Eibar y Celta se estrenan a medio gas en Ipurua
Empate sin goles en un duelo falto de ritmo y ocasiones
El campeonato empezó con sordina en Ipurua, sin goles, con algún destello, pero sin mayores emociones que las deparadas por una igualada que a pocos contrarió. El Eibar perdió este verano referentes como Ramis, Orellana o Escalante y espera refuerzos para acabar de armarse; el Celta no es que esté en obras sino que busca obreros. Su entrenador, Óscar García, aguarda nada menos que media docena de incorporaciones. Esa sensación de provisionalidad envolvió todo lo sucedido en un estreno en el que si alguien dio un paso adelante para llevarse los puntos vestía de celeste. Pero tampoco fueron gran...
El campeonato empezó con sordina en Ipurua, sin goles, con algún destello, pero sin mayores emociones que las deparadas por una igualada que a pocos contrarió. El Eibar perdió este verano referentes como Ramis, Orellana o Escalante y espera refuerzos para acabar de armarse; el Celta no es que esté en obras sino que busca obreros. Su entrenador, Óscar García, aguarda nada menos que media docena de incorporaciones. Esa sensación de provisionalidad envolvió todo lo sucedido en un estreno en el que si alguien dio un paso adelante para llevarse los puntos vestía de celeste. Pero tampoco fueron grandes zancadas. LaLiga rompió a caminar apoyada en un andador.
Se quedó sin concretar el equipo gallego, pero rescató al menos una solvencia defensiva que siempre tiene en duda. Contuvo y neutralizó los valores del Eibar, que fue más peligroso sin balón que con él, con más colmillo para presionar y articular una respuesta rápida si el rival perdía la pelota que para generar opciones ante un repliegue. Los delanteros de Mendilibar se fajaron más en la defensa que en el ataque y por ahí crearon problemas al meta o la zaga celeste, titubeantes en la puesta en escena. Óscar corrigió, el equipo empezó a saltar líneas en esa salida del balón y acabaron con los sustos.
Para entonces, ya mediada la primera parte, el Celta había crecido y controlaba la situación en la medida que lograba activar a sus delanteros. Allí operaron Iago Aspas y Emre Mor, dos vietnamitas entre el músculo local. La reaparición del turco-danés, parece que decidido al fin a mostrar el talento que siempre se le supuso, enriqueció el fútbol de ataque del Celta, ya de por sí ingenioso. Mor buscó, se ofreció y trató de asociar talento y generó incluso incendios mayores en la defensa rival cuando mediada la segunda parte el entrenador le ordenó arrancar desde el flanco derecho y encarar a Bigas, un central derivado al lateral y que además se manejaba bajo la guillotina de una amonestación. Estuvo cerca del gol
Emre Mor, no tanto Aspas, valioso por su aportación cuando le abría espacios y acudía a aclarar las jugadas lejos del área. Pero en la zona de la verdad no encontró oportunidades para anotar.
Le dolió al Celta el rendimiento de Dmitrovic. El meta del Eibar estuvo impecable, ágil, dominante en su terreno, un seguro para un equipo que fue a menos bajo la solana de primera hora de la tarde. Desde la banda, Mendilibar, entendió que el punto era un buen botín y remó hacia atrás en cada decisión. A nadie le pareció mal. “Los dos últimos años empezamos el campeonato perdiendo en Ipurua, ahora sumamos un punto y no encajamos gol”, resumió el central Oliveira antes de irse a la ducha.