Zidane, más que un tutor
El francés, que hace una década no quería ser entrenador, no solo es un hábil gestor del vestuario, sino que cada vez interviene más en la pizarra, aunque sin obsesiones tácticas
No han pasado diez años desde que Zinedine Zidane pensara que lo único que no sería de mayor sería entrenador. Por ello, posiblemente, todavía es uno de esos técnicos que no está obsesionado con la táctica. Quizás influya también el hecho de que en sus años de jugador de la Juventus se pasó muchos partidos huyendo del rigor posicional, eminentemente defensivo, que se imponía en el calcio de la época. Es trivial que sus prioridades desde el banquillo son otras bien distintas. Muy parecidas a las que tenía como futbolista. No es un extremista de la pizarra, ni se ofusca con un determinado...
No han pasado diez años desde que Zinedine Zidane pensara que lo único que no sería de mayor sería entrenador. Por ello, posiblemente, todavía es uno de esos técnicos que no está obsesionado con la táctica. Quizás influya también el hecho de que en sus años de jugador de la Juventus se pasó muchos partidos huyendo del rigor posicional, eminentemente defensivo, que se imponía en el calcio de la época. Es trivial que sus prioridades desde el banquillo son otras bien distintas. Muy parecidas a las que tenía como futbolista. No es un extremista de la pizarra, ni se ofusca con un determinado sistema. Pretende ser un verso libre y que sus jugadores también lo sean.
El estilo del Real Madrid campeón de Liga no está tan marcado y definido como el de otros equipos en los que se evidencia una influencia categórica del técnico de turno. Además de su ponderada gestión del vestuario, sus teorías y las de su mano derecha, David Bettoni, con quien se pasa el partido comentando el juego, cada vez son más palpables. Preguntado recientemente su ayudante en una entrevista en L’Equipe cuál era el estilo de su jefe, su respuesta no pudo ser más sincera. “El estilo es el coraje, la valentía”. Dos acepciones poco utilizadas en el libro de estilo de los técnicos más puristas.
Este 27 de julio debió ser un día especial para Zinedine Zidane en lo que a su relación con el Real Madrid se refiere. Tal día como este, pero del año 2001, ZZ debutó oficialmente con el club blanco en Lausanne, en un amistoso de homenaje a Juan Antonio Samaranch, ex presidente del Comité Olímpico Internacional. Fue titular con Del Bosque al mando (1-2). Otro 27 de julio, en 2014, afrontaba su primer partido como entrenador del Castilla. Su equipo ganó al Guadalajara (1-0).
Seis años, tres Champions y dos Ligas mediante, este Real Madrid de Zidane sea un conjunto de marcado perfil ofensivo. De los que intenta tener la posesión, ser protagonista y ocupar el campo enemigo hasta con ocho elementos. Todos menos los dos centrales. Sentados estos principios, tiene también su toque camaleónico. Acentuado, por cierto. Si por circunstancias del juego o del rival no tiene el dominio tampoco pierde la paciencia, ni se desespera. No se le caen los anillos por dejar la iniciativa del balón y de los espacios al contrario de turno, sea quien sea. Sobre todo si consigue ponerse por delante en el marcador. De hecho, nadie le ha remontado en LaLiga.
Ha innovado con los laterales por delante de los interiores en ataque
A lo largo de toda la temporada, y especialmente tras el parón, el equipo ha alternado la presión alta en terreno rival, con el repliegue medio en su campo. Situación que desconcierta y confunde a los contrarios. Tan pronto se puede ver a los teóricos interiores (Modric, Kroos, Valverde…) apretando al borde del otro área como acercándose a Casemiro, en la zona de creación, para ayudar en la salida del balón. Lo normal es que sean el alemán o el croata los que inicien el juego, adelantándose el brasileño a posición de rechace o segunda jugada.
La otra gran innovación táctica del Real Madrid en el presente curso se ha evidenciado en las transiciones defensa-ataque. Los laterales se posicionan en campo ajeno por delante de los interiores, casi como extremos. Entonces corresponde a los dos centrales y a Casemiro bascular hacia las bandas para controlar las zonas libres. Esta maniobra se recrudece de manera radical cuando Marcelo es el lateral zurdo y Kroos se pasa medio partido protegiéndole las espaldas. Un alivio para el primero, que piensa más en ir que en volver; y un sacrificio para el segundo, que se aleja mucho del área contraria y tiene que hacer un doble esfuerzo.
