Jordi Bertomeu: “El baloncesto mundial es un desorden"

El director ejecutivo de la Euroliga explica en la entrevista con EL PAÍS las causas por las que se ha cancelado la temporada

Jordi Bertomeu, durante la presentación de la Euroliga, en septiembre. / EFE

La Euroliga ha bajado el telón cuando se aproximaba al clímax de una temporada en la que emergía el Anadolu Efes de Larkin, el Barça disfrutaba de su revival con Mirotic, el Madrid de Llull y Pablo Laso permanecía en la excelencia y remontaba amenazante el ...

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La Euroliga ha bajado el telón cuando se aproximaba al clímax de una temporada en la que emergía el Anadolu Efes de Larkin, el Barça disfrutaba de su revival con Mirotic, el Madrid de Llull y Pablo Laso permanecía en la excelencia y remontaba amenazante el Fenerbahçe de Obradovic. La pandemia truncó la competición el 12 de marzo cuando faltaban seis jornadas para concluir la fase regular, además de los playoffs de cuartos y la Final Four. El lunes, los clubes desecharon el último cartucho, la disputa de lo que quedaba con todos los equipos concentrados y los partidos comprimidos en una sola sede. Jordi Bertomeu (Barcelona, 61 años), el director ejecutivo de la Euroliga, explica el limbo en que queda una temporada cancelada por primera vez en la historia de la competición desde su creación en 1958.

Pregunta. ¿Qué ha sido lo más decisivo para la cancelación?

Respuesta. La prioridad era siempre la salud y es importante entender que la decisión no se podía ir posponiendo. Existía una situación muy desequilibrada en Europa en relación con los viajes. Muchos jugadores están en Estados Unidos, alguno en Asia. Los teníamos controlados. Y en Europa había problemas porque las situaciones son muy diversas en cuanto a viajes y cuarentenas. En algunos países todavía no se puede entrenar ni se sabe hasta cuándo se alargará la situación. En Rusia no se puede hacer nada fuera de casa, en Italia se puede entrenar en deportes al aire libre pero no indoor... Y todo eso hacía que, suponiendo que todo se fuera solventando sin saber con certeza cuándo, llegásemos al 3 ó 4 de julio a competir con unos equipos que habían podido entrenar más y otros menos. Y eso nos planteaba un problema de lesiones muy grave. No podemos jugar la Euroliga con equipos que no están preparados o unos en mejor condición que otros. En definitiva, sería un fiasco y lo que veríamos no sería la Euroliga, sería otra cosa.

P. ¿La última opción era la Final a Ocho?

R. La solución era, y eso dijimos que no lo discutiríamos, que queríamos acabar la liga. No podíamos recortar participantes como han hecho otras ligas. La única cosa que íbamos a cambiar era sustituir los playoffs por una eliminatoria a un partido. Eso reducía el número de encuentros, pero el sistema se mantenía.

P. ¿Cuál era la fecha máxima para concluir?

R. El 26 o el 28 de julio. No queríamos entrar en agosto. Llegar a este escenario con una situación tan desequilibrada de los equipos… Claramente, no hubiéramos tenido la Euroliga sino otra cosa, otra competición. El riesgo de lesiones y la integridad de la competición han sido los dos conceptos fundamentales por los que tomamos la decisión.

P. ¿Por qué no jugar en agosto o septiembre como se plantea la NBA?

R. La NBA tiene una libertad que nosotros no tenemos. Puede jugar en agosto y septiembre y comenzar la próxima temporada en diciembre, como se ha dicho. Eso quiere decir que la próxima temporada acabaría en julio del año que viene. Ellos lo pueden hacer, primero porque durante el año no se tienen que combinar con nadie, no tienen ligas nacionales. Y segundo porque, si al final hay una coincidencia con los Juegos Olímpicos, ellos no tienen tampoco los problemas que tenemos nosotros con relación a los equipos nacionales. Una cosa es que no estemos a favor de las ventanas [partidos de clasificación durante la temporada], pero lo que no queremos es perjudicar ni al Eurobasket, ni al Mundial, ni a los Juegos Olímpicos.

P. ¿Cómo ve la organización en el baloncesto mundial?

R. Es un desorden que se debe a que el organismo más importante, como he dicho muchas veces, no es la Federación Internacional [FIBA], que reglamenta, sí, pero después hay una liga [la NBA] que tiene su propio programa. Así que, de la misma manera que Marc Gasol no podía acudir a las ventanas para jugar con España, si hay una coincidencia del calendario de la NBA con otros acontecimientos, pues tampoco podría ir a esas competiciones. Nosotros no queremos contribuir más a ese desorden. Nosotros, si jugáramos en agosto, y contando que los jugadores descansaran en septiembre y octubre, deberíamos condensar todas las ligas y la Euroliga desde noviembre hasta mayo, porque, además, después hay unos Preolímpicos. Si ya nos critican por el calendario, imagínese cómo sería un calendario así. Sería una locura todavía más grande, ¿no?

