periodismo deportivo

Los episodios nacionales de Alfredo Relaño

La desescalada permite el regreso del fútbol y de las tertulias futboleras. En una de ellas se homenajeó a uno de los periodistas que más y mejor ha narrado las gestas del deporte español del último medio siglo

Alfredo Relaño.Carlos Rosillo

Llovía a mares sobre Madrid aquella tarde de mayo del 65 en la que el Santiago Bernabéu acogía el desempate copero entre el Gijón y el Espanyol. En el equipo perico jugaba sus últimos partidos como profesional Alfredo Di Stéfano, la vieja gloria del Madrid pentacampeón de Europa, y en esos momentos cada vez más cerca de la cuarentena, alopécico y algo panzudo. Probablemente sería la despedida del viejo héroe madridista.

Así que ese miércoles, un escolar llamado Alfredo Relaño Estapé se acercó tras salir de clase al coliseo blanco con el deseo de contemplar la última victoria de su ídolo...

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Llovía a mares sobre Madrid aquella tarde de mayo del 65 en la que el Santiago Bernabéu acogía el desempate copero entre el Gijón y el Espanyol. En el equipo perico jugaba sus últimos partidos como profesional Alfredo Di Stéfano, la vieja gloria del Madrid pentacampeón de Europa, y en esos momentos cada vez más cerca de la cuarentena, alopécico y algo panzudo. Probablemente sería la despedida del viejo héroe madridista.

Así que ese miércoles, un escolar llamado Alfredo Relaño Estapé se acercó tras salir de clase al coliseo blanco con el deseo de contemplar la última victoria de su ídolo en declive. Sin embargo, entre la lluvia y el barro naufragaron tanto el Espanyol como el propio Di Stéfano en el último instante de la prórroga, cubiertos los dos por el lodo. Seguía lloviendo también a mares cuando apagaron la megafonía, los focos, y el escolar Relaño abandonó cabizbajo y en silencio el estadio. Como queriendo compartir el penar del ídolo caído, enfiló bajo el aguacero la dirección de su casa evitando la protección subterránea del metro. Llegaría empapado y sin consuelo hora y media más tarde, muy entrada la noche, casi de madrugada, con los Relaño-Estapé movilizados por toda la ciudad para dar con él.

Quizá este haya sido uno de los primeros episodios futbolísticos que marcaron la trayectoria del periodista que más y mejor ha narrado los acontecimientos deportivos del último medio siglo en España; desde las voleas de Orantes al zapatazo de Iniesta en Sudáfrica, de los golpes de Legrá a los de Ballesteros, de las carreras en alpargatas de esparto de Mariano Haro a las canastas de Gasol. Algunos de ellos, los que más han envejecido y amarilleado con el tiempo, casi como un rumor antiguo y olvidado, los pueden encontrar todos los lunes en las páginas de este mismo diario. Son nuestros episodios nacionales deportivos.

Conocí a Alfredo Relaño en 2011 en la presentación de uno de sus libros, Nacidos para incordiarse (sobre la histórica rivalidad entre Madrid y Barça) gracias a Juan Cruz, colaborador del programa La Noche en 24 horas que por entonces yo dirigía en TVE. De entrada, nada más sacar de centro, le manifesté mi sentimiento azulgrana de origen galaico y la discusión se hizo bucle. Quedamos al acabar la comida de seguir hablando y así seguimos casi 10 años después, citándonos en comandita cada cierto tiempo para debatir de fútbol, de política, de periodismo y de todo lo que se tercie.

Escapadas

Hace unos meses Relaño dejaba la dirección del diario As después de más de dos décadas, récord que va a ser difícil que alguien bata, como una metáfora deportiva más de las que jalonan su carrera. Atrás quedaba su paso por otros medios, como Marca, en sus inicios, y sobre todo el diario El País. Recordando sus años de pellas escolares para ir al fútbol, me tiene contado como a mediados de los ochenta, siendo responsable de El País en Andalucía, sin móviles, ni internet, ni medio tecnológico alguno para ser localizado fuera de la oficina, se escapaba a primera hora de la tarde de Sevilla después de adelantar la edición del día siguiente para ver alguna de las remontadas europeas del Madrid en el Bernabéu o una faena de Curro Romero en Talavera. Solo al final del partido o de la corrida se atrevía a llamar a su despacho para ver si había sucedido alguna desgracia o si los jefes de Madrid habían telefoneado. También así se hace reporterismo, aunque algún día te lleves una cornada de la superioridad.

Al margen de su trabajo para la prensa escrita queda su labor en la Cadena Ser y sobre todo en Canal Plus, a la que le debemos la modernización del concepto de fútbol televisado. A él y al realizador Víctor Santamaría nunca les agradeceremos lo suficiente los impagables finales de Liga en Tenerife de inicios de los 90, aquellas imágenes a pantalla partida entre el Heliodoro Rodríguez y el Camp Nou, aquel plano y contraplano lleno de contrastes entre las caras de Núñez y Mendoza.

Con motivo de su jubilación, algunos de los que le agradecemos su influencia en nuestro oficio planeamos un contubernio futbolístico-gastronómico para animar luego una larga tertulia de sobremesa. Tras posponerlo casi cuatro meses por culpa del coronavirus, por fin este miércoles lo citábamos por sorpresa el que esto escribe, Santiago Segurola, Jorge Valdano y Juan Cruz. Habitualmente los cuatro coincidimos en algunas cosas y por fortuna discrepamos en muchas más, pero en esta ocasión hubo consenso a la hora de acordar que no había regalo más apropiado para el homenajeado que la colección entera de Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdos.

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