Carla Suárez: “No he sentido miedo con el cáncer”
La tenista canaria, de 32 años, conversa con EL PAÍS sobre su lucha contra la enfermedad que le diagnosticaron justo cuando afrontaba la recta final de su carrera, tras 12 temporadas en la élite
Tres meses después de anunciar que había sido diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un cáncer del sistema linfático, Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canarias, 32 años) atiende al otro lado del teléfono. La tenista dice encontrarse fuerte y animada en un periodo difícil, en el que compagina la lucha contra...
Tres meses después de anunciar que había sido diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un cáncer del sistema linfático, Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canarias, 32 años) atiende al otro lado del teléfono. La tenista dice encontrarse fuerte y animada en un periodo difícil, en el que compagina la lucha contra la enfermedad con estos tiempos de pandemia. “Lo llevo bastante bien, porque como en Barcelona no se puede hacer demasiada cosa…”, se arranca la exnúmero seis del mundo en el preámbulo de una conversación optimista que se cierra apuntando a un posible retorno a las pistas para despedirse de su deporte como lo había imaginado antes de que la vida diera un vuelco: peloteando.
Pregunta. ¿Cómo se encuentra?
Respuesta. Estoy bastante bien, en pleno tratamiento de quimioterapia. Cuando tengo las sesiones estoy un par de días con dolor de barriga y náuseas, pero está siendo todo muy llevadero y en ese sentido estoy muy contenta, porque tal y como te pintan lo de los efectos secundarios… Te dicen que pueden llegar a ser bastante más molestos e incómodos, así que dentro de lo que cabe, no estoy llevándolo mal.
Ser tenista ayuda. Aunque te arropen, la que lidia con la enfermedad eres tú sola
P. El volantazo ha sido radical. ¿Cómo es ahora su día a día?
R. La verdad es que me ha trastocado bastante, porque tenía la idea de retirarme este año y en noviembre o diciembre ser libre, por decirlo de alguna manera, y ahora tengo puestos los cinco sentidos en recuperarme e intentar sacar adelante esta situación. Mi día a día es tranquilo. Las semanas que tengo sesión, prácticamente estoy tres o cuatro días en casa, sin salir, y cuando tengo la oportunidad doy algún paseo, voy al gimnasio o trato de hacer algún deporte. Puedo hacer vida normal, aunque con todo esto que estamos pasando me han recomendado que no me desmelene.
P. ¿En qué medida le ayuda el deporte?
R. Te lo recomiendan un poco, la verdad, y a mí me está viniendo muy bien. Recuerdo que cuando empecé el tratamiento, antes de la primera sesión no había hecho muchas cosas y después, cuando arranqué, lo noté muchísimo en la segunda. Dentro de esta situación, intento mantenerme en forma. Es bueno moverse y no estar tan estática.
P. Ante una situación así, ¿pude ser beneficioso ser un deportista de élite y tener esa mentalidad?
R. El deporte me ha enseñado una serie de cosas que ahora estoy tratando de aplicar: el ser positiva, el tener ese espíritu de sacrificio o el luchar contra las adversidades. Creo que todo eso está sirviéndome de mucho, y también el hecho de haber sufrido durante tanto tiempo en un deporte como el tenis, que es muy exigente. Quieras o no, es individual y en una enfermedad como esta, aunque tengas mucha gente alrededor que te anima y te arropa, la que tienes que salir adelante y lidiar con el dolor eres tú sola.
P. ¿Se le da muchas vueltas a la cabeza?
R. En ningún momento he sentido miedo. Evidentemente, nunca quieres escuchar una noticia así, pero cuando me lo comunicó el doctor lo primero que pensé es que todo esto me trastocaba mucho los planes que tenía. En cuanto me lo transmitieron, cambié el chip y lo único que tenía en mente era recuperarme, y afortunadamente los médicos me han dado muchísimas esperanzas. Estoy afrontándolo desde una perspectiva positiva, sabiendo que es curable, y ese es el camino a seguir. Además, mucha gente se ha puesto en contacto conmigo para contarme sus experiencias y explicarme cómo han salido de esta.
P. ¿Hasta qué punto esto le hace replantearse la vida?
R. No mucho, la verdad. Una de las decisiones por las que decido dejar de jugar es porque quiero pasar más tiempo con mi familia y los seres queridos; por mi carrera no he podido, y ahora quiero disfrutar más del día a día. Lo tenía bastante claro, sé muy bien hacia dónde quiero ir, y esta enfermedad no ha cambiado nada. En absoluto. También, como ya anuncié en su día, me gustaría ser madre. Ahora más que nunca, intento disfrutar de lo que el día a día me ofrece.