P. ¿No se plantearon una Final Four en diciembre como ha hecho el balonmano?

R. Un campeón en diciembre, con equipos con jugadores diferentes de los que disputaron la temporada… Tengo muchas dudas de que eso respete la integridad de la competición.

P. ¿Los jugadores se tendrán que apretar el cinturón?

R. Todo el mundo tendrá que entender la nueva realidad. Los jugadores ya lo han entendido. El gesto de aceptar un 20% de rebaja salarial indica que han sido conscientes y muy responsables. Lo que han hecho merece un reconocimiento. No han sido egoístas.

P. ¿La próxima temporada será sin espectadores?

R. Parte de la competición será sin público, pero mi previsión, un poco arriesgada, es que iremos viendo que en algunos países seguramente habrá pabellones con presencia de aficionados. Los gobiernos de alguno de los países con los que hemos trabajado para completar la Euroliga ya iban a permitir que se llenara la mitad del aforo ahora, en julio. Si en julio se podía hace eso, lo lógico es pensar que en octubre todavía pueda ir más público a los pabellones. Será un dibujo un poco extraño. No está en nuestras manos. El problema es que por primera vez en esta vida hemos tenido que gestionar una cosa sobre la que no controlamos nada.

P. Usted abogó por la reducción de la ACB a 16 clubes. Ahora hay presiones para que se amplíe a 20.

R. No entro en valorar lo que haga la ACB. Nosotros lo que hemos hecho es decir que si no se acaba, no se acaba a todos los efectos. Es decir, ninguno tiene derecho a nada y nadie puede ser castigado, porque si no sería injusto. No entiendo por qué alguno tiene derecho a ascender. Por qué estos dos sí y el que iba tercero no, si tal vez en dos días les podía pasar. Si se ha acabado, se ha acabado. Luego se quieren ampliar las ligas. Desde luego, desde la lógica económica y del calendario no parece aconsejable.

P. El Panathinaikos amenaza con abandonar la Euroliga.

R. No es la primera que lo oímos. Con el Panathinaikos, lo mejor que se puede hacer es tener paciencia, capacidad de dialogar con ellos y hacerles ver. Pero el Panathinaikos también sabe que fuera de la Euroliga no tiene un escenario mejor, sino un escenario mucho peor. Es una obviedad para cualquiera que entienda de esto. Y a pesar de que en algún momento ha hecho anuncios de este tipo, no ha pasado nunca. Y si pasa, si se va, vendrá otro equipo. Hace unos años teníamos la Benetton de Treviso, el Montepaschi Siena y…

P. Es verdad que se ha ofrecido la Virtus Bolonia.

R. La Virtus, desde que fue comprado por el propietario de la marca de cafés Segafredo, vino y nos dejó muy claro que el equipo era para jugar en la Euroliga. Tiene un plan para construir un pabellón para 15.000 espectadores en Bolonia. Y nosotros queremos un segundo equipo en Italia. Sería muy bueno para la Euroliga. Es un país importante para nosotros. La Virtus ha vuelto y lo ha hecho con fuerza.

“Las pérdidas serán del 35% pero no habrá desbandada de talento”

P. ¿Cuál es el balance de daños?

R. Las pérdidas serán en torno al 30 o el 35% del presupuesto de los clubes. Por eso, no queremos contaminar la próxima temporada. Hemos tenido un mal año. Ha sido una desgracia. Mejor planificar. Se deberán hacer ajustes económicos, seguro.

P. ¿Cambiará el modo de hacer?

R. Diría que es una oportunidad para tener presupuestos más equilibrados. Se reducirá el gasto porque habrá una reducción de ingresos y se tendrá que recuperar lo que se ha perdido. Pero nos dará la oportunidad de trabajar con modelos económicos más sostenibles. Algunos clubes dependen mucho de sus propietarios.

P. ¿No es populista afirmar ahora que la próxima Euroliga será la mejor de siempre?

R. No estoy preocupado por una desbandada de talento. Todos los clubes del mundo mirarán los presupuestos, no solo nosotros. ¿Perderemos jugadores que se van a la NBA? ¿Cuántos años hace que pasa eso? Hemos de ver qué políticas aplica la NBA. La regla que más condiciona al baloncesto mundial es el convenio colectivo de la NBA con sus jugadores. Porque marca pautas a la FIBA sobre cuándo puede convocar jugadores para las selecciones nacionales, cuándo quedan libres, en qué condiciones y cuándo se pueden fichar. Todo eso está escrito en un libro que no escribo yo ni la FIBA sino la NBA. Si hay jugadores que se van, se hubieran ido igual; y si vuelven, lo mismo. Claro que no me gusta que se vayan. Pero cuando vuelven jugadores como Mirotic o disfrutamos de jugadores como Larkin, también lo celebro.


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