Ser tenista y también madre

Conforme se prolonga la vida deportiva de las jugadoras, crece la cifra de aquellas que deciden combinar la maternidad con raqueta. En el US Open de Nueva York han accedido nueve a los cuadros principales

Azarenka observa un partido en las gradas de Nueva York junto a su hijo. / DANIELLE PARHIZKARAN

Acaba de ganar otro partido y progresar en Nueva York, y a Victoria Azarenka, ya en los octavos del US Open, se le plantea hasta qué punto le ha catapultado la maternidad y cómo la compatibiliza con el hecho de ser una deportista de élite. En 2016 decidió interrumpir su carrera durante un año y a su regreso, después de un convulso litigio con su expareja por la custodia de su hijo Leo, irradia de nuevo felicidad. Quizá, más que nunca.

“Somos madres, pero no es lo único. También somos ...

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Acaba de ganar otro partido y progresar en Nueva York, y a Victoria Azarenka, ya en los octavos del US Open, se le plantea hasta qué punto le ha catapultado la maternidad y cómo la compatibiliza con el hecho de ser una deportista de élite. En 2016 decidió interrumpir su carrera durante un año y a su regreso, después de un convulso litigio con su expareja por la custodia de su hijo Leo, irradia de nuevo felicidad. Quizá, más que nunca.

“Somos madres, pero no es lo único. También somos tenistas y tenemos nuestros sueños, metas y pasiones”, expone la que fuera número uno durante 51 semanas, entre 2012 y 2013. “Veo que el número de mujeres que son capaces de alcanzas sus sueños y de lograr un equilibrio entre el tenis y la maternidad va en aumento, y creo que son todas heroínas”, prosigue la bicampeona de Grand Slam. “Realmente, espero que esto continúe. Confío en que podamos seguir inspiradas y haciendo lo que amamos, y también ir a por aquello que queremos”, prolonga la bielorrusa, de 31 años.

Hace solo ocho días, Azarenka volvió a levantar un trofeo siete años después y estos días brilla en Flushing Meadows. No es la única madre, sin embargo, que participa en el torneo y va rompiendo la barrera y la excepcionalidad. Nueve jugadoras que han dado a luz accedieron al cuadro principal del torneo, algo impensable en otros tiempos. Son ella, Serena Williams (38 años), Kim Clijsters (37), Vera Zvonareva (35), Kateryna Bondarenko (34), Tatjana Maria (33), Tsvetana Pironkova (32), Olga Govorstova (32) y Patricia Maria Tig (26), varias de ellas doblistas.

Kim Clijsters celebra el US Open de 2009 junto a una de sus hijas. / AFPEMMANUEL DUNAND (AFP)

“Si tienes la verdadera motivación, se pueden combinar las dos cosas. Conlleva trabajo, pero todo conlleva trabajo”, afirma Pironkova, que después de un paréntesis de tres años ha logrado acceder a la segunda semana de la competición, junto a Serena y Azarenka. “Me alegra que esa especie de estereotipo que hay de la mujer y el deporte esté cambiando, y se esté demostrando que puedes formar una familia y volver a competir a alto nivel”, valora esta última.

Lo comparte María José Martínez, que colgó la raqueta el pasado mes de diciembre tras 22 como profesional, siendo una de las mejores doblistas de la historia del tenis español y con 38 títulos a las espaldas. “Anteriormente era diferente, no se contemplaba el hecho de viajar y continuar tu carrera”, explica la murciana a este periódico. Ella, de 38 años, pensó en dejarlo antes, pero una lesión de rodilla le impulsó a continuar y abrir una experiencia nueva para no terminar en falso. “Mientras estuve de baja me quedé embarazada [en 2014], pero después de tanto tiempo no quería acabar con ese mal sabor de boca, no me lo merecía, así que cuando mi hija [Andrea] ya tenía unos diez meses, decidí volver al circuito”, introduce.

“Ahora hay servicios de guarderías en los Grand Slams y puedes permitirte el lujo de dejar a tu hijo ahí durante un rato, pero eso son solo cuatro torneos al año. En el resto de los torneos, si no tienes una persona con la que viajar es imposible”, prosigue; “en mi caso fue mi marido, que decidió abandonar temporalmente su trabajo. Nos dijimos: somos un equipo, y viajamos los tres. Yo al principio me iba sin mi hija, pero no lo terminaba de aceptar. Cuando empezó a crecer, sí que había semanas sueltas que me iba sin ella, pero no es fácil”.

Pese a la dificultad que entraña, Martínez considera que lejos de ser un hándicap la maternidad puede ser un estímulo extra para la deportista. “Un motivo por el que hacer todo”, valora. Incide, también, en que todo es cuestión de planificación (“yo me programaba los entrenos a primera hora y así acababa antes”) y en que hoy día las carreras se prolongan más por los avances médicos y la figura de los readaptadores, lo que, seguramente, propiciará una incorporación mayor de jugadoras que decidan ser madres.

“Mucha gente prefería acabar su carrera y después ser madre, pero las cosas están cambiando. La edad deportiva está aumentando y al deportista se le cuida más y mejor”, precisa, introduciendo un matiz a continuación: “Con los hombres quizá sea diferente, porque en su caso se queda la madre con el hijo en casa y ellos pueden competir, pero sigue sin estar igual de bien visto que sea la madre la que viaje y el padre el que se quede en casa con el niño... Como que todavía está mal visto, ¿no?”.

María José Martínez sostiene el trofeo de Roma ganado en 2010. / AP

El año pasado, Azarenka denunció en una entrevista concedida a The Telegraph que cuando anunció su embarazo le cancelaron un contrato de sponsorización. Una zancadilla que no le impidió seguir mirando hacia adelante. Se redirige ahora hacia la zona noble del circuito femenino —como mínimo será la 24ª de la WTA al marcharse de Nueva York— haciendo “malabares diarios” y disfrutando de su hijo en la burbuja del torneo, hermetizado por seguridad.

Mientras todas las participantes se hospedan en dos hoteles, Serena Williams pasa las horas en un domicilio privado por la doble embolia pulmonar que sufrió: primero en 2011 y luego, al dar a luz en 2017.

“Lo suyo es increíble”, apostilla Martínez, dos veces olímpica y que llegó a ser la cuatro del mundo en dobles, y la 19ª individual. “Decidió ser madre [de una niña llamada Olympia, de tres años] y no tenía la necesidad de volver, para nada, pero es una tía supercompetitiva y quiere romper todos los récords habidos y por haber. Tiene otra mentalidad… También es cierto que dispone de muchos medios y de personas que cuidan a su hija, y no cualquiera puede permitirse eso de viajar por todo el mundo con un canguro y un equipo tan completo como el de ella”, cierra la murciana.

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