Quiero despedirme de mi deporte en una pista. Los Juegos de Tokio son luz al final del túnel
P. Mirando hacia atrás, ¿hay algo que reprocharse?
R. El tenis me ha aportado siempre una perspectiva y creo que siempre he tenido los pies en la tierra. Sé de la realidad que hay en el mundo y me siento muy afortunada. Aparte, ese viaje que hice en 2019 a Uganda [con las ONG Ciudades de Viento y Tennis for All] me abrió los ojos, así que soy muy consciente de quién soy y dónde estoy. Sabemos que esa realidad está ahí, pero está muy lejana, y cuando vas allá e intentas ayudar aportando tu granito de arena, aunque sea un poco. Te abre más los ojos. Me hubiera gustado hacerlo hace mucho tiempo, pero no se había dado el momento. Ojalá pueda repetir la experiencia.
P. ¿Está inspirándose en alguien o se apoya en algo que le pueda ayudar a lo largo de este proceso?
R. Se ha puesto mucha gente en contacto conmigo, muchas personas a las que no conocía de nada. Y en el mundo del tenis hubo un caso hace mucho tiempo, el de Rubén Merchán. El doctor [Ángel] Ruiz Cotorro hizo de intermediario, porque quería que me contase con qué podía encontrarme y cómo lo había pasado. Cogimos la rutina de ir a comer cada dos días, aquí en Barcelona, y hemos tenido la mala suerte de que nos han cerrado todos los restaurantes… Pero ahora vamos a retomar la rutina. Él es quien más me ha ayudado, porque sabe mejor que nadie por lo que estoy pasando. En la primera comida me contó cómo es el proceso y ahora quedamos simplemente para charlar y desconectar.
P. De alguna manera, ¿se ha redescubierto o se ha visto haciendo cosas que no solía hacer antes?
R. En realidad no. Ya en el confinamiento no hice cosas diferentes, y ahora tampoco. Intento hacer lo que me gusta, como siempre. En ese sentido he sido poco inquieta.
P. ¿Y cuánto tenis ha visto?
R. Mucho. El US Open me coincidió cuando estuve ingresada en el hospital, así que veía muchos partidos y agradecí mucho el detalle que tuvo Garbiñe [Muguruza, buena amiga y que le dedicó su triunfo en la primera ronda]. Siempre ha habido respeto y aprecio entre nosotras. También pude ver luego Roland Garros y el Masters de Londres. Desde la barrera se disfruta bastante más que en la pista…
P. Usted es muy familiar. ¿Y cómo está gestionándolo su círculo más cercano?
R. Creo que ellos están llevándolo igual de bien que yo. Mi madre [Loli] está conmigo, en Barcelona, y me ve muy bien, así que ella también está bien; cuando a lo mejor no me ve tan bien, es cuando baja un poco y está más chof… A mi padre [José Luis] no he podido verlo porque me vine de Las Palmas el 29 de mayo, y la situación es la que es. Hablamos casi a diario y él también está llevándolo bien, como mi hermano [José]. Todo está yendo tan de cara… Son días puntuales los que no estoy tan bien, así que todos estamos fuertes.
En unos meses esto quedará como un mal recuerdo. Con buena cara se sale de todo
P. De toda esa gente que se ha puesto en contacto con usted, ¿le ha llamado algo la atención?
R. He recibido muchísimas llamadas, de gente que nunca esperas incluso, pero hay dos jugadoras que han sido muy importantes en nuestro deporte que se han puesto en contacto conmigo casi cada semana, para interesarse y preguntarme qué tal estoy. Al final, que tengan esos valores humanos te impacta. Hemos sido rivales y, al final, en los torneos vives todo con más distancia, así que me he llevado una gran sorpresa.
P. Ha deslizado que, si finalmente se celebran, le gustaría despedirse en los Juegos. ¿Es Tokio 2021 un estímulo extra?
R. Me lo he marcado como un objetivo para mantenerme en alerta, para estar positiva, para tener algo ahí. Quiero despedirme del tenis sobre una pista. Es un sueño, ¿no? Pero la realidad es que voy día a día, semana a semana. Estoy tratando de recuperarme y después ya se verá. Tengo un ranking protegido y no voy a poder jugar antes, así que las que van a clasificarme o no van a ser mis compañeras, en función de los resultados que hagan ellas. Es algo que está ahí, un modo de que haya luz al final del túnel.
P. ¿Y qué le gustaría transmitir a los que atraviesan por una situación similar a la suya?
R. Desde aquí quiero trasladarles un mensaje de ánimo. Es importante ser positivos y estar animados, porque en unos meses todo esto quedará como un mal recuerdo. Hay que luchar, siempre. Se sale de esta, hay curación y la vida es muy larga. Que no se decepcionen ni se entristezcan. Va a ser un proceso duro, pero con buena cara se sale de todo.