Las semillas mágicas de Marcelinho Huertas
El base brasileño, de 36 años, da carrete en Tenerife a una fructífera carrera después de cambiar drásticamente su dieta
El retorno a los días felices da pie a la recapitulación. La vuelta de Marcelinho Huertas (São Paulo, 36 años) a la Vitoria que le encumbró muestra un inventario inesperado, cargado de giros de guion. De allí salió para hacer carrera en el Barça (2011-2015) y allí regresó tras su aventura de dos temporadas en la meca del baloncesto. Llegó “tarde” a la NBA, pero tuvo tiempo de vivir con la camiseta de los Lakers hitos como la despedida de Kobe Bryant de las canchas. Regresó a Vitoria con aires ...
El retorno a los días felices da pie a la recapitulación. La vuelta de Marcelinho Huertas (São Paulo, 36 años) a la Vitoria que le encumbró muestra un inventario inesperado, cargado de giros de guion. De allí salió para hacer carrera en el Barça (2011-2015) y allí regresó tras su aventura de dos temporadas en la meca del baloncesto. Llegó “tarde” a la NBA, pero tuvo tiempo de vivir con la camiseta de los Lakers hitos como la despedida de Kobe Bryant de las canchas. Regresó a Vitoria con aires de recogida, pero le quedaban muchos capítulos por delante y hasta una isla por conquistar. En Tenerife, de la mano de Txus Vidorreta, el virtuoso del pick and roll ganó hace un mes la Intercontinental, su séptimo título de clubes, y luce rutilante, formando con Shermadini una de las parejas de la Liga.
Afilado como un maratoniano, Marcelinho reparte con determinación asistencias y clases de liderazgo en La Laguna. El base brasileño del Iberostar Tenerife, tres veces campeón de Liga —con Baskonia, en 2010, y con el Barça, en 2012 y 2014— y dos veces elegido en el quinteto ideal de la competición (2008 y 2011) es, por números y rendimiento, el mejor timonel de este curso en la ACB, con 13 puntos, 8 asistencias y 16 créditos de valoración en 28 minutos de media por partido. “No pienso ni de lejos en la retirada. Trabajo para disfrutar de esto lo máximo posible y vengo a entrenar cada día con ilusión y seriedad. Me siento con ganas y con mucha gasolina”, explica Marce antes de detallar la planificación con la que ha ido cuidando el depósito.
“Hace dos años y medio cambié drásticamente la alimentación”, cuenta el base del Iberostar. “Siempre me he cuidado mucho físicamente en el gimnasio pero, conforme cumples años, necesitas más recursos para encontrar el máximo rendimiento y amortiguar los esfuerzos. Me hice vegetariano prácticamente. No como carne, tomo pescado de vez en cuando y mi dieta está basada en frutas, verduras, semillas y legumbres. No tomo leche, ni lácteos porque contribuyen a la inflamación del cuerpo y alargan el proceso de recuperación. Me alejé de los productos de origen animal para intentar comer cosas de la tierra”, detalla Marcelinho.
Y, en este punto de la carrera, los veteranos ¿prefieren tener las piernas de antes o la cabeza de ahora? “Siempre que las piernas tengan un nivel mínimo de actividad, la cabeza es lo que más ayuda. Con las piernas solamente no se hace nada. Grandes atletas se quedaron en el camino por no tener cabeza y otros, sin ser portentos físicos, han tenido carreras larguísimas por ser listos e inteligentes dentro y fuera de la pista”, señala el brasileño. Después de 19 años como profesional, Marcelinho huye de artificios para explicar los secretos de la continuidad en la élite. “La receta, casi siempre, es más sencilla de lo que parece. Es la suma de pequeñas cosas. Cuidarse mucho, sacar partido a la experiencia… mantener la ética de trabajo. Trato de ser un buen profesional y un ejemplo para los jóvenes. Eso es lo que te lleva a tener éxito en tu carrera”, sentencia.
Un ideario forjado con la referencia de una cuidada lista de compañeros con los que ha compartido vestuario en la ACB, de Badalona a Vitoria pasando por Bilbao y Barcelona. “Tuve la suerte de tener a veteranos como Carles Marco, Paco Vázquez, Álex Mumbrú y Elmer Bennett, que tuvieron un gran impacto en mí. Y también Rudy que, aunque era muy joven entonces, ya tenía perfil de líder. Pensaba: ‘Algún día quiero ser como este tipo de jugadores’. Me fijaba más en las actitudes que en el juego, en su forma de liderar un vestuario”, analiza. “A los jóvenes les diría que hay muy poca gente que tenga un don para este deporte, por eso es tan importante entrenar y entrenar. Siempre es mejor mirarse a uno mismo, no buscar excusas ni culpables, no desistir ante los problemas, saber superarse y encontrar salidas”, añade.
Marcelinho aprendió de sus mayores el oficio de base y los recovecos de la gestión de grupos. “Liderar es saber hablar, pero también saber escuchar. Ser honesto contigo mismo y con la gente. Intento hacer mi labor lo mejor posible. Está dentro de mí el ser una voz activa, tratar de ser ese líder y la voz del entrenador dentro del campo”, argumenta Marce, que cita de carrerilla sus cinco técnicos de referencia, “Aíto [García Reneses], Dusko [Ivanovic], Xavi Pascual, Pedro Martínez y Txus Vidorreta”, con el que se ha reencontrado en Tenerife 12 años después de su breve pero fructífera etapa en Bilbao. “Saben mucho de baloncesto y tengo muy buena relación con todos”, puntualiza. “No comparo etapas, intento disfrutar de todas y del rol que me ha tocado en cada una”.
El niño que creció con un póster de Ayrton Senna en su habitación es ahora padre de dos gemelos de 11 meses, Leonardo y Luigi, nacidos en Vitoria. “Ellos son mi mayor reto. Quiero ser un buen padre”, cierra Marcelinho. Este domingo, en Vitoria, no fue su mejor día (6 puntos y 7 asistencias). Venció el Baskonia al Iberostar (75-58), pero él salió ovacionado, entre los abrazos de unos excompañeros que reconocían su legado.