita a Edimburgo. Si Inglaterra había abierto la puerta a los aspirantes con su derrota ante Escocia, ni Gales ni Irlanda recogieron la invitación.
El partido era una lucha contra el tiempo. Entre ambas selecciones suman nueve jugadores con 32 años o más; Italia, Inglaterra y Francia no tienen ninguno. Las edades medias de sus alineaciones (27,3 años Gales y 27,5 Irlanda) hablan por sí solas. Gales sacó el XV con más internacionalidades de su historia (874). Ambos limitaron riesgos en su puesta en escena; mucha patada y fases cortas a la espera de que el error rival permitiera ganar metros. El partido, sin ritmo, se paró para que Dan Lydiate dejara el campo con una seria lesión de rodilla. Su vuelta tras dos años ausente ilustraba la llamada del seleccionador Wayne Pivac al antiguo régimen.
Instantes después llegó la acción que cambiaría el partido. Y no de la forma prevista. El delantero Peter O’Mahony entró descontrolado en el ruck, la zona de conquista del balón, y golpeó con el hombro con la cabeza de Tomas Francis. Wayne Burns constató los hechos con su juez de televisión y no tuvo otra opción que expulsarle. Sin hacer nada del otro mundo, Gales aprovechaba los errores irlandeses para ponerse 6-0.
Entonces, Irlanda desafío la inferioridad numérica. Empezó a dominar el territorio, aún sin réditos. Gales aguantaba con disciplina las incursiones previsibles de los verdes. El XV del Trébol matizó su circunstancia con secuencias cortas. La salida de Iain Henderson, un híbrido entre segunda y tercera línea, cubrió posición y media. Y su trasera, con un Robbie Henshaw poderoso, secundó las cargas en campo abierto. Por entonces, si alguien parecía tener 14 jugadores era el XV del Dragón.
Con un ataque inexistente, Gales perdió su asidero, la disciplina que les permitía aguantar ataques de 19 fases sin inmutarse. Empezaron a llegar las faltas e Irlanda, que no perdonaba un metro, ya miraba a palos. Dos patadas de Sexton nivelaron el choque y la defensa galesa se convirtió en un flan. Henshaw rompió un par de placajes tibios para desarbolar la guarnición roja. Aprovechó la autopista Josh van der Flier para percutir y quedarse a un metro del ensayo; le acompañó Tadhg Beirne para recoger el oval y posar. Los locales empezaban a desquiciarse, con dos retenidos en ataque ante el hercúleo Henderson. El descanso (6-13) fue un alivio para el equipo que tenía 15 jugadores.
Gales era feliz intercambiando patadas, confiando en que el agotamiento irlandés le sirviera el duelo en bandeja. Su ataque seguía impreciso, con fallos en el juego de manos, también en 22 rival. Necesitaron un contragolpe para despertar. Irlanda perdió el balón en una salida atropellada. En esas, Navidi pescó un balón suelto y asistió a George North, que activó los propulsores antes de que James Lowe girara la cabeza. Beirne intentó placar a la desesperada, pero no pudo cazar a un ala de ese nivel en plena aceleración. Ensayo inevitable.
A Irlanda ya le costaba vascular y su delantera empezaba a jadear sin O’Mahony. Gales levantó un maul tras un golpe de castigo y el único recurso de los verdes era derribarlo. En la siguiente secuencia, los locales aprovecharon la superioridad por el costado derecho para que el debutante Louis Rees-Zammit posara con habilidad –Furlong se lanzó con todo– en el ala y pusiera a los suyos al timón del encuentro.
Pese a jugar más de una hora con uno más, Gales dejó vivo el partido hasta el último lance. Un ensayo irlandés había volteado la contienda, pero los verdes no hallaron una ruptura mágica ante placajes de mérito como los del gladiador Jones. Mientras, Sexton dejó el partido con un golpe en la cabeza; no sería su primera conmoción. Su relevo, Billy Burns, pateó por línea de fondo en el minuto 84 un golpe de castigo que habría plantado a sus pupilos a cinco metros de la zona de marca con el tiempo cumplido. Así que el último ataque se quedó en el imaginario. Consciente de su error, dejó el campo entre lágrimas. El cambio generacional tendrá que esperar.