Messi todavía tiene el ‘copyright’

El ’10′ desatasca el duelo con un eslalon que acaba en penalti e iguala el récord de Giggs al marcar 16 cursos seguidos en la Champions

Messi, rodeado de rivales del Ferencvaros.Joan Monfort (AP)

Trincão perdió los dos primeros balones que tocó y cuando contaba nueve intervenciones ya sumaba cuatro errores. Coutinho transitaba sobre el césped pero resultaba anónimo. Pjanic tampoco estaba fino en el pase largo y los cortos los entregaba sin dar ventaja al receptor. Ansu remataba sin acertar, extraño en él. Tan adormilado estaba el Barça que hasta recibió un bello tanto de Nguen en una contra —anulado después por fuera de juego— y un remate de Isael que solo el poste se atrevió a escupir. Arreciaban los fa...

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Trincão perdió los dos primeros balones que tocó y cuando contaba nueve intervenciones ya sumaba cuatro errores. Coutinho transitaba sobre el césped pero resultaba anónimo. Pjanic tampoco estaba fino en el pase largo y los cortos los entregaba sin dar ventaja al receptor. Ansu remataba sin acertar, extraño en él. Tan adormilado estaba el Barça que hasta recibió un bello tanto de Nguen en una contra —anulado después por fuera de juego— y un remate de Isael que solo el poste se atrevió a escupir. Arreciaban los fantasmas europeos, la memoria de las pifias consecutivas en Turín, Roma, Liverpool y Lisboa (ante el Bayern con el sonrojante 8-2). Hasta que Messi dijo basta.

Hay una realidad que el 10 siempre se encarga de mostrar, pues a cada ocasión que alguien le busca las cosquillas responde con su fútbol de 24 quilates. En esta ocasión fue Ronald Koeman, que no se muerde la lengua en las ruedas de prensa, pues anteriormente envió mensajes a De Jong (por perder demasiados balones) y Griezmann (por errar demasiado ante la portería). “Su rendimiento podría ser mejor”, expuso el técnico azulgrana en la previa del encuentro ante el Ferencvaros, rival que no pisaba la Champions desde hace 25 años. “Pero Messi está feliz. Quiere ser el capitán de este equipo. No tengo ninguna queja. También ha tenido un poco de mala suerte. Contra el Getafe envió un balón al poste en una muy buena jugada. No tengo dudas con él”, añadió el preparador azulgrana. Pero Leo, por si acaso, se lo aclaró.

Al contrario que en otras ocasiones, Messi no se centró ni buscó en demasía los pasillos interiores sino que, siempre excelente lector de los partidos y sobre todo de los rivales, decidió abrir el campo y pegarse a la línea de cal. En una de esas, recibió y encaró con la habilidad de descontar a dos rivales antes de ser zancadilleado en el área por Kovacevic. Penalti de libro y lanzamiento seco y raso, a la izquierda del portero que solo pudo detener la red. Un gol, además, con leyenda.

El tanto de Leo supuso igualar el récord del mítico extremo del Manchester United Ryan Giggs, pues logró firmar al menos un gol durante 16 temporadas consecutivas. El primero fue en noviembre de 2005 ante el Panathinaikos —y ya son 36 los equipos a los que ha batido, marca también inigualada—, entonces con un bello sombrero sobre el portero. El registro, en cualquier caso, puede igualarlo Cristiano Ronaldo en caso de marcar en esta edición de la Champions. Carrera de goleadores porque el portugués lleva 130 dianas (en 169 duelos) por las 114 de Leo en 142 envites.

Dos goles, dos penaltis

Es el segundo tanto de Messi en la temporada, que por el momento se ha expresado desde los 11 metros. El anterior fue ante el Villarreal y, de crítica fácil, algunos aficionados ya le miraban con lupa por su amago de dejar el club tras la debacle del Bayern, impedido finalmente por la directiva y por contrato. Pero no se le puede comparar, por ejemplo, con el último año de Ronaldinho en el Barça antes de emigrar al Milan —marcó nueve goles y tres fueron de penalti y otros tres de libre directo—, puesto que el brasileño solo hacía de francotirador y Leo quiere el balón y despliega sus eslálones marca de la casa, jugadas con copyright.

Aunque también se pidió la pelota Leo en las faltas desde la frontal, falladas las cuatro de las que dispuso. La primera fue a las manos del portero; la siguiente se le marchó por arriba; en la tercera no atinó a portería; y la última la despejó el portero. Pero por poco no festejó otra diana, en un remate a pase de Ansu desde dentro del área que desbarató el meta. Por entonces, Trincão había perdido la timidez y evidenció que calidad y virguerías no le faltan; Ansu ya volvía a marcar; Pjanic le discutía el puesto a Busquets; y Coutinho también hacía su diana.

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