Un ejercicio de introspección

El periodista Alfredo Matilla rescata en el libro ‘Por si acaso’, de la colección ‘Hooligans ilustrados’, su pasado unido al Albacete

Portada del libro 'Por si acaso', de Alfredo Matilla.

En materia de comunicación y psicología humanas hay un componente de libre albedrío que puede llevar al éxito o al desastre. Una única palabra emitida en el momento justo y dirigida a un receptor suficientemente permeable es capaz de generarle una fortaleza o una debilidad que pueden durar años. Las etapas de crecimiento y formación suelen concentrar esos momentos. Y al final todo termina saliendo a flote. La forma en que lo hará es un misterio. Los caminos de la mente humana son inescrutables.

Al periodista con formación en psicología Alfredo Matilla, uno de sus primeros entrenadores l...

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En materia de comunicación y psicología humanas hay un componente de libre albedrío que puede llevar al éxito o al desastre. Una única palabra emitida en el momento justo y dirigida a un receptor suficientemente permeable es capaz de generarle una fortaleza o una debilidad que pueden durar años. Las etapas de crecimiento y formación suelen concentrar esos momentos. Y al final todo termina saliendo a flote. La forma en que lo hará es un misterio. Los caminos de la mente humana son inescrutables.

Al periodista con formación en psicología Alfredo Matilla, uno de sus primeros entrenadores le dijo que le “sobraba culo”. Y aquella expresión tan gráfica le llevó a pesarse entre tres y cinco veces al día. Las palabras se quedaron marcadas hasta tal punto que, años después, aún se siente culpable cuando come “sin deber”. Con un ejercicio de reconocimiento de las debilidades y miedos arranca su libro Por si acaso (Libros del K.O.), dedicado al Albacete Balompié y que forma parte de la colección Hooligans Ilustrados.

Matilla lleva a cabo un ejercicio de honesta introspección individual que también invita a la nostalgia general: lanza el ancla sobre los años en los que en el equipo manchego jugaban Conejo, Salazar o Chesa, en los que se empezaba a saber lo que era una jugada de estrategia y en los que aún se podía utilizar la etiqueta de matagigantes.

El autor formó parte de las categorías inferiores del Albacete. Fruto de esa experiencia, relata una anécdota maravillosa. En la semana en la que iban a jugar a su pueblo natal, no sabía si jugaría de titular. La tensión y la ansiedad fueron creciendo hasta que, el día del encuentro, un despiste del entrenador dejó fichas a su alcance. Su nombre estaba entre los 11 elegidos. ¿Quién que haya jugado en algún equipo olvidaría esa indescriptible sensación?

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