Benzema se luce a sus anchas en Ipurua
El delantero francés marca el paso de los blancos con un gol y dos asistencias
El encargado de La Bolera Cántabra aparece por la puerta del establecimiento y grita: “¡Venga, todo el mundo a casa a ver el partido, que son las ocho!” Es la hora del cierre obligatorio. Vestido con una camiseta del Eibar, y con el 17 de Kike García a la espalda, conmina a los últimos parroquianos que ocupan las mesas de la terraza al aire libre, pero a cubierto, porque el viaducto de la autopista pasa sobre ella, a que desalojen. La única actividad de la zona es entonces el campo de Ipurua. Allí Kike García, el original, recib...
El encargado de La Bolera Cántabra aparece por la puerta del establecimiento y grita: “¡Venga, todo el mundo a casa a ver el partido, que son las ocho!” Es la hora del cierre obligatorio. Vestido con una camiseta del Eibar, y con el 17 de Kike García a la espalda, conmina a los últimos parroquianos que ocupan las mesas de la terraza al aire libre, pero a cubierto, porque el viaducto de la autopista pasa sobre ella, a que desalojen. La única actividad de la zona es entonces el campo de Ipurua. Allí Kike García, el original, recibe las últimas instrucciones de Mendilibar antes de salir al calentamiento.
Como Karim Benzema, en el vestuario del otro lado del campo, más pequeño que el de los locales. Hace un frío moderado en Eibar, pero el francés salta al campo en manga corta, y así aparece para jugar una hora después, cuando los parroquianos de la bolera están ya en casa, viendo el partido por televisión.
Y a través de la pantalla, antaño pequeña, ahora ya no tanto, observan el bullir de un delantero al que muchos no consideran delantero, que está en estado de gracia desde hace algunas semanas, imprescindible para Zinedine Zidane, y para Florentino Pérez, que nunca escuchó consejos para dejarlo marchar.
Benzema tuvo una primera media hora espectacular, y lo propició la manera de jugar del Eibar. Mendilibar había ensayado en la Copa un sistema con un delantero y Sergio jugando de enganche en el medio del campo, pero a la hora del partido, tiró por la calle de en medio y decidió ser más valiente para jugar con dos delanteros. Con la defensa adelantada, cualquier pérdida de balón en medio campo suponía un riesgo, y decidió asumirlo, así que Benzema se encontró a sus anchas. Allá donde miraba, encontraba campo abierto. A los cinco minutos, ya había adelantado al Real Madrid. Combinó con Rodrygo, buscó el área, y recibió la pelota de su compañero para controlar y disparar ante la salida de Dmitrovic.
Se temía Mendilibar un partido similar al de la temporada pasada, que solventó el Real Madrid como quien lava, en tres zarpazos , y por ese camino iba, porque a los 12 minutos otra vez funcionó la magia de Benzema, esta vez en la banda derecha. Recibió en el área, regateó a un rival, vio a Modric un poco más atrás del punto de penalti y allí le puso el balón para que el croata confirmara los peores augurios del entrenador del Eibar.
La parábola de Kike
Benzema era la pesadilla de la defensa del equipo armero. Omnipresente, encontraba siempre los espacios y la combinación con sus compañeros. Otra vez se desmarcó con inteligencia en el minuto 16 para gozar de una ocasión clarísima que no pudo concretar. Nadie era capaz de detectar la presencia del escurridizo francés, presente en todas las zonas del área.
En medio de la exhibición de Benzema se filtró por medio un jugador del Eibar, Kike García, también delantero, el hombre cuya camiseta lucía el encargado del bar La Bolera. Sus características son muy diferentes a las del francés. Llegó al Eibar del fútbol inglés; un error en el fax con su transferencia le mantuvo seis meses fuera de la competición, pero Mendilibar le tenía fe, y la tiene. En el minuto 27 recibió en la línea de volantes, buscó el espacio y disparó en parábola, para batir a Courtois. Se acercó a la grada, gritó “¡dónde estás!” y mandó callar al destinatario de su grito. Era Cote, su compañero, con el que mantiene un pique amistoso.
Desde el gol del Eibar, la estrella de Benzema declinó, porque sus compañeros no le encontraban como antes. El Real Madrid plegó velas, aunque el delantero todavía tuvo tiempo de marcar otro gol, anulado por fuera de juego, y de asistir a Lucas Vázquez, en el último instante, y cuando apretaba el Eibar, para conseguir el tercero de su equipo. Fue un gran partido que mostró a un gran Benzema.
La gran actuación del francés le evitó, sin embargo, sufrir en los minutos finales, como reconoció Carvajal. “En la segunda parte nos ha costado mucho. Queríamos cerrar cuando antes, pero hasta la última jugada con Lucas Vázquez no lo hemos conseguido”, afirmó.