La Real se exhibe en Balaídos y dispara el miedo en el Celta

El cuadro vasco sigue líder una jornada más después de una goleada que deja en el alambre al técnico Óscar García

Los jugadores de la Real festejan un tanto al Celta.Salvador Sas (EFE)

Que no flaqueen los más grandes porque la Real Sociedad está llegando a la cumbre y lo hace además con el regusto de los equipos que dejan huella. Ahí está, líder una jornada más, también a la espera de que algunos de sus perseguidores recuperen partidos aplazados. En Vigo derrotó con solvencia (1-4) a un rival en caída, inmerso en una crisis interna que tiene en el alero a Óscar García Junyent. El entrenador retiró esta semana el brazalete de cap...

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Que no flaqueen los más grandes porque la Real Sociedad está llegando a la cumbre y lo hace además con el regusto de los equipos que dejan huella. Ahí está, líder una jornada más, también a la espera de que algunos de sus perseguidores recuperen partidos aplazados. En Vigo derrotó con solvencia (1-4) a un rival en caída, inmerso en una crisis interna que tiene en el alero a Óscar García Junyent. El entrenador retiró esta semana el brazalete de capitán a Hugo Mallo, el futbolista que más veces (236) ha vestido la camiseta del Celta en la máxima categoría, algo así como un coronel en la caseta. Y el equipo no carbura. Mala mezcla.

Celta CEL
1(0)
Aspas 76' (p), José Fontán 92'
R. Sociedad RSO
4(0)
David Silva 23', Oyarzabal 33', Willian José 53', 80'
Finalizado

En el fútbol los galones del pasado no suelen actuar como visado del presente. La Real se plantó en Balaídos con un once plagado de novatos. Entre Gorosabel, Sagnan, Aihen, Guridi, Zubimendi, Barrenetxea y Le Normand, quien jugó más partido en Primera División es el central galo, que ahora suma apenas 42. En Vigo tuvo minutos Arambarri, un debutante. Entre todos se quedan muy lejos de gente como Mallo. Pero el engranaje que maneja Imanol Alguacil está tan bien lubricado que las piezas se intercambian sin que nada se gripe. Basta un vistazo a la sala de máquinas del equipo: cuando las lesiones laminaron a Illarra, emergió Zubeldia y tras él vino Guevara. En Vigo fue Zubimendi el que se manejó por delante de la zaga con la precisión de un cirujano. A su lado no estaba el internacional Merino sino Guridi, que viene de hacer la mili en Miranda de Ebro. Más arriba, Oyarzabal o Portu juegan con el minutero en la mano, que les dosifica los esfuerzos. Isak, Monreal, Januzaj y Merino vieron el partido desde la grada. Da igual. Todo fluye en la Real.

Todo funciona desde una presión que busca la pelota. Porque la Real tiene siempre, en cualquier campo y ante cualquier rival, la voluntad de armar los partidos con el balón en sus pies. Al Celta se lo negó de manera reiterada en una primera parte demoledora. Le mostró al equipo de Óscar que era mucho menos, que lo que le quedaba era correr y taparse. Y cualquier atisbo de falta de profundidad se liquidó desde la paciencia y la constancia en la idea. Por eso Guridi recuperó la pelota tras haberla perdido y abrió una jugada que iluminó Barrenetxea para llevar a Aihen hasta la línea de fondo. Su centro pareció rematarlo de cabeza Satrústegui. Error. Fue David Silva. Todo es extraordinario en esta Real contemporánea.

La primera parte estaba en el ecuador y el Celta palidecía, desconectado una vez más de Aspas, que aún así encontró una serie de rebotes para galopar hacia la meta rival y estrellar en el lateral externo de la red la respuesta de su equipo. Pero la Real no dejó de acechar y cuando Oyarzabal y Silva andan por los mismos terrenos la imaginación siempre está maquinando. Marcó el nuevo socio del genio de Arguineguín en una acción que desnudó la flojera del centro de la zaga celeste.

Imanol Alguacil, entrenador de la Real Sociedad. En vídeo, declaraciones de Alguacil y de Óscar García, entrenador del Celta de Vigo, tras el partido de este domingo. Vídeo: EFE / ATLAS

El descanso fue un bálsamo para el Celta, sobre todo para Óscar que pudo recomponer un equipo hecho trizas. Entró Aidoo para poner músculo en la zaga y la entrada de Brais Méndez por Baeza conllevó también que Denis Suárez se mudase hacia posiciones interiores y Nolito cayese hacia el flanco izquierdo. Pero el Celta no sólo ha perdido su ángel en ataque sino que tiene por resolver viejos problemas en la retaguardia. Ahora falla hasta Murillo, otrora inabordable. Portu, que se subió en marcha al tren de su equipo, lo dejó con el molde para regalarle el tercer gol a Willian José justo cuando el Celta acariciaba la ilusión de entrar en el partido. Cuando llegó al gol, a un cuarto de hora del final y con un penalti muy discutible anotado por Aspas, ya era tarde. Y por si acaso Portu y Willian José volvieron a golper.

Así, de bofetón en bofetón y con tres derrotas consecutivas en Balaídos, va el Celta que soñó con ser grande con los cimientos de un equipo de canteranos y el día de Todos los Santos se encontró de bruces con aquello que quería ser, otra vez, con un entrenador en el alambre y la sensación de que el último mercado de fichajes no se empleó para tapar agujeros que ya eran muy visibles. “Así es muy difícil competir en Primera. Hay que apretar los huevos. Si llevamos tantos entrenadores en poco tiempo es que algo mal haremos los jugadores”, zanjó Iago Aspas.

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