Josip Ilicic, el ‘nueve’ que nadie vio

El Atalanta que metió ocho goles al Valencia sin delantero centro se poyó en la maestría del croata, capaz de actuar en todas las zonas del campo y de estrenarse en la Champions con cinco dianas en 180 minutos

Ilicic posa para los fotógrafos en Mestalla.- (AFP)
Madrid -

“Alguien dijo que no había marcado en Champions y me parece que se molestó”, dijo Gian Piero Gasperini en San Siro, cuando el 19 de febrero le mencionaron el fabuloso gol de Josip Ilicic. “¡Además lo metió con la derecha!”.

Cada vez más sometido a las leyes de la fama, el negocio del fútbol ignora las maravillas si no son espectacularmente evidentes. El zurdo Ilicic, que maneja la derecha como muchos profesionales diestros, es uno de esos casos que engañan al ojo distraído del aficionado...

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“Alguien dijo que no había marcado en Champions y me parece que se molestó”, dijo Gian Piero Gasperini en San Siro, cuando el 19 de febrero le mencionaron el fabuloso gol de Josip Ilicic. “¡Además lo metió con la derecha!”.

Cada vez más sometido a las leyes de la fama, el negocio del fútbol ignora las maravillas si no son espectacularmente evidentes. El zurdo Ilicic, que maneja la derecha como muchos profesionales diestros, es uno de esos casos que engañan al ojo distraído del aficionado de barra de bar. Pocas cosas en él resultan aparentes, para regocijo de su entrenador, el astuto Gasperini, que ya se mordió los labios para no reírse cuando le preguntaron por su planteamiento sin punta de referencia después del 4-1 del Atalanta al Valencia en la ida de los octavos de final.

Ilicic mide 1,90 pero va mal de cabeza. Es croata pero renunció a la selección de Croacia. Posee un físico espléndido pero le cuesta correr. Es lento pero los rápidos no pueden seguirle. Es un nueve pero rara vez aparece por el área. Si le ponen de extremo se comporta como un mediocentro. Tiene la estampa de un modelo de Gucci pero, melancólico, se oculta como si se sintiera feo. A los 21 años de edad era el jugador más dotado de Eslovenia pero estuvo a punto de dejar el fútbol, harto de entrenadores, presidentes y burócratas, y, probablemente, harto de los futbolistas.

El hombre no necesita compañía. Tampoco necesita estudiar lo que hacen los rivales. Cuando este martes, tras meterle cuatro al Valencia en Mestalla le preguntaron que por qué había encarado tanto al pobre Diakhaby, miró a su interlocutor con incredulidad. “No he encarado a propósito a Diakhaby”, dijo. “No me gusta estudiar a los defensas adversarios. Solo pensaba en lo que yo tenía que hacer: cuando veo un espacio voy ahí”.

Hay futbolistas que planifican para reducir el nivel de riesgo. Ilicic es un espíritu libre que se siente grande dejándose llevar por sus visiones. Sin la potencia que le permitiría marcar las diferencias en el mano a mano, resulta desequilibrante porque mide las distancias como un topógrafo y sabe antes que los demás a dónde se abrirá un espacio vacío para ir a recibir la pelota sin que lo molesten. Desde ahí, casi siempre con tiempo ganado, es habilísimo lo mismo para distribuir el juego con un pase luminoso que para dejar solo a un compañero ante el portero contrario.

Nada de esto es producto de un proceso conceptualizador. Ilicic conoce el juego porque lo ve, no porque lo analice. No se dedicó al fútbol para abordar problemas sino para distraer la mente. Huérfano de padre desde que tenía un año de edad, se crió en plena guerra de los Balcanes, cuando el ejército de la República Srpska hacía limpieza étnica en Prijedor, la región de su nacimiento. Junto con su madre y sus hermanos, debió emigrar a Eslovenia para salvar la vida.

En 2010 lo fichó el Palermo; y en 2013 la Fiorentina. Ganó reputación de díscolo, de distraído, de irregular. La industria tiende a marginar a los imprevisibles. Ilicic, además, resultaba inclasificable. Las posiciones desde las que ha marcado los 129 goles y ha dado las 70 asistencias de su carrera, revelan un carácter peculiar. Según el portal Transfermarkt, computó 40 goles y 23 asistencias como volante ofensivo; 31/17 como mediapunta; 17/9 como extremo derecho; y 5/4 como extremo izquierdo.

A punto de cumplir los 30, estaba medio descatalogado cuando el Atalanta le fichó por cinco millones de euros en 2017. No había metido ni un solo gol en la Champions hasta el día que recibió al Valencia hace dos semanas. Entonces, contra todo pronóstico, Gasperini quitó al nueve tanque, Duvan Zapata, y jugó con dos falsos extremos, Ilicic y Papu Gómez.

Dos partidos después el Atalanta suma ocho goles, de los cuales cinco son de Ilicic. Ahora el hombre encabeza la tabla de los máximos goleadores del 2020 en todas las competiciones. Desde el 1 de enero, con 14 goles, supera a Cristiano (13), Haaland (12), Mbappé (12), Moussa Dembele (12), Immobile (11), Sarabia (10), Agüero, Messi, Lukaku y Lewandowski (9).

“Es verdad, cuanto más viejo mejor juego”, dijo, al salir de Mestalla este martes. “Ahora no quiero parar. Ahora me divierto”.

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