La avidez del Barça de Mirotic liquida la epopeya del Burgos

El equipo azulgrana supera con solvencia la réplica del equipo revelación (98-84) y disputará la final contra el Baskonia

Tomic, defendido por Lima, en el Barça-Burgos.Manuel Bruque (EFE)
Barcelona -

El San Pablo Burgos se despidió con todos los honores de su epopeya, la del equipo modesto y novel a tan pocos metros de la cima, un asiduo David frente a Goliat como el ya abatido Real Madrid o un Barça más que avisado y voraz en su determinación de cazar la final, con el título entre ceja y ceja. El primero de esos objetivos lo alcanzó el equipo de Pesic que este martes disputará el partido por el título (20...

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El San Pablo Burgos se despidió con todos los honores de su epopeya, la del equipo modesto y novel a tan pocos metros de la cima, un asiduo David frente a Goliat como el ya abatido Real Madrid o un Barça más que avisado y voraz en su determinación de cazar la final, con el título entre ceja y ceja. El primero de esos objetivos lo alcanzó el equipo de Pesic que este martes disputará el partido por el título (20.00, Movistar +) ante el Baskonia, ganador de la semifinal ante el Valencia (73-75) .

El Barça agarró al Burgos por las solapas. Su propósito de intimidar, de marcar territorio desde el salto inicial, abrumó al Burgos en los primeros escarceos. La defensa de Hanga sobre Benite, el escolta brasileño sobre el que bascula el ataque del equipo de Joan Peñarroya, los uno contra uno de Tomic ante Lima bajo el aro, y las manos azulgrana que cortocircuitaban las circulaciones de balón rezagaron al equipo burgalés: 8-0 empezó parpadeando un marcador que se estiró hasta un 35-19.

En la refriega, además, el Burgos salió rebotado con tres faltas técnicas y una antideportiva. Pero lejos de perder los papeles, su técnico catalán, Joan Peñarroya, que persiste en la espléndida labor que le avala desde que mandó en los banquillos del Andorra y del Manresa, llamó al orden a sus jugadores. Lo hizo con calma, con mano izquierda, invitándoles a mantener la fe y las constantes defensivas de partidos precedentes. Así fue como devolvieron la igualdad al marcador. A base del esfuerzo colectivo y los movimientos en el instante crucial de cada jugada cerraron el rebote defensivo. Y Peñarroya, además de los relevos que dotaron a su equipo de alternativas que le complicaron la vida al Barça, tiró mano de una defensa en zona que cambió el ritmo del juego.

Se enredó el Barça, jugó más incómodo. Refrendó uno de sus defectos más acusados, esa propensión a desaparecer por completo de escena durante dos, tres, cuatro… demasiados minutos. El resultado fue un 8-22 que desembocó en un 43-41 en el descanso que invitaba a una vuelta a empezar. Un primer éxito formidable para el Burgos, con el pívot brasileño Lima percutiendo por dentro, y el base uruguayo Fitipaldo, por fuera.

Mirotic encendió el rodillo ofensivo de su equipo, siempre con aportaciones de uno u otro, de Davies, de Kuric, de Higgins. El Burgos perdió sus constantes en ataque, lastrado por 16 pérdidas de balón, pese a que fue corrigiendo esa laguna, y sus dificultades para anotar desde fuera (10 de 27 triples) e imponer su contraataque. El estirón del Barça en el tercer cuarto ya no encontró la respuesta de la primera parte. Heurtel desequilibró desde fuera y Kuric, con cuatro triples y 16 puntos, se añadió al festival. El base francés apenas había encontrado ritmo de competición desde que se lesionara gravemente en la rodilla izquierda en agosto de 2019. Se explayó ante el Burgos con 14 puntos y 11 asistencias, ante la mirada complaciente de Pesic, que pudo dosificar a Hanga y Mirotic. El montenegrino tuvo bastante con 17 minutos para anotar 18 puntos.

El Barça desprendió las mismas sensaciones que a lo largo de toda la temporada, la de un equipo de altísima calidad, muchos jugadores capaces de mantener un ritmo de juego y una exigencia física que aturde a sus rivales y una solidez que, eso sí, palidece de golpe en algunas fases de los partidos. El San Pablo Burgos concluyó su conmovedora gesta en Valencia, tan excepcional como la propia fase final de la Liga, tan extraña.


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