Zidane: “Nunca voy a ser el Ferguson del Madrid”
El técnico blanco, en el abismo estos días, afirma que no sabe cuánto se va a quedar en el club blanco e insiste en que lo único que le preocupa es disfrutar el día a día
La pregunta es machacona e inevitable cuando un miembro del vestuario blanco sale al exterior, fuera del cobijo de la caseta. ¿Por qué esta noria en el rendimiento? ¿Por qué el equipo va de pestiños como el del Cádiz o el Alavés en casa a actuaciones tan convincentes como la de San Siro o la del Gladbach?
La primera respuesta que salió de las tripas de Valdebebas fue la esperada. “He sido jugador y el fútbol es así. No siempre puedes jugar bien, es imposible. Intentarlo, sí. Los jugado...
La pregunta es machacona e inevitable cuando un miembro del vestuario blanco sale al exterior, fuera del cobijo de la caseta. ¿Por qué esta noria en el rendimiento? ¿Por qué el equipo va de pestiños como el del Cádiz o el Alavés en casa a actuaciones tan convincentes como la de San Siro o la del Gladbach?
La primera respuesta que salió de las tripas de Valdebebas fue la esperada. “He sido jugador y el fútbol es así. No siempre puedes jugar bien, es imposible. Intentarlo, sí. Los jugadores siempre quieren”, aseguró Zinedine Zidane en un intento por explicar la irregularidad de los suyos. Unos minutos antes, su delantero de cabecera, Karim Benzema, se manifestó en la misma línea: “Nosotros preparamos los encuentros, pero a veces no tenemos ese punto de suerte”. Sin embargo, cuando se escarbó en la cuestión, el entrenador francés exhibió su clásica sonrisa, últimamente aparcada, y añadió a modo de advertencia: “Este equipo tiene eso. Cuando las dificultades son grandes y tenemos que ganar sí o sí, se ponen y es lo que tenemos”. Y lo certificó su nueve favorito, autor de los dos tantos ante los alemanes. “Cuando tenemos estas ganas de ganar, se ve. Si jugamos como equipo, ninguno nos puede hacer daño”.
El técnico blanco, más relajado, libre de la cruz que ha llevado a cuestas en los últimos días, como todo el club ante el abismo de poder quedar eliminado, no ahorró elogios para el despliegue de sus futbolistas. “Hicimos un partido espectacular, desde el minuto uno al final. Interpretándolo muy bien, sobre todo su transición defensiva-ofensiva. Fue el más completo de la temporada. Confirmamos el encuentro del sábado [ante el Sevilla] jugando incluso mejor. Hoy he disfrutado como aficionado”, proclamó el galo, exultante por el liderato del grupo. “Es fundamental, importante, importantísimo”, dijo.
Su figura volvió a ponerse bajo el microscopio durante toda la semana, desde el mismo instante en que el Madrid recibió la voltereta en Kiev. Entonces, en caliente, ya avisó de que “para nada” iba a dimitir y que se sentía “con fuerzas”. Y tras derrotar al Gladbach y pasar como líder de grupo a octavos en otro ejercicio de escapismo, lanzó un nuevo aviso: “Nunca voy a ser el Alex Ferguson del Madrid, eso seguro”. El escocés dirigió hasta 1.500 choques del Manchester United entre 1986 y 2013. “Quiero disfrutar de lo que estoy haciendo. No sé cuánto tiempo me voy a quedar aquí, ni lo pienso. Solo pienso en el día a día y en la suerte que tengo de estar en este gran club, con estos jugadores. Incluso en los momentos complicados me gusta, no solo cuando ganamos. Son momentos de la vida y ahí también tengo que mejorar cosas. Pero no sé hasta cuándo estaré. Ya llevo mucho tiempo en España y en Madrid, y quiero seguir un poco”, señaló con una sonrisa.
El día límite sirvió también para reivindicaciones particulares de uno de los soldados de ZZ, Lucas Vázquez, de nuevo en su versión más fiable, un martillo desde el lateral derecho. Pendiente del futuro porque su contrato acaba el próximo junio, el gallego dejó, sin embargo, más de una duda sobre su renovación. “Eso es un tema complicado, veremos lo que pasa. Yo me dedico a trabajar día a día. Tengo la conciencia tranquila, eso es lo importante. En el fútbol, a veces, no solo depende de una parte u otra”, indicó. Y, ante la insistencia por conocer sus intenciones, aclaró que él está “contento en el Real Madrid, por supuesto”.
El alivio en los blancos fue grande, pero la alegría en el Mönchengladbach no fue menor. Su derrota les dejó en manos de lo que ocurría en San Siro, donde todo se alargó en exceso. Así que la plantilla se arremolinó en su banquillo alrededor de una tableta para seguir los últimos minutos. Aquella fue la imagen del siglo XXI del transistor. Y la explosión fue tremenda cuando el Inter-Shakhtar acabó en empate tras un descuento eterno. Era su primera clasificación para unos octavos después de tres fracasos. Al final, todos contentos en Valdebebas.