El miedo cala en MotoGP
El rapidísimo circuito de Austria, diseñado para la fórmula uno y donde se corre a 300 km/h, es el escenario de dos accidentes terroríficos sin lesionados de gravedad
Hay que estar hecho de una pasta especial para ser piloto de MotoGP. También para querer serlo, como desean los más jóvenes en Moto2 y Moto3. Hay que ser de una pasta especial para que te revoloteen las mariposas en el estómago al pensar en montar en tu moto y ponerla a más de 300 km/h en un trazado como el de Spielberg. Hay otros circuitos en los que se alcanza una velocidad punta mayor, Mugello, por ejemplo, donde el año pasado se llegó a los 353 km/h. Pero ninguno como el austríaco, donde se...
Hay que estar hecho de una pasta especial para ser piloto de MotoGP. También para querer serlo, como desean los más jóvenes en Moto2 y Moto3. Hay que ser de una pasta especial para que te revoloteen las mariposas en el estómago al pensar en montar en tu moto y ponerla a más de 300 km/h en un trazado como el de Spielberg. Hay otros circuitos en los que se alcanza una velocidad punta mayor, Mugello, por ejemplo, donde el año pasado se llegó a los 353 km/h. Pero ninguno como el austríaco, donde se llega a los 300 y la velocidad media supera los 180, lo que significa que casi no hay tiempo para darse un respiro. En el Red Bull Ring, cuando la maneta del gas no va a tope es porque se te echa encima una frenada de escándalo. Y así, entre subidas y bajadas, con las pulsaciones al límite, solo se puede competir si eres un elegido. Más cuando instantes antes de subirte a la moto has sido testigo de un accidente escalofriante. O de dos. Como ocurrió este domingo de carreras en el Gran Premio de Austria.
Un gran premio, por cierto, en el que volvió a reinar Andrea Dovizioso. Se reivindicó el italiano justo un día después de anunciar, probablemente falto del cariño y la confianza que merece, que no seguirá con Ducati el año próximo. Resistió Dovizioso a la vorágine en que se convirtió la cuarta cita de este extraño calendario de MotoGP. Y se reencontró con la victoria un año más tarde y en el mismo escenario, Austria, territorio idóneo para la Desmosedici.
Antes de eso el día se había precipitado de tal manera, con semejante acumulación de accidentes y sustos, que los 17 pilotos que lograron cruzar la meta final en MotoGP se sintieron tan afortunados como aliviados. “He sentido mucho miedo”, dijo Rins. No fue el único.
Apenas se habían disputado ocho vueltas cuando la carrera de MotoGP se vio interrumpida por un accidente tremendo. Johann Zarco (otra vez, Zarco, sí, el mismo que protagonizó el incidente con Pol Espargaró una semana antes y otros tantos los últimos años) adelantó a Franco Morbidelli en la recta más larga del trazado (entre las curvas uno y dos) y, al defender su posición a la salida de la segunda curva, acabó precipitándose sobre el corredor italiano, a quien se llevó por delante. Morbidelli salió despedido de su moto. Lo más llamativo fue, sin embargo, contemplar cómo una de las motos seguía rodando e invadía la pista. Y la otra cruzaba también por los aires hacia el otro lado del trazado, a toda velocidad, por encima de la cabeza de Maverick Viñales y por delante de Valentino Rossi.
Se interrumpió la carrera al tiempo que Zarco se iba corriendo a preocuparse por el estado de Morbidelli, que tuvo que ser retirado en camilla de la pista, consciente y tras un fuerte golpe en la cabeza, la mano y hombro derechos. Posteriormente, se descartaron mayores daños.
“Zarco es medio asesino. Frenar así a 300 por hora significa tener muy poco amor por aquellos que corren contigo. Traté de evitarlo pero no pude hacer nada”, declaró el piloto del equipo Petronas. El francés se excusó y ante la acusación de Valentino Rossi de que había cambiado su línea en la frenada para evitar que el rival lo volviera a adelantar, aseguró no haberlo hecho “a propósito”.
