Xabi Alonso: “España es el equipo más perfecto en el que he jugado”
La Roja tocó el cielo futbolístico en el Mundial de Sudáfrica, que conquistó el 11 de julio de 2010. Aquel equipo inolvidable tenía dos guardianes en el centro del campo, el tolosarra y Busquets
En el Mundial del que ahora se cumplen 10 años, Xabi Alonso (Tolosa, 38 años) conquistó la titularidad que se le resistió en la Eurocopa de 2008. Junto a Busquets, en una compenetración impecable, y Xavi formó el centro de operaciones del equipo campeón. Sus explicaciones sobre el funcionamiento táctico no pueden ser más didácticas.
Pregunta. Ya ha pasado una década desde la conquista del Mundial…
Respuesta. Se me ha pasado rápido, pero es un recuerdo que tengo bastante vivo. Las sensaciones que vi...
En el Mundial del que ahora se cumplen 10 años, Xabi Alonso (Tolosa, 38 años) conquistó la titularidad que se le resistió en la Eurocopa de 2008. Junto a Busquets, en una compenetración impecable, y Xavi formó el centro de operaciones del equipo campeón. Sus explicaciones sobre el funcionamiento táctico no pueden ser más didácticas.
Pregunta. Ya ha pasado una década desde la conquista del Mundial…
Respuesta. Se me ha pasado rápido, pero es un recuerdo que tengo bastante vivo. Las sensaciones que vivimos las he tenido siempre bien presentes, pero posiblemente fue hace dos años, cuando el Mundial de Rusia, que fue el primero en el que no estuve de manera activa, cuando más cuenta me di de lo que habíamos conseguido, de su trascendencia e importancia. Con el tiempo he ido valorando todo y se han fortalecido las sensaciones que tenía de entonces. Éramos un equipo con una capacidad competitiva tremenda y me siento muy orgulloso de lo que hicimos y cómo lo hicimos, que también es importante.
P. ¿En estos 10 años ha pecado de nostalgia y, de vez en cuando, se ponía los partidos para generar nuevas sensaciones o confirmar las que ya tenía?
R. No. Había visto trozos de la final, pero no completa. Y de los otros partidos, poco. He aprovechado el confinamiento para ver la final bien vista, con tranquilidad y también los partidos contra Suiza y Alemania.
P. Del Bosque dice que ahora, cuando ha visto repetidos esos encuentros, le ha gustado más el equipo.
R. Me ha pasado en algunos y en otros no. He tenido sensaciones enfrentadas y en algunos momentos ha sido para bien y en otros para mal. Por ejemplo, en la semifinal contra Alemania tenía la imagen de que habíamos hecho una segunda parte avasalladora y, sin embargo, ahora creo que tuvimos 20 minutos muy buenos, pero no fuimos tan superiores como yo pensaba. En la final, la primera parte me ha parecido mejor de lo que yo pensaba y la segunda me ha parecido más pareja. Holanda tiene dos ocasiones, pero nosotros también tenemos. Y después en la prórroga dominamos totalmente la situación.
P. La entrada de De Jong le sigue doliendo en el alma cada vez que la ve repetida.
R. Sí, cada vez que la veo, me duele. Nada más recibir el golpe no sabía dónde estaba. Me crujió todo el cuerpo. Fue un momento icónico del partido y así se ha quedado. Estuve dos días fastidiado, aunque con la euforia y las celebraciones ni me acordaba.
Busquets mantuvo un poco más su rol; Xavi y yo fuimos generosos
P. ¿Por qué ha visto el partido contra Suiza, que se perdió, y no los siguientes que se fueron ganando?
R. Porque fue un momento especial y vital del Mundial. Reconozco que en este caso he sentido las mismas sensaciones de entonces. Hicimos todo lo que se tenía que hacer para ganar aunque no lo ganáramos. Entonces estábamos convencidos de que, a pesar del resultado, estábamos en la línea correcta, y así lo hablamos entre los jugadores y con el seleccionador. Es reconfortante ver cómo, desde dentro, con fe, confianza y diálogo dimos la vuelta a una situación complicada. El secreto estuvo en que no nos volvimos locos. No caímos en la tentación de pensar que todo estaba perdido y nos convencimos de que si seguíamos por ese camino podíamos conseguir nuestro objetivo, que no era ganar el Mundial, sino seguir compitiendo para poder ganarlo.
P. Del Bosque considera que el entendimiento entre usted y Busquets fue primordial en el buen funcionamiento colectivo. Lo considera, aunque no lo proclame a los cuatro vientos, su gran acierto táctico.
R. Comprendo que se sienta orgulloso de ello porque la figura del mediocentro formaba parte de la esencia de Vicente como jugador y de su forma de entender el fútbol como entrenador. La tiene muy interiorizada. Yo no lo vi jugar, pero mi padre, que es de su época y jugó contra él, me lo ha comentado muchas veces. Vicente era un organizador generoso, que pensaba en el equipo y que tenía dentro ese sentido del juego colectivo muy acusado. Se notaba cuando hablabas con él.
P. ¿Se puede saber cómo les convenció a Busquets y a usted de jugar juntos, de complementarse, de ser casi un solo jugador…?
