Muguruza recupera el control
La hispanovenezolana corrige las dudas del estreno y accede a la tercera ronda de París reduciendo drásticamente los errores: de 64 a 13. “Ahora estoy mejor preparada mentalmente, antes me atascaba”
El sol empieza a caer en París y Garbiñe Muguruza sonríe porque no le faltan motivos. Acaba de derrotar a Krystina Pliskova en dirección a la tercera ronda de Roland Garros (6-3 y 6-2, en 68 minutos) y después de una racha de jornadas a trancas y barrancas encuentra por fin un día apacible, sin sustos ni sufrimientos. Todo controlado en la pista Suzanne Lenglen, donde la hispanovenzolana interviene completamente de negro. Pero nada de lutos. Sencillamente, aunque el tiempo ha concedido una tregua y del siri...
El sol empieza a caer en París y Garbiñe Muguruza sonríe porque no le faltan motivos. Acaba de derrotar a Krystina Pliskova en dirección a la tercera ronda de Roland Garros (6-3 y 6-2, en 68 minutos) y después de una racha de jornadas a trancas y barrancas encuentra por fin un día apacible, sin sustos ni sufrimientos. Todo controlado en la pista Suzanne Lenglen, donde la hispanovenzolana interviene completamente de negro. Pero nada de lutos. Sencillamente, aunque el tiempo ha concedido una tregua y del sirimiri matinal se pasa a una tarde relativamente despejada, el frescor sigue calando en el cuerpo y no sobra ninguna prenda térmica, de los pies a la cabeza.
Con esa apariencia de Catwoman se desempeña bien y firma una victoria que en otro momento podría sonar a imposición, porque Krystina es la marca blanca de su hermana Karolina (también apeada, por cierto), pero que dadas las dudas del debut del pasado lunes le resulta de lo más placentera. De la noche al día. Aunque sufre un traspié mínimo al poco de comenzar el pulso, al entregarle a la checa su segundo turno de servicio, endereza enseguida y empieza a ejercer ese juego pendular que marea a la rival y termina haciéndole añicos la moral. A Pliskova, una gigantona de 1,86, zurda, no le agrada correr de un lado a otro y se inclina rápido.
Garbiñe está contenta. Ella, que habla extraordinariamente el inglés, ríe mientras se atreve a contestar en francés un par de preguntas a Fabrice Santoro tras el triunfo. Resuelve airosa, con nota, y enfila el vestuario con la satisfacción del trabajo bien hecho porque en los últimos tiempos le cuesta gobernar los partidos y esta vez ha cogido la sartén por el mango prácticamente desde el principio. Esta vez toma el control firme y se gana una tregua, un episodio mucho más llevadero puesto que sus tres duelos previos, cuatro de los cinco últimos —entre Roma y el primero de París—, se ha habían resuelto en tres sets.
“Creo que ahora estoy mejor preparada mentalmente. Trato de tener una mejor predisposición, una mejor mentalidad. Intento resolver las cosas más rápido. Antes, a veces me atascaba en algunas malas situaciones o pensamientos demasiado tiempo… Pero, honestamente, no quiero compartir demasiadas cosas sobre esto porque es muy personal”, contesta cuando se le pregunta sobre su evolución de un curso a otro. “He sacado mejor, he restado mejor y he estado más sólida”, valoró sabiendo que se medirá por los octavos con la estadounidense Danielle Collins (26 años, 57ª de la WTA) y que había dejado ya atrás el mal poso del estreno, en el que cometió 64 errores no forzados e invirtió tres horas en la pista. En esta ocasión, la reducción fue drástica: solo 13.
“Tuve un partido muy peligroso en la primera ronda y eso demuestra que realmente no hay una favorita porque el nivel, en general, está siendo muy alto. Si no estás al cien por cien, no vas a ganar. Ahí están el ranking y los títulos, pero es difícil que haya favoritas”, resolvió en un día que se le hizo largo, puesto que su partido se retrasó hasta las cinco debido al maratón que se marcaron Roberto Carballés y el canadiense Shapovalov. En cualquier caso, mereció la pena. A sus 27 años, el granadino vivió su mejor día como tenista profesional porque sacó tres premios de una tacada.
Ganó en cinco horas clavadas al talentoso rubio y de esta forma se encontró con su primera victoria frente a un cabeza de serie, su primera vez a cinco sets en un Grand Slam y debutará en la tercera ronda de un grande, ante Grigor Dimitrov. “Estoy intentando asimilarlo”, expuso en la conversación con los periodistas. “Fuera de la pista soy un chico tranquilo, con una vida tranquila. Y dentro intento controlar al demonio que viene de vez en cuando”, se describió.
También se estrenará en una tercera ronda la catalana Paula Badosa (6-4, 4-6 y 6-2 a Stephens) y y les acompañaron Roberto Bautista (6-3, 6-1 y 6-2 a Balazs) y Pablo Carreño (6-3, 6-2 y 6-1 a Pella). No progresaron Albert Ramos (7-6(2), 6-3 y 7-5 con Fucsovics) ni Alejandro Davidovich (7-5, 6-1, 3-6 y 6-1 para Andrey Rublev). Y antes de que Rafael Nadal intervenga este viernes ante Stefano Travaglia (hacia las 18.00, Eurosort) y Pedro Martínez se mida a Sebastian Korda (no antes de las 12.30), Novak Djokovic puso el turbo y sentenció a Ricardas Berankis en un abrir y cerrar de ojos, logrando su 70ª victoria en Roland Garros: 6-1, 6-2 y 6-3, en 1h 23m.