Pero el espanto era compartido. “Estoy realmente mal. Muy asustado. Las MotoGP a esa velocidad son proyectiles peligrosísimos. Ha provocado una situación potencialmente peligrosa”, sentenció Rossi.
El accidente sucedió, además, en uno de los circuitos más rápidos del campeonato. El Red Bull Ring, en Spielberg, entre las verdes montañas austriacas, tiene apenas diez curvas, una larga recta, infinidad de subidas y bajadas y unos cuantos cambios de rasante de vértigo. Un escenario exigente, diseñado para la Fórmula 1 y que acoge las carreras del Mundial de Motociclismo desde 2016. Y aunque siempre se alertó del riesgo —el pasado viernes, en la reunión de seguridad, los pilotos solicitaron una modificación del muro y la escapatoria de esa curva tres, pues consideran que no hay espacio y no es seguro— nunca antes en estos cinco años se había vivido una jornada de carreras tan accidentada como esta.
Porque los problemas, este domingo, empezaron en Moto2, donde Syahrin, conocido por todos como El Pescao, volaba por los aires tras impactar con su moto con la del accidentado Bastianini. Solo se habían completado tres vueltas de la prueba cuando el italiano, el líder de la categoría intermedia y que rodaba en quinta posición, se fue al suelo. Tanto él como su moto se quedaron en mitad de la pista. El corredor salió corriendo a un lado del trazado, pero su moto se quedó allí. Un obstáculo terrible para el resto de sus rivales. Era justo tras superar la curva uno, en plena bajada y tras un cambio de rasante. El carrusel de motos pasó a continuación. Los que no habían contemplado el accidente, los que no advertían el peligro, lo pagaron más caro. Como Edgar Pons, Izdihar y, especialmente, Syahrin, que fue enviado al hospital consciente y por un fuerte golpe en la pelvis, aunque su estado de salud es bueno.
Pese a todo, tanto los pilotos de Moto2 como los de MotoGP volvieron a la pista al retomarse la carrera después de uno y otro accidente. “Somos especiales, si piensas racionalmente está claro que directamente no te subes a una MotoGP para ir a 300 km/h tocando codo con tu rival”, declaró Miller. La semana que viene, por cierto, vuelven a competir en la misma pista.
Victoria de Dovizioso
Al final de día, el hombre más feliz era Dovizioso. Aunque Pol Espargaró se postulaba para ganar la carrera en el circuito de pruebas de KTM, propiedad de Red Bull, principal patrocinador del equipo, y Alex Rins soñaba en silencio con el primer triunfo de la temporada a lomos de su dulce Suzuki, ninguno de los dos terminó la prueba. Acabaron ambos en el suelo tras dos errores fruto de la ambición. Sí la terminaron otros dos aspirantes a la victoria, como Quartararo, líder de la categoría, o Viñales, que salía desde la pole; pero lo hicieron en posiciones que no eran las esperadas: octavo, el francés; décimo, el español.
Reiniciada la carrera a 20 vueltas después de haber tenido que ser detenida por el accidente entre Zarco y Morbidelli, se sucedieron las caídas y los errores. Se cayó Pol cuando confiaba en recoger el testigo de su compañero Binder, campeón en Brno una semana atrás. Y se cayó también Rins cuando acababa de adelantar a Dovizioso en busca del liderato de la prueba. Quartararo, que se había salido en la curva cuatro en la primera parte de la carrera por un problema con los frenos de su M1, se esforzó por ir escalando posiciones desde el final del pelotón, desde la 20º posición a la octava final sin haber solucionado el problema y sin saber cómo iban a reaccionar sus frenos a la que se acercaba una curva. También Viñales tuvo un problema con su moto, otra vez, que le hizo perder muchos puestos. Mantuvieron, en cambio, la mente fría Miller y Mir, que con un majestuoso adelantamiento en la última curva le pilló el interior al australiano y logró su primer segundo puesto desde que debutó el año pasado en la categoría reina. Además, volvió a exhibir ritmo el sudafricano Binder, clasificado 19ª en parrilla, cuarto en la carrera.
Fue un final de domingo espectacular tras un inicio de gran premio accidentado, de los que encogen corazones.