Griezmann pasa la pelota a Koeman
“Deschamps sabe dónde ponerme”, afirma el delantero francés del Barcelona
Mendy arrancó por la banda derecha hasta pisar la línea de fondo y sacó un centro que la defensa de Croacia pudo repeler en primera instancia. Pero el balón le llegó a Antoine Griezmann (Mâcon, Francia; 29 años), que lo durmió entre sus pies para soltar un zambombazo cruzado que le quitó las astillas a la cruceta antes de acabar en gol. “Uno de mis goles más bonitos”, reconoció tras el encuentro el atacante bleu; “la pelota me vino e intenté pegarle bien y marqué. Me siento bien con el gol. ...
Mendy arrancó por la banda derecha hasta pisar la línea de fondo y sacó un centro que la defensa de Croacia pudo repeler en primera instancia. Pero el balón le llegó a Antoine Griezmann (Mâcon, Francia; 29 años), que lo durmió entre sus pies para soltar un zambombazo cruzado que le quitó las astillas a la cruceta antes de acabar en gol. “Uno de mis goles más bonitos”, reconoció tras el encuentro el atacante bleu; “la pelota me vino e intenté pegarle bien y marqué. Me siento bien con el gol. Deschamps sabe dónde ponerme, así que aproveché esta situación de ventaja y la confianza del entrenador y de mis compañeros”. Todo un dardo para Ronald Koeman, preparador del Barcelona que insiste en colocarle de extremo (como hicieran también Valverde y Setién), cuando siempre se desempeñó por dentro. Y también un recado para sus compañeros, que no suelen atenderle en sus desmarques de ruptura ni en profundidad. Una declaración, en resumen, atrevida.
Hay una máxima de Koeman como entrenador que siempre que puede la desliza cuando le cuestionan por el refrescante rendimiento de Coutinho tras su primer paso grisáceo por el Camp Nou. “Una de mis funciones es sacar lo mejor de los jugadores y eso comienza con poner a cada uno en su sitio”, resuelve el holandés con su habitual flema. Y así lo pone en práctica con el carioca como también con el resto de jugadores a excepción de Griezmann, que sigue atornillado en una banda, lanzando desmarques sin ser visto, trabajando de lo lindo en defensa y apareciendo esporádicamente en el juego coral del Barcelona, atascado con el gatillo. Tampoco se sale airoso cuando Alba recorre la banda y él tira hacia dentro. Suma 184 minutos en la Liga y no ha hecho diana alguna –lejos de las tres de Ansu, el otro extremo–, tampoco atinado en el pase porque no cuenta con ninguna asistencia, por las dos de Messi y Coutinho, y una de Ansu. Y eso que ocasiones de festejar tiene. “Por su calidad, tenía que haber marcado alguna de las dos que tuvo”, señaló Koeman tras el encuentro ante el Sevilla, mensaje con picante de un técnico que no tiene pelos en la lengua.
No parecieron sentarle bien las palabras a Griezmann, que respondió primero sobre el tapete con el golazo a Croacia –le sirvió para situarse como el quinto goleador histórico de la selección (33 tantos), solo por detrás de Henry (51), Giroud (42), Platini (41) y Trezeguet (34)– y después ante los micros. El problema es que para Griezmann su posición es de falso punta, posición en la que se alternan Messi y Coutinho hasta la fecha. Y, tal y como juega el Barcelona, más al toque que al remate, resulta complicado que el francés se ensamble de mediapunta o de segundo delantero, anónimo en muchas ocasiones dentro del juego asociativo azulgrana. No es, sin embargo, la única queja del atacante desde que se pusiera la zamarra del Barcelona, pues ya advirtió que no sabía regatear –condición obligada para un extremo– al tiempo que sus agentes o familiares también han expresado su contrariedad en las redes sociales cuando no aparece en el once titular.
No se ha ganado demasiadas complicidades en el vestuario Griezmann, al que consideran un poco infantil, y tampoco lo hace con los entrenadores, que invariablemente le piropean su esfuerzo cuando siempre se le destacó por su puntería. Reclama jugar en su sitio, cosa de la que presume Koeman. Ahora, el técnico tiene la palabra y sobre todo la toma de decisión.