Varía la presión en campo ajeno con el repliegue rápido, lo que confunde al rival
Que de 38 partidos ligueros, en 33 haya salido con un clásico 1-4-3-3, significa que este es el sistema que Zidane considera más apropiado. A lo que realmente da importancia el técnico es a la ocupación de los espacios. Intenta en la pizarra que el reparto zonal sea lo más simétrico posible. La versatilidad de los jugadores le permite cambiar las condiciones de juego con las sustituciones, que raramente hace antes del minuto 70.
Así, puede pasar de jugar con dos extremos puros bien abiertos (Rodrigo, Vinicius, Bale…) a jugadores más dotados para jugar por dentro (Isco, Hazard, Asensio…). Hasta ha llegado a convivir en momentos puntuales con dos teóricos arietes: Benzema, el mejor socio de todos y prolongación del técnico en el campo, y Jovic.
Benzema es el jugador que más influye en las acciones ofensivas y Casemiro en las defensivas. El galo abarca más metros que nadie. Su zona de influencia no tiene fronteras. Y su libertad de acción tampoco tiene límites. El brasileño, con goles y remates lejanos, se ha ganado el derecho a ampliar su radar. Nadie le mira mal si llega al área rival, aunque lo suyo sea meterse como tercer central, hacer coberturas a los laterales y apoyos a los interiores.
La versatilidad del plantel le permite cambiar el paso con las sustituciones
En dos ocasiones utilizó Zidane el 1-4-4-2 en línea y en una tercera este mismo dibujo pero con rombo en el centro del campo. En Granada, en la jornada 36, tiró de los cinco centrocampistas (1-4-1-4-1), como había hecho en la Supercopa de España en enero. Más variedad, imposible.
Desde el punto de vista puramente táctico, solamente en un encuentro el equipo careció claramente de equilibrio entre el ataque y la defensa, una de sus grandes virtudes plasmada en los pocos goles recibidos (25). Fue en la primera vuelta, en Mallorca, primera derrota (1-0). Solo jugó con un volante de oficio, Casemiro, y por delante: James-Benzema-Jovic-Isco-Vinicius. No ha vuelto a repetir experimentos tan arriesgados, aunque en determinados choques haya ocupado los espacios de ataque con cuatro elementos bien definidos. No es lo habitual.
ZZ no es amigo de colocar a los jugadores en posiciones en las que no se sientan cómodos. Si acaso, y por obligación, laterales a pierna cambiada y poco más. La versatilidad de la mayoría ya le permite el lujo del intercambio de puestos durante los partidos.
La sorpresa de Kroos frente al City
También en la Champions Zidane ha sido fiel a sus ideas tácticas. En cinco de los seis partidos de la fase de grupos puso en liza su clásico 1-4-3-3 y solo ante el PSG en el Bernabéu recurrió al 1-4-4-2 en rombo con Isco en el vértice superior.
Fue en el partido de ida de los octavos de final contra el City donde el técnico más sorprendió a la clientela. A la suya y a la ajena. Contra un Guardiola que también jugó sus cartas, el francés mantuvo su dibujo habitual, pero dejó a Kroos en el banquillo. Noticia de primera plana y de cierto riesgo. Sobre todo, tras perder el partido. El centro del campo fue para Modric-Casemiro-Valverde, de derecha a izquierda, con Isco escorado a la banda diestra, mitad delantero, mitad volante. De hecho, pasada la media hora, Zidane retrasó la posición del malagueño para pasar a jugar un claro 1-4-4-2.
No hace tanto que Kroos ha recordado ese partido en una entrevista. Reconoció que le sentó mal ser suplente y que podría ser el único encuentro más o menos importante en el que fue suplente en sus seis años de blanco. Además, no jugó ni un minuto. Los cambios fueron Bale por Vinicius (74′) y Lucas Vázquez y Jovic por Modric e Isco (83′) y ya con el 1-2 en el marcador. Esos últimos minutos el Madrid se plantó en un meridiano 1-4-2-4 que dejó descompensado al bloque. Causa directa de este cambio estructural pudo ser la expulsión de Sergio Ramos por derribar a Gabriel Jesús. El bloque quedó mal parado y de un saque de banda se propició la acción de la falta del central al brasileño.
La jugada estratégica de Pep también fue sonada. Se dejó en el banquillo a Silva, Kun y Sterling (salía de una lesión) y colocó a Gabriel Jesús en la banda izquierda, con Mahrez en la derecha y Bernardo Silva y De Bruyne, dos teóricos interiores, como hombres más adelantados. Gundogan y Rodri, como mediocentros, fueron el sostén defensivo del equipo.
Para el partido de vuelta, no sería extraño que Zidane apostara por su fórmula de los cinco centrocampistas, si Hazard no está para ser titular o del 1-4-4-2 con el belga al lado de Benzema y Valverde o Isco junto a Modric, Casemiro y Kroos.