El Alavés fue el menos malo en un derbi raquítico: 1-0

Un Athletic inoperante cae en Mendizorroza después de un enorme ejercicio de impotencia

Ely cabezea ante Villalibre, durante el partido.L. RICO
Vitoria -

El Deportivo Alavés se llevó los tres puntos de un derbi raquítico, en el que los dos equipos tiraron a la basura los primeros 45 minutos. En un partido pleno de carencias, ganó el que puso más interés en la segunda mitad. A los hombres de Garitano se les empieza a complicar la situación. El ambiente con el equipo no es el mejor en Bilbao, y se empiezan a exigir medidas urgentes para un equipo que plasmó en Vitoria un enorme ejercicio de impotencia.

Al Athletic le escoció la derrota frente al Cádiz en superioridad numérica y ante un recién ascendido, pero no lo suficiente como para hila...

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El Deportivo Alavés se llevó los tres puntos de un derbi raquítico, en el que los dos equipos tiraron a la basura los primeros 45 minutos. En un partido pleno de carencias, ganó el que puso más interés en la segunda mitad. A los hombres de Garitano se les empieza a complicar la situación. El ambiente con el equipo no es el mejor en Bilbao, y se empiezan a exigir medidas urgentes para un equipo que plasmó en Vitoria un enorme ejercicio de impotencia.

Al Athletic le escoció la derrota frente al Cádiz en superioridad numérica y ante un recién ascendido, pero no lo suficiente como para hilar un relato decente en Mendizorroza, frente al Alavés de Machín, un conjunto que se descose a la mínima y está más por tocar la flauta por casualidad que por empresas más ambiciosas.

Son dos equipos bajo mínimos, que parecen haber sacado el manual de supervivencia para capear el temporal, que, por cierto, se llama Alex, como el único fichaje rojiblanco –Berenguer–, que llega del Torino para mejorar la eficacia atacante de unos bilbaínos con escaso poder ofensivo.

Con el Alavés replegado y silente, el Athletic quiso tener más la pelota, lo que no es sinónimo de eficacia, y se encomendó a los chispazos de Sancet, que dejó en el banquillo a un Muniain desaparecido en las primeras jornadas. El chaval navarro, intermitente como los demás, tuvo sus momentos en la primera mitad, en los que dinamizó el juego de su equipo. No le acompañaron demasiado los demás componentes de su frente de ataque. Los porteros podrían haberse ido a tomar el aperitivo, porque aquel negocio no iba con ellos.

Pero el Alavés cambió el paso en la segunda mitad, no le quedaba otra. Aceleró su marcha según se puso de nuevo el partido en marcha. La decisión que le faltó en la primera mitad le sobró tras la pausa. Acompañado, claro, por la indecisión del Athletic, que perdió el sitio con una facilidad preocupante. Sancet se convirtió en una máquina de perder balones en terreno peligroso; Núñez permitió que le comiera la tostada Lucas Pérez, recién ingresado; y el área rojiblanca se convirtió en la plaza del Obradoiro en año de Jubileo. Todo pasaba allí, la pelota se paseaba ante la atenta mirada de todos los actores del partido.

Sin embargo, el gol del Alavés llegó a balón parado, en una falta que sacó Lucas Pérez con precisión milimétrica y que remató Rodrigo Ely, elevándose por encima de las torres rojiblancas. Poco después ingresó en el campo Berenguer, para tratar de arreglar el estropicio, con el Athletic buscando el empate a la desesperada. El Alavés perdió a Duarte, que vio dos amarillas en medio minuto y se incrementó la presión bilbaína, pero habían perdido la costumbre los hombres de Garitano de crear peligro en la meta contraria y no la recuperaron en los minutos que restaban. Por segunda jornada consecutiva, el Athletic pierde un partido con más jugadores sobre el campo que el equipo rival, pero pagó la racanería de sus futbolistas.

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