Penitente Barça en Valladolid
Un gol de Arturo Vidal resuelve un partido tan bien decantado como mal rematado por un equipo azulgrana desfigurado, desvencijado y sometido por el equipo de Sergio González
No hay equipo más sufrido ni sufridor ahora mismo que el Barça. A veces incluso agoniza en partidos sencillos, ninguno como el último derbi, y en algunas jornadas consigue también que el padecimiento sea más tolerable, aunque no menor, como se advirtió en Valladolid. No tiene físico ni jerarquía para gobernar los partidos que se le ponen de cara porque ni defiende ni ataca suficientemente bien para cantar victoria con independencia de que juegue fuera o en el Camp Nou. Mantiene si acaso el orgullo de veterano campeón que se empeña en alargar ...
No hay equipo más sufrido ni sufridor ahora mismo que el Barça. A veces incluso agoniza en partidos sencillos, ninguno como el último derbi, y en algunas jornadas consigue también que el padecimiento sea más tolerable, aunque no menor, como se advirtió en Valladolid. No tiene físico ni jerarquía para gobernar los partidos que se le ponen de cara porque ni defiende ni ataca suficientemente bien para cantar victoria con independencia de que juegue fuera o en el Camp Nou. Mantiene si acaso el orgullo de veterano campeón que se empeña en alargar el previsible alirón del Madrid y se justifica con el VAR. A falta de juego y de figuras, su bandera la porta hoy Sergi Roberto, suficiente para combatir a un Valladolid que se quedó sin poder celebrar aún su permanencia en LaLiga.
El fútbol del Barça depende tanto de su alineación como de las características del contrario, circunstancia que redundan en su indefinición y capacidad de sorpresa más que en su falta de personalidad, muy dependiente en cualquier caso de Messi, un futbolista cuya categoría le permite sobrevivir en LaLiga. El 10 no descansa mientras haya vida en el Barcelona. Los cambios y las rotaciones, por el contrario, alcanzan incluso a Luis Suárez. El uruguayo se sentó en el banquillo y a cambio entró Riqui Puig en una formación que se desplegó de forma inesperada porque Setién, muy intervencionista últimamente, recuperó la zaga de tres centrales dispuesta a su llegada al Camp Nou. El jugador franquicia del cántabro se llama Sergi Roberto, a veces lateral, en ocasiones centrocampista y en determinadas situaciones acompañante de Lenglet y Piqué como pasó en Pucela.
Asegurada la salida de la pelota, los laterales y los interiores tenían que ser los protagonistas en el Barça. Aunque se esperaban las llegadas de Jordi Alba, el jugador desequilibrante fue Semedo. El portugués se descolgó reiteradamente como un extremo y participó en tres ocasiones antes de alcanzar la media hora: no supo acabar la tercera, la segunda la malbarató Griezmann y la inicial la culminó Arturo Vidal después de la asistencia número 20 de Messi, una cifra récord que iguala la de Xavi en la temporada 2008-2009. El chileno remató cruzado el cuero jugado por Semedo y Sergi Roberto después de ser rescatado por la presión del 10. El despliegue descolocó al Valladolid, un equipo que juega siempre como una unidad, solidario y organizado, muy pendiente de que se equivoque el rival desde que se siente fuerte en su cancha, y más en Zorrilla.
Equipo impreciso y envejecido
No erró el Barça sino que acertó en el tiro de Vidal y el plan impenetrable del Valladolid, que habitualmente solo cede si se le ataca con velocidad, precisión y cambios de orientación, quedó inutilizado a la espera de que interviniera Sergio González. Al Valladolid le cuesta jugar con el marcador en contra y por tanto fue a remolque del 0-1. No encontraba su sitio en la cancha, desconcertado por el gol, por la propuesta azulgrana y por la lesión de Carnero. No supo ni siquiera aprovechar el desajuste azulgrana en una pelota peinada por Guardiola. Kike Pérez se plantó ante Ter Stegen y en lugar de disparar acompañó el cuero a las manos del meta del Barça. No atinaron los castellanos y los azulgrana tampoco supieron cerrar el choque por las imprecisiones de Griezmann y Messi. Mal asunto para un equipo envejecido y que se desfonda si le hacen correr como quería el Valladolid.
A nadie le extrañó que Setién quitara al desacertado Griezmann para dar entrada a Luis Suárez. Ni tampoco que Sergio González apelara a Hervías, Ünal y Sandro. El Valladolid se activó con tantos delanteros y sacó del encuentro al vulnerable Barcelona. A falta de piernas, los partidos se le hacen extremadamente largos a los azulgrana, que han perdido capacidad de control, les cuesta conservar el cuero y se entregan a un intercambio de golpes que no siempre gira a su favor desde que sus delanteros no dan con la portería con la frecuencia de antes, sobre todo en el caso de Messi. La única garantía en los partidos tan abiertos es Ter Stegen. Aguantaron desvencijados los azulgrana, achicando como un equipo pequeño, sin mayor consuelo de momento que congelar la euforia del Bernabéu. No podrá ser campeón el Madrid en Granada después del suplicio del Barça con el Espanyol y el Valladolid. Un gol en cada partido para dignificar un suplicio más que para cantar victoria desde que el Barça cayó en manos del equipo de Zidane. Penitente Barça.