R. Sí, se puede saber y yo también metería a Xavi en el asunto porque su labor también estaba relacionada con la nuestra. Vicente veía en nosotros aspectos muy significativos del juego. Tenía interiorizado lo que quería que hiciéramos. Intentó siempre darnos confianza, explicarnos que quería tres hombres en el medio y que no podíamos estar a la misma altura. Teníamos que escalonarnos. Xavi y yo cambiamos más nuestros roles que Busi. Él era más mediocentro puro por delante de la defensa aunque podía saltar a la presión si lo consideraba oportuno. Sabía que si lo hacía yo daría un paso atrás y le cubriría su zona. Xavi tenía que jugar un poco más adelantado que en el Barça. Allí se iba para atrás a buscar el balón porque luego, cuando avanzaba, tenía por delante jugadores a quien dársela. En la selección tenía que estar más arriba porque nosotros se la dábamos a él.
Nunca vi otro conjunto con ese control, confianza y compromiso
P. ¿El dibujo del mediocampo se interpretaba más desde los dos mediocentros o desde los dos interiores?
R. Xavi y yo éramos más interiores en diferentes alturas. Yo me pegaba a Busi cuando teníamos que defender, pero mi obligación era saltar rápido a la presión. Siempre hacia adelante. Busi lo hacía para atrás. Era importantísimo que ocurriera lo que pasó, que los tres estuviéramos dispuestos a pensar en el equipo y aceptar nuestros nuevos roles. En mezclar bien. Xavi y yo fuimos muy generosos en ese sentido y así conseguimos el equilibrio que conseguimos. No era fácil. Teníamos que evitar siempre estar a la misma altura e incluso no hacer en algunos casos lo que estábamos acostumbrados en nuestros equipos.
P. El técnico, cuando habla del posicionamiento, solo habla del doble volante en la fase defensiva.
R. Es que así era. Yo me consideraba un interior. Jugué en una posición distinta de la mía original. Era más un 1-4-3-3 que un 1-4-2-3-1. Solo a la hora de defender yo me acercaba a la altura de Busi. Interpretamos bien lo que quería el técnico. Él le dio forma y nos sentimos orgullosos de que ahora se sienta de la misma forma por nuestro funcionamiento. Lo naturalizamos mucho.
P. Disfruta cuando habla de ese equipo…
R. Es para disfrutar. Esa selección es el equipo más perfecto en el que yo he jugado. Nunca vi otro equipo con ese control de la situación, esa concentración, esa seguridad, esa confianza, ese compromiso. Cometíamos muy pocos despistes, muy pocos errores. Defendíamos desde el equilibrio, desde el trabajo de todos. Eso era lo especial de ese grupo que todos, desde Iker al último jugador, estábamos metidos en lo que hacíamos.
No éramos muy profundos, pero lo compensábamos con nuestro control
P. Para lograr ese entendimiento en el mediocampo tendrían que mantener largas charlas entre ustedes.
R. Sí, Xavi, Busi y yo hablábamos mucho. Fuera y dentro del campo. Antes y después de los partidos. Además, a los tres nos gusta el fútbol, nos gusta entender el juego. Xavi y yo somos ahora entrenadores y ya lo teníamos dentro cuando jugábamos. Teníamos pasión por entender lo que hacíamos.
P. ¿Del Bosque fue muy pesado desde el punto de vista táctico?
R. No. Su forma de ser no es esa. Él empatiza bien con el jugador. Tenía claro lo que quería de Busi y de mí. Nos lo explicaba coloquialmente, de forma muy natural, poco dogmática. Se recibían bien sus consejos. Preguntaba mucho. Le gustaba intercambiar opiniones con los jugadores y nosotros siempre estábamos dispuestos. Le gustaba saber si nos sentíamos cómodos en nuestras posiciones o roles.
P. Además tenían otras variantes, tanto en el centro del campo como arriba.
R. En la final entró Cesc y cambiaba un poco el rol de Busquets. Posicionalmente se quedaba solo. Ya no tenía que saltar tanto. Sabía que no me tenía por detrás si salía a presionar. Se tenía que quedar más. Cesc miraba más al área contraria, el equipo pasaba casi al 1-4-1-4-1 o dos delanteros.
P. Por poner un pero, el seleccionador insinuaba que al equipo a veces le faltaba profundidad.
R. Y tenía razón. No éramos muy profundos en ocasiones, pero lo compensábamos con nuestro control, nuestra calidad, la posesión y la competitividad que teníamos, que era espectacular. Ese Iker, ese Puyi, Piqué, los de arriba… Todos. Y todos muy metidos.
P. Aunque los conceptos del juego eran muy parecidos, en cuanto a tener el balón, llevar la iniciativa, la selección del Mundial tenía sus diferencias con la de la Eurocopa 2008.
R. Sí. Con Luis jugábamos un 1-4-4-2. Casi siempre teníamos dos delanteros. A veces podía ser un 1-4-1-4-1 con Senna de mediocentro único y un delantero, Villa tirado a la izquierda. Cesc jugaba por dentro. Iniesta y Silva en las bandas. Senna era importante en esa organización. Estuvo a un gran nivel. Yo no era titular. Tenía que asumirlo y lo entendí. Lo que también tenía muy claro era que cada vez que jugara tenía que ofrecer el máximo rendimiento, competir como los demás, y creo que lo hice. Era el jugador 12 o 13, con Santi Cazorla.
P. Dos años después de Sudáfrica, en la Eurocopa 2012, el equipo incluso fue más brillante.
R. La final de Kiev contra Italia, que también he visionado durante el confinamiento, es el mejor equipo que yo he visto en mi vida. Se han reafirmado todas las sensaciones que tenía de aquel partido. Era aún más brillante que el de 2010.