Salvar el deporte para mañana
Solo queda plantearse si los beneficios de la reanudación justifican el riesgo que podría suponer. El foco debería ser el diseño de un formato compatible con esa nueva realidad
La aparición de la epidemia de la covid-19, y el riesgo para la salud pública que supone, ha trastocado toda nuestra realidad a una gran velocidad, y el deporte no es ajeno a ello. Si bien es evidente el interés por la reanudación de las competiciones, manifestaciones como la de la plantilla del Eibar evidencian la preocupación de los deportistas por una vuelta precipitada que pueda poner en riesgo la salud, tanto de las personas implicadas como de la población en general.
Todo el sistema científico y sanitario de nuestro país está haciendo esfuerzos ilimitados en el control de esta pan...
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La aparición de la epidemia de la covid-19, y el riesgo para la salud pública que supone, ha trastocado toda nuestra realidad a una gran velocidad, y el deporte no es ajeno a ello. Si bien es evidente el interés por la reanudación de las competiciones, manifestaciones como la de la plantilla del Eibar evidencian la preocupación de los deportistas por una vuelta precipitada que pueda poner en riesgo la salud, tanto de las personas implicadas como de la población en general.
Todo el sistema científico y sanitario de nuestro país está haciendo esfuerzos ilimitados en el control de esta pandemia. Sin embargo, lo novedoso de esta enfermedad implica la imposibilidad de asumir certezas a medio plazo, y la apuesta por un seguimiento diario y una acompasada toma de decisiones. En un escenario como este, parece complicado poder asumir el desarrollo de una competición deportiva como el fútbol.
En primer lugar, la realización de pruebas previas a la competición no aporta absolutas garantías, ya que las pruebas no son perfectas. La posibilidad de falsos negativos previos a una competición que no permite el distanciamiento físico ni las mínimas medidas de prevención puede desembocar en un posible contagio colectivo. Una falta de garantías que afectaría no solo a los futbolistas, sino a los muchos trabajadores que sostienen la competición.
Además, esta estrategia de pruebas masivas debe estar supeditada a los criterios técnicos de salud pública. Criterios que, debido a que las pruebas son limitadas, son de obligado cumplimiento para toda la ciudadanía.
El conocimiento que hoy tenemos de la enfermedad nos imposibilita asumir ningún protocolo como absolutamente garantista. Por lo tanto, en ese escenario solo queda plantearse si los beneficios de dicha reanudación justifican el riesgo que podría suponer para la salud pública, no solo de las personas implicadas en la competición, sino para la población en la que se enmarca.
El fútbol —así como el resto de los deportes— debe mirar más allá y reflexionar sobre cómo va a adaptar sus competiciones a la nueva normalidad, en la que caben posibles nuevos confinamientos futuros que pararían eventualmente el transcurso del calendario. Un calendario cada vez más colapsado de partidos. Quizás, por tanto, el foco debería ser la reflexión y diseño de un nuevo formato competitivo compatible con esa nueva realidad. En resumidas cuentas, es necesaria una mayor amplitud de miras para no tanto salvar la competición hoy, sino más bien salvar el deporte mañana.
Luis Cereijo Tejedor es epidemiólogo y profesor de Ciencias del Deporte de la Universidad de Alcalá de Henares.